Tenía
una gran fortuna pero vivía como un mendigo, ahorrando cada centavo, privándose
de todo. Era lo que se dice un avaro. Cuando murió, en el Cielo decidieron
castigarlo. Pero no le mandaron al Infierno por avaricia, sino de vuelta a la
tierra, a contemplar cómo sus herederos gastaban su dinero. Su alma horrorizada
apelo a San Pedro: Prefería al Infierno.
Mario Halley Mora - MHM
No hay comentarios:
Publicar un comentario