Fueron
el abuelo y el nieto al parque de diversiones. Y subieron juntos a la rueda de
Chicago. Y la magia se hizo: desapareció el tiempo y salto la distancia generacional.
Ya no fueron, gritando el mismo alegre pavor, encendidos por la misma alegría,
aturdidos por el mismo vértigo, un viejo y un niño, sino dos niños, el uno
real, el otro regresado desde la larga distancia de sus cabellos blancos, compartiendo
un instante mágico que los igualaba en el mismo tibio asombro de la infancia
abriendo las puertas de la felicidad.
Mario
Halley Mora - MHM
No hay comentarios:
Publicar un comentario