Como juega el gato maula con el mísero ratón",
dice la letra lacrimosa de un viejo tango, cuando el dolorido y rechazado
amante reprocha a la "mina" su crueldad gatuna, y desde luego, su
soberbia de convertirse en un ratón al que "ayer nomás amaba", lo que
por otra parte no es una novedad, porque foro mas de convertir en ratón al
hombre, en el repertorio de las mañas femeniles existen muchas. Pero el tema
nuestro es otro, o quiere serlo, pues en un libro de curiosidades que trata de
explicar todo científicamente, y de paso, liquidar fantasías y leyendas, leímos
que el perverso juego del gato que atrapa a una laucha, de tenerla apretada,
dejarla ir unos metros, atraparla de nuevo, tenerla clavada contra el piso,
etcétera; no es de parte del gato una forma de crueldad, sino una receta
culinaria, si así puede decirse; porque ocurre que mientras más dure el terror
de la pobre laucha, más adrenalina segrega su organismo y a su vez, la
adrenalina, vuelve más tierna la carne que el minino se apresta a consumir. Al
leer semejante cosa inmediatamente ponemos cara de descreídos y nos decimos a
otro perro con ese hueso, vaya pretensión de hacernos creer que el gato tiene
semejantes conocimientos científicos. Pero después reflexionamos sobre el
misterio de la capacidad de orientación de las palomas mensajeras, como las
golondrina del Paraguay, se aleja en invierno para ir pasar el verano, nó en Camboriú
ni en Punta del Este, sino en Australia,
nos inclinamos a dar también al "gato maula" su cuota de genial
instinto animal y a pensar que todo depende de la interpretación que demos a
las cosas, . . . como cuando nos admiramos que la comadreja "lava" en
agua cuanto alimento va a consumir, y luego nos explican que el tal lavado no
existe, sin que la comadreja no sabe beber agua y beberla con su alimento es el
único recurso. De todas maneras, el "gato maula que juega con el mísero
ratón", ha pasado a ser una figura literaria - clisé que solemos usar para
expresa la idea de la crueldad no solamente de las "minas"
caprichosas sino también del usurero que nos chupa la sangre, el patrón que nos
explota, el jefazo tiránico que nos atormenta, y otras muestras de
"crueldad inteligente" que pone muy debajo en la escala de vida al
hombre, el comparación con el gato que sólo es cruel por instinto, aunque la laucha
piense distinto. De modo, amigo lector que cuando se sobrecoja ante el
espectáculo de un gato atormentando al ratón, respételo, está adobando su
comida.
Mario Halley Mora - MHM
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