En
la historia, en la literatura, en el folclore y hasta en la leyenda, existe un
personaje muy especial, arquetipo siniestro, ser humano despreciable, artero,
indigno del menor respeto. Ha renunciado a todas las reglas morales, se ha
vendido al mejor postor, y actúa siempre por conveniencia y oportunismo, y
nunca por ideales ni por principios. Tan moralmente feo y reprochable personaje
recibe el nombre genérico de “renegado”. Se ha vuelto, o revuelto, contra su
raza, contra su país, contra su gente, y generalmente, su ferocidad contra los
suyos es mucho más sañuda y despiadada que la de los enemigos natos. Martin
Fierro cuenta en sus poemas de la despreciable alma del criollo “renegau” peor en
brutalidad y saña que los mismos indios salvajes con quienes se alía. Estas
consideraciones, vienen al caso al hacer una somera reflexión sobre la actitud cobarde
y criminal de dos gendarmes argentinos que atrajeron a tiro de metralla a dos modestos
trabajadores paraguayos, e hirieron gravemente a uno y mataron a otro. Lo del
comentario sobre el “renegado” viene a cuento porque según declaraciones de la
gente del lugar, uno de los asesinos, apodado “Pájaro Loco", sería un
paraguayo nacionalizado argentino. Desde luego, nacionalizarse, adquirir una
nueva ciudadanía, no es nada degradante. Es honorable. Lo repudiable es
renunciar a una ciudadanía y, acogerse a otra para ejercitar el odio contra lo
que se dejó atrás. En el caso de “Pájaro Loco”, se hizo argentino no para
asumir lo mejor del hombre argentino, que es gaucho, generoso, hospitalario, sino
para asumir lo peor del hombre argentino, que es petulante despreciativo,
prepotente y grosero, sobre todo, cuando es ignorante y no tiene ni idea de lo
que significan el uniforme con que le visten y el arma que le entregan.
Lamentablemente, la Gendarmería Argentina es de amarga recordación para tantos
y tantos ciudadanos paraguayos, y si existe una Institución que más ha “contribuido”
a las tiranteces entre ambos pueblos, es este cuerpo armado que tiene por norma
el abuso de autoridad, la burla y la prepotencia. Lamentable espíritu de unos
hombres de armas que debieran ser más hidalgos, amistosos y caballerescos, pero
no podrán tener esas virtudes, mientras den cabida en sus filas a renegados como
“Pájaro Loco" y a otros personajes de primitivos instintos.
Mario
Halley Mora - MHM
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