El patito feo,
después de tanto sufrir, se miró en el espejo de las aguas y se vio convertido
en un bello cisne. El hijo del granjero gritaba alborozado que tenían el más
hermoso cisne de los contornos. Orgulloso, el ex patito feo pensó que sus
problemas terminaban. Pero no era así, pues vino el granjero, lo miro ceñudo,
murmuró que los cisnes no se comen, y lo echo a patadas del estanque.
Mario Halley Mora -
MHM
Cosas irónicas de la vida
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