La hija del ladrón
se enamoró del policía, y fue correspondida. Pero el policía tuvo que arrestar al
ladrón. Entonces la hija fue a suplicar a su amado por la libertad de su padre,
pero el policía tenía en su despacho un cartelito que decía “El Deber Ante
Todo". Al final, todo resultó bien, porque como era su deber dejó preso al
ladrón, y como era su deber, se casó con la hija para no dejarla desamparada.
Mario Halley Mora - MHM
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