Tenía 18 años y los
lucía como si fueran kilates. Vestía con elegancia y distinción, siempre lo de última
moda y lo más caro, a pesar de no ser rica. Sus amigas le preguntaban su método,
pero ella callaba, porque sencillamente había descubierto que para vestir bien,
el secreto era desvestirse bien.
Mario Halley
Mora - MHM
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