Quien diga no
creer en fantasmas no dice la verdad. Por mas evolucionada, culta y bien
informada que sea una persona, en el fondo, en el hondo atavismo del ser humano
que llega desde la prehistoria, allí late la superstición en cualquiera de sus
formas. La verdad es que existen fenómenos hasta ahora inexplicables para el
hombre, y hay una ciencia nueva, que se llama parapsicología, para estudiarlos.
Significa la investigación de los procesos intelectuales y afectivos, sin base
determinada o de oscuro origen. Comprende la telepatía o clarividencia, la
llamada transmisión del pensamiento, hipnotismo, espiritismo y otros fenómenos.
La mayoría de
estas cosas están bastante desacreditadas porque sirven a muchos pillos para engañar
a la gente. Sin embargo, la telepatía ha llegado a ser tema de estudios en
laboratorios y existen fundadas sospechas de que hay personas capaces de
recibir mensajes mentales de otras, a distancia. Fenómeno que es calificado como
consecuencia de una potencialidad de ciertos cerebros.
Pero lo que decíamos
al principio es el tema central. Y el tema viene porque cierto amigo nos relata
muy emocionado las andanzas misteriosas que efectúa en su casa algo, o alguien,
o alguna cosa, que él cree es un fantasma. De ahí la pregunta: ¿existen los
fantasmas? Y la consecuencia: quien diga que no, no dice la verdad, porque
todos, absolutamente todos, en una noche oscura y en lugar desierto 0 en una
antigua casa, sentimos que el duende de la inquietud salta y salta en nuestro interior
y nos erizamos ante cualquier bulto 0 ruido, o lo que sea. Y eso es porque el
hombre, en su evolución, no se ha liberado todavía de sus atávicos temores, de
aquel tiempo en que refugiado en su cueva temblaba de pavor ante el silbido del
viento o el brillo del relámpago.
En Inglaterra
hay viejos castillos ruinosos cuyos dueños, aristócratas venidos a menos, han
industrializado al fantasma y cobran la entrada a los turistas que quieren
verlos, pasando una noche en tenebrosos dormitorios. Si usted desea disfrutar
de maravillosas historias de fantasmas, lea, si ya no lo hizo, los libros de
Walter Scott que en la literatura aprovecho muy bien el filón de los castillos
ingleses y los espíritus que ubica en sus pasadizos y mazmorras. No se
arrepentirá, y más que nunca quedara pensando, como nosotros, que no ocultamos
nuestra sospecha de que, a lo mejor, los fantasmas existen.
Esto de los
fantasmas tiene en nuestro medio su particular magia y encanto. El pora es un
personaje del folclore que ha ganado su lugar en una mitología cautivante que
nos habla también del duende de las siestas campesinas, erótico y huidizo, que
es el Yacy Yateré, o del hirsuto y ubicuo pombero, y tantos otros seres
irreales -¿o no?- pero de cuya existencia atrévase a dudar delante de cierta
gente o en una noche oscura.
Gerardo Halley Mora
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