El
mar, ese inmenso ámbito cuya extensión supera ampliamente al de la superficie
solida de nuestro planeta, ha sido el escenario propicio para los grandes
dramas y para el planteamiento de incontables misterios Nuestro mundo está
dominado por la presencia del mar. Por algo se le llama el globo terráqueo, es
decir, un mundo de tierra y agua. El mar ha sido y es para el hombre un motivo
de meditación temerosa y es igualmente la esperanza de la humanidad, frente al
agotamiento acelerado de las tierras cultivables y de la disminución del agua
en las extensiones terrestres.
El
mar tiene sus bellezas y sus monstruos. Desde las míticas sirenas perseguidoras
de las naves de Ulises con su canto adormecedor. El héroe helénico dispuso una
medida heroica para no sucumbir, él y
sus marinos, ante la seducción de aquellos seres maravillosos, mitad beldades y
mitad peces... Se hizo atar él y ordeno se hiciese lo mismo con los demás compañeros
de viaje, a los palos de los barcos.
Los
monstruos del mar son descritos en ese libro incomparable de Herman Melville
llevado al celuloide, "MOBY DlCK", la historia de una enorme ballena
blanca cuya persecución lleva a los hombres a la perdición de sí mismos y del
gigante del océano.
En
la historia quiere ubicarse siempre el florecer de las más avanzadas
civilizaciones en aquellas republicas o reinos ubicados sobre el mar.
Recordamos haber leído alguna vez un pensamiento cuya esencia hace reflexionar.
Según
este, los pueblos que habitan en las orillas del mar y dedicados a cultivar el
trigo son los más señeros en cuanto a su cultura y civilización. En el primer
libro de la Biblia, el Génesis, hay un párrafo lleno de grandiosa y enigmática poesía,
cuya magia lleva a la mente por Insospechados territorios, cuando se lee
aquello de que en el principio de las cosas, las aguas lo cubrían todo y por
encima de ellas flotaba un maravilloso espíritu creador.
Pues
bien, el mar también tiene sus misterios. Hasta hoy día, es mejor conocida la
rocosa y solitaria superficie de la Luna y no el seno del mar, cuya pavorosa
hondura llega a más de diez mil metros en algunas zonas del Caribe. Un sabio francés,
Picard, solía realizar audaces incursiones acuáticas en una hermética campana y
retomaba embriagado por la belleza de los panoramas submarinos, y también
espantado ante los deformes e inquietantes monstruos de las tinieblas jamás
alcanzadas por la luz solar. Ya Julio Verne en sus "VEINTE MIL LEGUAS DE
VIAJE SUBMARINO" se había anticipado en la ficción a las muy reales exploraciones
del sabio Picard.
En
esa novela las descripciones del doctor Aronnak, prisionero a bordo del
poderoso "NAUTlLUS", y del misterioso capitán Nemo, llevan al lector
al conocimiento del mundo del agua salada.
Fue
también de un escritor, sin duda, eso cuya descripción esta en los textos bíblicos.
Lo de Jonás, tragado por una ballena o un leviatán. Pues el mar tiene también
sus dramas y tragedias esparcidos a lo largo del tiempo en su inmenso y movible
escenario. Dramas y tragedias a veces envueltas en el misterio, como el caso
hasta ahora indescifrable del velero "MARY CELESTE", hallado en mitad
del Atlántico sin un alma a bordo, pero con los camarotes perfectamente
arreglados, las mesas tendidas, y los platos servidos, las sillas y otros
muebles en su lugar. ¿Qué se hizo de los pasajeros y tripulantes?
Jamás
pudo saberse. Pero ese es apenas uno de los enigmas del mar. Hará unos 20 años
un abordaje al estilo de la clásica piratería hizo víctima de una nave
norteamericana en aguas del Asia. El episodio presenta carácter de drama,
aunque no de misterio. Pero hace poco, el mar fue escenario de dos verdaderos
misterios y dos tragedias.
Dos
modernos submarinos, uno francés, otro israelí, marchan por el Mediterráneo.
Sus transmisores dan paso a paso su posición a los monitores terrestres. De
pronto, el silencio descarga su tajante cuchilla. Angustia, conjeturas,
ominosas sospechas entre las naciones. El mar, encrespado apenas expone alguna
capa de petróleo.
Minerva,
se llama el submarino francés, nombre de mitología, la diosa de las leyendas
griegas nacida de Júpiter, o de una nube, o a orillas del rio Tritón, pues los
cronistas no se pusieron de acuerdo. Lo cierto es que el culto de Minerva floreció
sobre las civilizaciones del Mediterráneo, en cuyo seno el submarino así
llamado se perdió. . .
Dakar,
o Tiburón, se llama la nave israelí también desaparecida. Nombre mitológico, al
igual que TITANIC, tragedia clásica del mar.
Hace
unos años, extraña coincidencia, en setiembre de 1966 para ser más exactos, se hundió
en el Mar del Norte el submarino de Alemania Occidental llamado "Hai"
(tiburón en castellano). Es un dato suficiente para estimular la imaginación de
quienes asociar ciertos nombres con determinados hechos.
Pero
como este no es nuestro propósito refirámonos únicamente a estos misterios y
también tragedias. En "Los Trabajadores del Mar" Víctor Hugo describe
la furia de las aguas y su repentina mansedumbre. Porque el mar es así. Origen
de la vida y quizás sostén de ella en un futuro cercano, brinda al hombre sus
riquezas y le da su alimento y, también le priva de sus seres queridos o arrasa
sus ciudades. "MAR CRUEL" es otro libro de mucho éxito aparecido no
hace mucho en Estados Unidos con desgarradoras historias de naufragios.
El
mar, benéfico y terrible al mismo tiempo suma a sus misterios y tragedias la
angustiosa incógnita de los tres submarinos perdidos.
Gerardo
Halley Mora
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