Cuando
nació la niña, el problema fue ponerle nombre. La mamá de la niña, que era hija
de doña Rosario, pensaba que el bebé debería llamarse así: Rosario.
El
papá, que era hijo de doña Isabel, pensaba que Isabel era lo adecuado.
Discutieron y hasta llegaron a formulas de componenda: Rosario Isabel o Isabel
Rosario. Pero
no se pusieron de acuerdo sobre cual sería el primer nombre.
Al final, enojada,
la mamá le dijo al papá: "Y bueno, ponle lo que te dé la gana”.
Entonces
él, sin vacilar le puso Rosa. Y quedo en Rosa. Hasta ahora la esposa se
pregunta de donde el marido saco ese nombre, y el marido calla, porque lo sabe
muy bien. Rosa se llamaba su primera novia.
Mario Halley Mora - MHM
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