En
el colorido y disparatado repertorio de los reclamos publicitarios de los
productos de belleza, solemos oír de todo. Proporcionan así champúes de los más
olorosos vegetales, como también de huevo y hasta de zanahoria. Alguna vez
oímos hablar de una "crema de placenta" como secreto supremo para
tener un cutis de muñeca, y de una "base para maquillaje" de germen
de trigo, crema facial con "proteínas marinas" o con base de
"algas marinas". Y así, innumerables productos con base de
"grasa de delfín", o de "leche de ballena”, pudiéndose agregar también
los productos que son resultado de serias investigaciones antropológicas
mediante las cuales se han descubierto y aplicado la fórmula secreta que sirvió
a Cleopatra para ser mujer tan fatal, o la de la crema facial de Lucrecia
Borgia que le costó la vida a su alquimista personal a quien la bella hizo
matar para que ninguna otra usara la bendita crema, o la del jabón de baño que usaba
aquella reina cuyo perfume aspiró el Rey Salomón y se inspiró para la primera producción
de literatura erótica . . . en la mismísima Biblia, con su Cantar de los
Cantares. Yendo a lo serio, la producción de artículos de belleza femenina, es
una de las industrias más prósperas del mundo, y la que moviliza casi tantos
millones como la industria del automóvil. De ahí la competencia por el mercado,
y los verdaderos milagros de la imaginación de los publicistas para vender esos
productos que si bien no hacen bellas a las mujeres feas, por lo menos les
vende la ilusión de serlas con el prodigioso concurso de unas proteínas de
pescado u otros ingredientes exóticos. Y en esa tarea, la imaginación se
dispara, no tiene freno, como estamos viendo en estos últimos días, en que una
bella señorita de acento portorriqueño está presentando novísimos productos de
belleza a una conocida marca mundial denominada "Línea Espacial",
aprovechando la coyuntura de que la primera mujer occidental ya se ha lanzado
al espacio, y en la suposición muy femenina de que por más astronauta que sea,
no tiene por qué dejar de parecer interesante y seductora, sobre todo, para el
exclusivo deleite de sus cuatro rubios, atléticos e interesantones compañeros
de expedición a las alturas. Con lo que extraemos que en cuanto a motivación erótica
publicitaria, funciona hasta en la estratósfera superior.
Mario
Halley Mora - MHM;
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