Un poema árabe
muy antiguo del tiempo en que su literatura producía maravillas como los
cuentos de las Mil y una Noches, y su arquitectura se alzaba espléndida en las
deslumbrantes capitales mientras la nobleza europea vivía en sus feos castillos
de piedra, se titulaba (el poema) “El Arte de Esperar”, y se cuenta que fue
escrito por un poeta de la corte del Sultán, a pedido de éste, que quería recuperar
su perdida paz interior. Lamentablemente, en la obra sobre cultura árabe que leímos
no se incluyen los versos del poema, sino un comentario sobre el mismo. De
todas maneras, algo entresacamos. Conocíamos desde ya aquel conocido dicho árabe
de “siéntate a las puertas de tu tienda y veras pasar el cadáver de tu enemigo",
que puede enmarcase tanto dentro del arte de vivir, como del "arte de esperar”.
Pero el comentario que leímos sobre el poema de este título, el "Arte de
Esperar” es revelador, cuando caemos en la cuenta de que en nuestro propio idioma
español, la palabra “esperanza”, con su connotación de fe en el porvenir,
deriva del verbo esperar. Algo parecido, nos explica el historiador de la cultura
árabe, en su comentario sobre aquel poema, y cuando reproduce una línea del mismo
que dice que “la sabiduría de la espera te hace amo del tiempo” parece querer indicar
que el hombre no es capaz de detener ni de acelerar los acontecimientos, pero
si, por la espera, por la paciencia y por la prudencia, estar preparados cuando
ellos se producen. Quizás por eso mismo, se lee en otra línea que "el
fruto en su más gloriosa madurez cae y es de sabios esperarlo a la sombra del árbol”
como si el poeta quisiera expresar el mensaje que toda oportunidad tiene un momento
preciso, y así como no se puede forzar la madurez del fruto, tampoco se puede
forzar la madurez de las oportunidades. Por último, dice otra línea del poema
que “Aquel que no sepa esperar no desafíe a la vida, como aquel que no sabe nadar
no se arroje a las aguas”. Y aunque esto último se nos antoja ya demasiado hermético,
quizás el "mensaje" quiera significar que quien, en su carrera, en su
vida, en sus emprendimientos, no dispone de la “flotabilidad" queda el
arte de esperar, quizás sea sobrepasado, arrastrado y asfixiado por el torrente
de los acontecimientos. En fin, el tema de hoy cumplido. Con este breve pasaje
por la sorprendente cultura de una raza, cuyos grandes poetas de “visión zahorí” han producido inmortal literatura lirica
Mario
Halley Mora - MHM
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