El supuesto, bien
justificado por cierto, es que el Gobierno Nacional está arbitrando todas las
medidas tendientes a reprimir todas las formas del contrabando. Se trata, a
juicio de los entendidos de determinaciones de defensa de intereses del fisco,
y al mismo tiempo, de defensa de la industria nacional, que se ve enfrentada a
competencia desleal por las mercancías de contrabando cuyos similares se
produce aquí. Todo, pues, obedece a una preocupación patriótica y a fundamentos
inatacables. Sin embargo, en el curso de la semana que termina escuchamos por
radio las declaraciones de una dama, empresaria de la industria láctea
paraguaya. Elogió las medidas que se toman, también, en defensa de ese rubro.
Detalló las enormes inversiones que se han realizado en la industria láctea,
desde la producción rural de leche hasta su tratamiento industrial y se refirió
también a los serios compromisos crediticios que han asumido. Todos esos factores,
otorgan mérito y razón a la lucha contra el contrabando de leche, en todas sus
formas. Pero, a renglón seguido, y no escuchamos mal, dijo que tal como estamos
ahora con las fuentes de materia prima castigadas por las condiciones naturales
adversas y una cierta escasez de forrajes, la industria lechera sólo puede
satisfacer la demanda nacional en un 40%. y es en este punto donde surge el
tema de reflexión. La leche es un alimento fundamental, y si sólo producimos el
40% de la demanda, quiere decir que de cada diez niños sólo cuatro reciben el alimento.
Por lo que se debe mirar las cosas con criterio más amplio y desde luego, no
pedir que se permita introducción ilegal de leche extranjera, sino que se
facilite la importación legal para cubrir el déficit del 60%, y que esa importación,
coyuntural sea permitida también o más bien exigida, a los empresarios del
rubro lechero, los que mis agudos compromisos tienen con el consumidor, y que
ahora, aparecen favorecidos con las medidas fiscales que frenan la competencia
ilegal. Se subsanaría así, un inconveniente, que está preocupando a las amas de
casa, en el sentido de que no consiguen leche, especialmente para los niños, y
que incluso, se quejan de la calidad de algunas marcas locales, y de la
impuntualidad de los proveedores directos, es decir, de la granja al consumidor,
modalidad que todavía subsiste en nuestro mercado consumidor. Claro que la
leche de soja se está constituyendo en valioso substituto, pero esa ya es otra
cuestión, que no afecta a los industriales de la leche – leche.-
Mario Halley Mora -
MHM
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