Los aficionados al
cine han perdido en grado superlativo el interés por concurrir a las salas,
dada la pobreza de los programas, o que
aparecen con mayor frecuencia mancillados por pornochanchadas. Son muchos también
los aficionados al fútbol que ya no van, quizas amargados porque apenas surgen
buenos jugadores, o por lo menos, promesas de buenos jugadores y ya se los
llevan, quitando interés al espectáculo. El remedio, esto es, para utilizar el
derecho al ocio, es quedarse a ver televisión, que gusta a muchos, pero no
atrae también a muchos. Entonces, el grave problema que se presenta es qué
hacer los fines de semana, y para solucionarlo, a lo mejor habria que volver
los ojos al pasado. ¿Qué hacian nuestros padres cuando no había TV, cuando el
cine era un lujo, y el fútbol no era tan extendido? Los días sábados y
domingos, solía verse algunos almacencitos folclóricos que tenían en el patio
el juego del "sapo", que consistía simplemente en acertar la boca
abierta de un sapo de bronce con un disco. Por las calles adyacentes de nuestro
barrio, también solíamos ver a los vecinos aficionados a las riñas de gallos,
que llevaban bajo el brazo, sus respectivos gladiadores emplumados, rumbo a
Lambaré, donde la Policia era tolerante o cómplice, con el deporte en cuestión.
La Juventud organizaba paseos al arroyo Ferreira, pero ya no se puede, porque
está hecho una cloaca, pero entonces era limpio y daba la oportunidad de caminar
un par de kilómetros más y arribar al "Mandarinal" sobre la boscosa
avenida General Santos . . . que tampoco
ya existe. También existian las "calesitas" y aunque hoy parezca
raro, en ellas había más gente adulta que niños, por la diversidad de juegos de
azar, y por la calidad de los conjuntos musicales que animaban las vueltas del artefacto
donde daban solemnemente las parejas de "pokyrás" con sus respectivos
"tajhachis" de franco. También un alivio al aburrimiento aldeano era
la presencia casi constante de los circos, que se instalaban generalmente en un
inmenso predio que es hoy el Ministerio de Salud Pública. Los circos eran
entonces, verdaderos acontecimientos sociales donde se reunía (en los palcos)
"lo mejor de nuestra Sociedad”. Finalmente, en algunas casas de familia privilegiadas
donde tenían "Victrola" se bailaba los sábados por la tarde, cuando
los maduros papás y mamás decidian dar un aventurado "paseo" tomaban
el Tranvía 2, que salía del Belvedere, llegaba al puerto, y volvían al
Belvedere. Y punto.
Mario Halley Mora -
MHM
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