A propósito de amor a las cosas
viejas, nos comenta una persona amiga encontró muy acertado nuestro comentario anterior, que ella misma es
un ejemplo de lo que decíamos, pues su mayor orgullo, su inofensivo y placentero contento radica en que todavía
conserva el reloj centenario de su padre, un viejo reloj de bolsillo marca
Longines con tapa de oro, con el escudo grabado en la misma y la leyenda
centenario de la Independencia del Paraguay. Este precioso reloj, salió a la
venta en 1911. Por lo demás, el hombre nos dice con inocultable orgullo, que el
"reloj anda perfectamente". Y no solo guarda y conserva el reloj
paterno, pues tiene un precioso bastón
de negro ébano, con puño de plata, con la inscripción grabada “made- in Bombay”,
y otro bastón de aquella época elegante
y sofisticada , un bastón estoque , cuyo puño es la empuñadura de una fina y
letal espada de acero que tiene por funda, el bastón mismo. Como es de prever,
lleva el sello heráldico de unos refinados fabricantes parisinos. Conocemos un amlgo que conserva como un objeto
de valor casi religioso para él, el viejo Smlth Wesson que fuera de su padre, y
otro de ideas menos marciales, que se ha preocupado no sólo de mantener intacta
la valiosa biblioteca paterna, sino de ir enriqueciéndola, a pesar de lo cual,
la sigue llamando la "biblioteca de papá", Y cuando , de ella,
consulta un libro antiguo, no le libra de la emoción de entrar a las paginas
pasando por la primera, donde aún vive la enérgica firma del progenitor que
hace mucho ya se fue. En este mismo sentido, recuerdo que hace mucho tiempo, se
casó una querida amiga y lucio para la ceremonia un esplendoroso vestido de
novia que había sido la misma que vistió su finada madre en igual ocasión, y ,
según me dijeron, había alhajado antes a la madre de la madre, es aquel vestido venia de la abuela, y sólo había
pasado por los retoques que requieren la moda de cada tiempo. La hija de aquella
amiga ya debe andar por la “edad de merecer” y considero posible que vaya al
altar, con aquella vestidura virginal vencedora del tiempo y que enjoyo el
momento mas dulce de cuatro generaciones de novias. Pienso al recordar todo
esto, que hay en estas costumbres no solo un sentimiento de nostalgia, o un
respeto a la tradición, sino también un visceral amor a las raíces, quizás el
orgullo de pertenecer a una familia que se perpetua, o una casta que prevalece
sobre el paso del tiempo.-
Mario Halley Mora - MHM
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