Era una nena de
apenas tres años, y le oímos decir "yo viá tené un hermanito que yastá en
la panza de mi mamita". En otro tiempo, ésta nena estaría maravillada con
el cuento de que una cigüeña ya salió de París trayéndole un hermanito, y desde
luego creería a pie juntillas que los bebés vienen así. Pero ya no ocurre tal
cosa, porque la moderna pedagogía ha resuelto que es mejor el conocimiento de
la realidad que la fantasía, aun en los primeros años de la existencia. Quizás
sea esta una medida sabia, porque resulta que en otros tiempos, se alimentaba
la fantasía de los niños, es decir, se les nutria de falsas creencias, y nadie
se preocupaba de que pasando el tiempo, los chicos irían creciendo, madurando
conocimientos, racionalizando las cosas, y llegarían a un momento en que
descubrirían la verdad, a veces con resultados traumáticos, y siempre, con la
certidumbre de que papá y mamá le estaban tomando del pelo y les estaban
ocultando cosas. Ese riesgo ha desaparecido, por lo menos en lo concerniente al
origen de los bebés, enseñándole cuidadosamente, como se hace hoy, a los niños,
el verdadero mecanismo del nacimiento, y el papel que cumplen los padres en ese
mecanismo. Sin embargo, esta costumbre de decir la verdad no se extiende a
otras cosas. A ese mismo chico para quien se desfantaseó el advenimiento de un
hermanito, todavía se le somete a otro tipo de fantasías. Conozco un matrimonio
que tiene en el hogar una empinada escalera que conduce a los pisos altos. Para
el bebé que tienen, que apenas empieza a caminar, trepar esa escalera es un
peligro, de modo que para evitar todo intento del chico, le han metido miedo,
diciéndole que en la escalera "vive un monstruo". En otros lugares,
solemos oír la conminación a los chicos de que no salgan a la calle porque se
los lleva el "viejo de la bolsa", y a otros de que el "Angel de
la Guarda" no es un ser celestial y protector, sino una especie de
vigilante espía de un Dios severo que todo lo ve, todo lo anota y su delación
anticipa castigos para cualquier mala conducta, desde negarse a tomar la sopa
hasta a orinarse en la cama. "Solo a los animales es licito enseñarles por
el miedo", dice Pestalozzi y este pensamiento, debería ser masticado y
digerido por padres .que compran tranquilidad aplicando sin saberlo, un método
de terror en la educación.-
Mario Halley Mora -
MHM
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