Se cuenta el chuseo
episodio de aquel señor que leyó en el diario que al final de cuentas, nuestro
mundo no era sino un insignificante pedrusco viajando por el espacio mas o
menos a 27 mil kilómetros por hora. Después leyó sobre los misiles rusos, los
contramisiles norteamericanos, que entre ambos arsenales se puede ya matar
setenta y cinco veces a cada habitante del planeta. Leyó sobre las nuevas armas
químicas, bacteriológicas, de rayos laser. Se entero que ni ya el cielo, morada
de Dios, estaba limpio del armamentismo humano y que ya habla satélites capaces
de disparar rayos y cohetes sobre la tierra. Leyó de la avaricia de los países
desarrollados y el hambre de los llamados del tercer mundo. Y entonces no pudo
más y salió, la calle gritando: "POR FAVOR, PAREN EL MUNDO, QUE ME QUIERO
BAJAR". Había estallado en él la angustia que atosiga a millones de seres
que habitamos este planeta andariego y lo imposible, que el mundo parara en una
esquina del Universo, que se bajara para perderse en la nada. Lastimosamente,
tal cosa no es posible. Estamos prisioneros de nuestro planeta, y esa sensación
de encierro, que es real, ha movilizado la imaginación de tantos escritores de ciencia-ficción,
que sobre el molde de los inocentes aldeanos que escapan del reino del ogro, se
trepan, a colosales naves Interplanetarias y van a buscar nuevos mundos para
colonizar y crear una sociedad olvidada de la guerra, del odio y de la
destrucción. Pero eso pertenece a la fantasía. No hay manera de escapar de la
predestinación de ser alguna vez protagonistas, victimas o mártires de la historia
y de los acontecimientos, ni hay manera de escapar al miedo de que precisamente
a nosotros, nos toque presenciar y sufrir el horrendo cataclismo encerrado en
los arsenales atómicos de las Grandes potencias. Lo único que nos da un poco de
consuelo en este orden de cosas, es que poco a poco, los grandes estadistas del
mundo, van tomando conciencia de que las cosas evolucionan sobre los carriles
del miedo mutuo, y saben que en una guerra atómica, no habrá naciones
vencedoras, sino un planeta cocinado al horno con todo sus habitantes, cosa que
ojala no ocurra, ni ocurra la predicción de Einstein que dijo que la Tercera
Guerra Mundial será atómica, y si por casualidad queda alguien para pelear en
la Cuarta Guerra Mundial, lo hará con cascotes, lanzas y garrotes. Que
perspectiva . . .
Mario Halley Mora
- MHM
No hay comentarios:
Publicar un comentario