El
matrimonio de Cástulo no era precisamente un modelo de pareja unida por el
santo sacramento del matrimonio. No porque Cástulo fuera mujeriego, borracho, jugador
e irresponsable, sino todo lo contrario, porque Cástulo descubrió un mal día
que era cornudo."Esto me pasa por casarme a la ligera con una mujer hermosa"
se dacia el bueno de Cástulo, descubriendo de paso por que la bella Toribia
nunca quiso tener hijos.
Cuando descubrió
que había otro, propino a su mujer la paliza que se acostumbra en estos casos.
Esta, llorosa, pidió perdón y dijo que era la primera y única vez que la ponía
los cuernos a Cástulo, y prometió que no lo haría nunca más. Cástulo se obligo
a creer la promesa, después de que la abundosa Toribia, la jurara por todos los
santos que nadie conocía de su infidelidad y de la desairada situación de marido
engañado da Cástulo. La paz volvió al hogar, pera no por mucho tiempo. porque
el aprensiva de Cástulo se había vuelto poco menos que un perro de caza.
Venteaba el aire cuando Toribia volvía del centro pescando los rastros da un perfume
pecaminoso, revisaba a escondidas su cartera de mano, se ponía de todos los
colores cuando sonaba el teléfono, decía hola y del otra lado le cortaban. Poco
a poco se fue volviendo un obseso. Siguió a Toribia cuando iba a la peluquería
y anoto el tiempo que tardaba en hacerse un peinado a un teñido. Lo mismo hizo
con la modista, el dentista, y el supermercado. Calculaba al alcance de su
sueldo de cajero da una financiera, lo que le daba a Toribia para las gastos y
el costo de los abundantes artículos de tocador que ella adquiría, con los
"ahorritos del súper" como decía. Poco a poco, se fue dando cuenta de
que la vida de espía permanente y de marido celoso no era vida y pensó en la
atrayente idea de abandonar a Toribia a irse a vivir con su mama, que aun vivía
y nunca simpatizo con la nuera. Pero no considero justo hacerlo, porque a
partir da la primera confesión había sospechado todo pero no había comprobado
nada, a pesar del enorme poder elástico de los "ahorritos del súper"
La verdad
la llago por una vida ordinaria. Ocurre que muchos maridos son descubiertos por
las amigas chismosas de la esposa, como regla general, pero nadie atina a
descubrir que los amigos chismosos del esposo son tan numerosos y lengualargas como
las otras. A Cástulo, un amigo comedido "que sufría viendo la burla a que
era sometido el buen Cástulo", le conto de las andanzas de Toribia, que no
engañaba a Cástulo con otro, sino con otros.
Esta vez no
hubo palizas. Cástulo estaba demasiado contento como para perder tiempo en
violencias inútiles. Tranquilamente le dijo a Toribia que lo sabía todo, y que
se iba juiciosamente a vivir con su mama, que ante la noticia del regreso del
hijo prodigo se puso a bailar de contenta a pesar de su reuma.
Toribia
lloro lo exactamente necesario por la ruptura de su matrimonio, y consintió que
Cástulo se quedara a vivir con ella los ocho días que insumiría el repintado de
su viejo dormitorio de soltero, durmiendo Cástulo en el sofá de la sala, como
un gesto de hombría herida que satisfacía mucho al ego de Cástulo.
Al segundo día
del acuerdo, Toribia le hizo un obsequio a Cástulo, para que llevara como
recuerdo del quebrado matrimonio. Un hermoso reloj de oro. Más tarde, como Cástulo no tenia valija y estaba cargando sus
pertenecias en una bolsa negra de plástico, ella le regalo una valija
Samsonite. y después un hermoso estuche
de viaje con afeitadora, talco, after shave, desodorante para las pies, peines
y agua de colonia, y luego seis camisas de aho po i y un par de calzados
italianos y una campera de cuero de potrillo porque el viejo gabán de Cástulo estaba
algo apolillada. Todo, en homenaje al intento de felicidad frustrada que fue el
matrimonio.
Bien, la
verdad es que Cástulo fue postergando su regresa a la casa de la mama, y que
hoy cambio de trabajo, porque ya no es cajero de una financiera sino "coordinador"
en la empresa de un sonriente caballero que lo trata con un aire paternal,
amistoso y complaciente coma de compinche, que molesta un poco a Cástulo, pero
lo pasa por alto, como pasa por alto que el ser “coordinador" no es un
trabajo muy pesado porque hasta ahora no encontró que coordinar, aunque cobra
el sueldo religiosamente. Además, ya volvió al dormitorio conyugal porque dormir
en el sofá le producía tortícolis.
Y tiene
muchos momentos libres para pasear en el Honda que le regalo Toribia.
Mario
Halley Mora - MHM
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