En
los inicios de mi manía de escribir, alla por los años cincuenta, nació la idea
de hacer por Radio Paraguay un programa humoristico, "La Pensión de Ña
Lolita“, que duró 7 años. El programa fue heredero de otro, "La Pensión de
dona Liga" que escribía Néstor Romero Valdovinos, y contaba en su elenco a
Ernesto Báez, Salim Girala que hacia un Mustafá inolvidable, Alcibíades Barba,
el conocido rematador, Carlos Gómez y si mal no recuerdo, Emigdia y Aida Reisofer,
Alan Gini y otros. Para "Ña Lolita" había una nueva generación de
actores, y recordarlos hoy, aparte de ser apuntes para la historia del
humorismo radial, es toda una curiosidad. Durante siete años, se sucedieron las
simpáticas Ña Lolitas. La primera fue Celia María Benítez, que después fuera
pulida actriz de teatro y hoy dinámica ejecutiva en la representación
diplomática del Brasil. Más tarde toma la posta Miriam Celeste, entonces hermosísima
jovencita de grandes ojos verdes, fina locutora y después, también consagrada
actriz de inolvidables comedias muchas de ellas de mi autoría, la que mejor recuerdo
"El Conejo es una Mujer" donde Miriam realizó una insuperable actuación.
A la fecha- me dicen - Miriam guarda silencioso retiro, un poco injustamente olvidada,
y no muy bien de salud. Alguna vez, el teatro paraguayo debe rendirle el
homenaje que se merece. La reemplazó Sarita Rivas Crovatto, pequeñita, de voz
infantil y gracioso porte, que alternaba la actuación radial con el baloncesto
femenino en Cerro Porteño y el colegio secundario. Es increíble que aquella
delicada jovencita fuera hoy toda una leona del foro, la Dra. Sarah Rivas de
Vasconcellos. La cuarta Ña Lolita que impuso al personaje una fuerza arrolladora,
fue una muchacha esbelta, de hermoso rostro, risa fácil y de extraordinarias
ductilidad que llegaría a convertirse con el tiempo en la mejor actriz característica
del teatro paraguayo, hasta hoy, Blanca Navarro. Creo recordar también que
supliendo algunas ausencias, siempre estuvo a mano Mercedes Jané, la gran
señora del teatro paraguayo que también espera una merecida medalla de
reconocimiento, especialmente por ser pionera en la actividad de teatro para
niños y de haber realizado memorables papeles en comedias nacionales.
Los
varones tuvieron también distinto destino. En el programa se origino el dúo que
estaría por cumplir los cuarenta años. Los Compadres, Rafael Rojas Daria y
Cesar Álvarez Blanco. Sergio Enrique Dacak, que después fue ganado por la política
era un impagable Don Otto, acompañado por su compatriota don 'Whilem, que era
nada menos que Raúl Valentino Benítez, actor de primera línea después en el
teatro, especialmente en una comedia que debe ser inolvidable para el actor
como es inolvidable para el autor, Mustafá, donde encarnaba a un inmigrante árabe
(turco se decía) con tanto respeto y convicción, que mereció un agradecimiento
del Club Sirio. Alejo Vargas, hoy alejado del teatro donde impuso su talento
por muchos años, componía un pintoresco y tímido Dr. Bastardilla. Y también César
García, cuyo personaje, Bolidote, fue recogido por el habla popular como
sinónimo de tonto, o de torpe. Últimamente, Cesar García se presento como candidato a gobernador del Departamento de la
Cordillera, por la lista 1.
La
verdadera historia del nacimiento de Los Compadres empieza con "La Pensión
de Ña Lolita". El programa ya tenía cinco años de duración, y es fama que los viernes, día del programa, Asunción
se volcaba sobre los receptores de radio. El libretista, yo, después de un
lustro de trabajar en lo mismo, estaba ya hasta la coronilla de escribir los Libretos,
tanto, que empezaban a salirme cortos. Entonces les dije a los actuales Compadres:
“Bueno, muchachos, me van a crear personajes pueblerinos, algo así como
compadres entre sí, e improvisen". Les bauticé con sus nombres conocidos
hasta hoy y los solté delante del micrófono con la desesperación de mi hermano
Gerardo, dueño de la radioemisora, siempre puntilloso en cuanto al buen gusto y
al lenguaje. Una nota para la curiosidad es que Los Compadres fueron originalmente
tres, Curú, Curé y Cavará, siendo el tercero Cesar García que componía un
"Curú“ lleno de matices, un campesinote pagado de sí mismo cuyo latiguillo
"¡Nda che respetai nico!", se hizo famoso. En fin también con aquel
programa, los grandes actores que hicieron de compadres, introdujeron en radio
lo que en teatro se llama "la presencia de la ausencia", un personaje
que no está presente, pero es un verdadero protagonista, en la mención del cuarto
compadre, si "compadre Cañete", sobre cuyas andanzas alcohólicas García,
Rojas y Álvarez Blanco componían sobre la marcha coloridas historias llenas de
gracejo y de imaginación.
Los
años pasaron. La mayoría de los muchachos y chicas de aquella generación se
abrieron en distintos caminos. Solo persisten Rafael y César, sujetos por un
compadrazgo que no es de pila bautismal, pero tan duradero como puede serlo en
el arte y en el oficio de hacer reír al prójimo.
Mario
Halley Mora - MHM
MAAADREMÍA CÓMO PUEDE NÓ COMENTARSE..
ResponderEliminarÉS UN RECUERSO INOLVIDABLE PARA GENTE DE MÍ GENERACIÓN..PASA QUE YÓ CREO QUE A LOS DE MÍ ÉPOCA POCO O NADA TIENEN O NÓ QUIEREN ÉSTE APARATITO. AQUÍ SE SE ENCUENTRA MUUUCHOS RECUERDOS..
GRACIAS POR ÉSTE ARTICULO.
DESDE MADRID .UNA PARAGUAYA