miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA PALABRA Y LOS DIAS: LOS AMIGOS IDOS

Una noticia venida de Hollywood, la antaño rutilante Meca del Cine hoy deslucida, nos pone al corriente de un acto realizado en un cementerio. Pero esta vez no ha sido para rendir homenaje a la memoria de una persona sino para otro fin.
Recordaban a una monita cuyas travesuras hicieron las delicias de tantos seres humanos de la más variada edad. O sea, aquella chimpancé llamada Chita, infaltable en los filmes de Tarzan. Por aquel  entonces, el apolíneo Johnny Weismuller era el héroe de las mas o menos descabelladas y, al mismo tiempo, simples aventuras del teórico personaje creado por la fecunda imaginación de Edgar Rice Burrough. De paso, digamos que Tarzan, según opinan algunos críticos, fue una creación  novelesca inspirada en la lectura de los relatos de Rudyard Kipling, como "Cuentos de la Selva" y otros.
Pero este es otro tema y hoy nos ocupa la mención de Chita. De cuando en cuando, en algún cine de barrio se la puede ver todavía en la pantalla para delicia de la gente menuda y de nosotros los grandes, porqué no reconocerlo. La simpática monita murió en octubre de 1962, hace siete años, pero por mucho tiempo estará en el recuerdo. No será el primer animal cuyo paso entre los humanos quedara grabado para siempre en la memoria de éstos. Los famosos gansos del Capitolio de Roma cuyo alboroto advirtió del peligro que en ese momento se cernía sobre la ciudad. Ni qué decir del perro de Alcibíades. Erase este un político muy célebre por sus notables rasgos de ingenio. El mas recordado de todos éstos ocurrió cuando dispuso cortarle la cola a su perro, para que los atenienses al hablar de esta humorada cruel dejasen de repetir los rumores poco edificantes que circulaban sobre el amo del animal. Es fácil comprender la tristeza del pobre can a mas de su dolor físico al serle extirpada la cola. Sin embargo, nada quizás debió haber sido peor para el animalito que la siguiente ocurrencia de Alcibíades, consistente en disfrazar al perro con la piel de un león para hacer una broma a quienes decían de todo de el. En el paraíso reservado a los animales virtuosos, seguramente estará también la perrita Laika. Porque en la conquista espacial, y aunque esto hiera el orgullo de los seres humanos, fueron los llamados irracionales los pioneros. Monos, porros, insectos fueron lanzados al frio o inhospitalario cosmos como chivos emisarios, antes de que el hombro adelantase sus cautelosos pies en el desconocido pantano sideral. Otros habitantes de ese Olimpo de los animales seria Babieca, el caballo de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, caudillo español en la lucha contra la civilización árabe en España. Y ni qué decir de Rocinante, que si bien fue un mito como su gran jinete Don Quijote, merece los honores de un "yvaga" zoológico.
La información traída en estos días por un despacho de prensa actualiza también la presencia en un comentario de Hollywood de los restos de aquel otro maravilloso actor perruno llamado Rin Tin Tin, el notable animal cuyas aventuras deleitaron a muchos hombros hoy maduros o ya viejos. Alguna desvaída película aparece de pronto por ahí y no deja de causar una indefinible emoción en los adultos verificar que los niños de hoy sienten el mismo encanto y exaltación que aquellos otros niños, frente a las andanzas de ese Rin Tin Tin posiblemente inspirado en la inolvidable novela de Jack London, "Colmillo Blanco".
Este perro notorio os predecesor de ese otro animal célebre que exploro el mundo sideral atado con arneses en el interior de una cabina hermética, o sea Laika, la perrita cósmica. Sobre la tumba de Rin Tin Tin hay una lapida con este texto aproximado: "Aquí descansa Rin Tin Tin, héroe de mil películas. Como actor fue menos perro que mas de uno.." Laika tiene como tumba el universo entero y su lapida está escrita con las estrellas en el inmenso pizarrón del infinito.
Atila decía que donde su caballo pisaba el pasto ya no crecería nunca. El bárbaro quo aterrorizo a Roma dejo una injusta impresión del noble bruto que montaba. Pero el caballo de Atila naturalmente esta absuelto de las atrocidades de su amo. También hubo una voz en la antigua Italia, hace unos 700 años, un hombro buenísimo, manso y pacifico, amigo de las aves y de los lirios. Se llamaba Francisco de Asís. Decía que los animales eran nuestros hermanitos menores y cierta vez apaciguo a un lobo que asolaba la comarca acariciando al feroz animal mientras le decía: "Paz, hermano lobo". Francisco de Asís exalto la amistad del hombre y los seres llamados irracionales.
Todos tenemos un amigo así, algunos ya idos para siempre. Los niños sienten la tristeza del perrito que murió envenenado por la maldad de una vecina neurótica. O añoran al compañerito de juegos capturado por la perrera.
Los animales superan las hazañas de los hombres, a veces como Rin Tin Tin, eximio actor, y Chita, inimitable actriz cómica. O Laika, heroica aventurera espacial.
Por eso, entre nuestros amigos idos a quienes recordamos emocionados están estos seres humildes de la Creación. Ellos nos dieron horas de alegría, compañía y protección. Deseamos por eso que exista para ellos un Olimpo feliz, un Paraíso, un "yvaga".
·         Yvaga, en guaraní, el Paraiso

Gerardo Halley Mora