domingo, 31 de agosto de 2014

Microcuentos: Encuentro

Volví a ver a mi primer amor. Me regaló la sombra de una sonrisa y se fue del brazo de su esposo. Le devolví su esbozo de sonrisa y me fui del brazo de mi esposa. Pero las dos sonrisas quedaron allí, se tomaron de la mano y se fueron caminando por las calles de la nostalgia.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Suceso

Inmensa pena causó en diversos círculos la muerte de aquel ciudadano de excepción. EI Comercio, la Industria, el Deporte y la Cultura rindieron banderas enlutadas. Los diarios le dedicaron sentidos artículos necrológicos, y uno de ellos expreso que la Patria inclinaba la testa, entristecida por la perdida. Sin embargo, poquísima gente fue al entierro. Llovió.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Frustracion

Su manía eran los velorios. Gustaba del morboso placer de dar las condolencias. Envidiaba el dolor de los parientes y hasta la triste majestad del cadáver yacente entre maderos lustrosos y raso. Vivía soñando en su propio velorio como el pobre sueña en su casita propia, y se pasaba horas de insomnio imaginando su ataúd, la montaña de coronas y las frases patéticas estampadas en el álbum a la luz de los cirios. Tanto esperó que al fin se cumplió el sueño de su vida: Morir. Pero al único velorio al que no pudo asistir fue al suyo, porque murió ahogado y se lo llevo el río.
Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Historia

Cuando el era niño, su madre enviudo y se casó de nuevo. Su padrastro quería tener familia suya, y lo enviaron a vivir con una tía. Apretó los labios y no se quejó. Se hizo hombre y castigo a su madre en todas las mujeres. No amo a ninguna y usó a todas. Cuando necesitaba compañía femenina, la pagaba. Pagaba a sus amantes, a sus enfermeras, a sus compañeras de excursión, a la que le cuidaba la ropa y a la que limpiaba su departamento. Murió viejo y solo, y en la soledad del gran dormitorio, cuando sentía que se hundía en aquella nada sin nombre, tendió las manos y susurro el llamado tierno y desesperado que postergó desde siempre: ¡Mamá!
Mario Halley Mora – MHM

domingo, 17 de agosto de 2014

TEATRO - A media luz los tres

No hay teatro arcaico, pasado, presente, antiguo, ni futurista o moderno. Simplemente hay teatro. Bien hecho o mal hecho porque todo libro teatral, todo autor consagrado, son en sí mismos, un desafío actoral y autoral.
Un Calderón mal montado, mal actuado y peor dirigido es menos valido como fenómeno teatral que un Julio Correa bien realizado y actuado. Obras ni autores envejecen, son siempre actuales en la medida que el talento los revive. Los vigoriza y la dan contenidos actuales, y si un autor como Shakespeare sigue vigente, es sencillamente porque el genio no se agota con el tiempo y todo consiste en saber expresarlo.
Miguel Mihura, desde luego, esté lejos de Shakespeare, en el tiempo y en el genio, pero es un autor representativo de España, y si se dio a la comedia ligera, es porque en esa cuerda daba su talento. Que existe, que es real, que se ve, se palpa, se goza desde la platea, especialmente cuando le sirven con buen montaje, con buena dirección y con un desborde de talento que surge de una actriz como Pilar Civera.
De Mihura, vi en el Municipal "A media luz los tres". Y me felicité porque como miembro de la comisión interna, nos jugamos por la Compañía Hispano - Paraguaya para que abriera la temporada. Primero, porque estaba dispuesta a enfrentar la sequia teatral de marzo, segundo porque era la única compañía con obra montada y ensayada, y tercero, porque Mihura es digno de iniciar una temporada, y porque surgía una nueva compañía dispuesta a amalgamar lo paraguayo con lo español. Y no estuvimos equivocados. Hubo aplausos, hubo elogios, hubo la satisfacción del descubrimiento de una figura femenina que, de seguir aquí, va a contribuir mucho, haciendo lo que sabe, sin hacer sombra, sin competir, con humildad y con talento.
En Pablo Villamar, actor - director, también tenía fe. Porque sabía que sabía de teatro. Sin importarme que fuera fascista, anarquista nihilista o Rosacruz, que es cosa, privativa de él. Ni me impresiono qua le consideraran "antipático", “petulante" y qua le hicieran reportajes con trampa. Lo importante era qué podría hacer, y como de bien, sobre el escenario. Y lo hizo bien. Monto dignamente una obra. No hubo claques para inventarle aplausos, sino aplausos sinceros, que es al menos lo que yo oí.
Y me felicito por este resultado que obtuvo. Al vapuleo respondió con su trabajo, y su trabajo resulto bueno. Puede que la crítica diga que no, todo depende del punto de vista o del prejuicio, o de la inesperada xenofobia que agarro a algunos como un resfrío de moda. Pero en última instancia todo se reduce a la actitud de un hombre que responde con trabajo al cuestionamiento, que se debe reconocer como noble, la actitud, digo.
Un hombre de teatro puede ser argel, resistido y mal interpretado. Es cuestión de un carácter o de nuestros resquemores. Pero lo que se debe evaluar es su valía profesional, y en ese sentido, Villamar vale.
Puede aprender y enseñar, y tiene títulos para participar en este renacimiento teatral que todos queremos, que no es tarea de uno solo, ni de un grupo, ni de un sector, sino de todos, de paraguayos y extranjeros, cuya carta de presentación sea la capacidad.

Mario Halley Mora - MHM

viernes, 15 de agosto de 2014

ESTAMPAS: ¿Cuando los gringos tiene razón?

Resulta hasta insólito que tengamos en nuestro país un inmigrante... norteamericano. Pero nuestro interlocutor lo es. Visito el Paraguay, le gusto. Vendió una granja allá por Ohio y vino a instalarse en ltapua. Es dueño de una empresa que cuenta con maquinaria agrícola y trabaja en la prospera zona, con buenos resultados. Esta feliz, tiene hijos paraguayos y no piensa volver a su país.
Porque está entusiasmado con el nuestro. Dice que no debemos preocupamos mucho del petróleo, porque nuestro porvenir esté en la producción de alimentos, y para eso hay tierras hasta el año 2050, según dice. Y agrega en tono escandalizado: “Pero Uds. ni se dan cuenta en el paraíso en que viven.  En países del Asia la gente se mantiene con una ración de arroz al día, en África hay hambre terrible y desertificación. Y aquí en el Paraguay no sabemos dónde poner el trigo y la soja, y estamos pidiendo a gritos más silos y más transportes. Este país "sufre" de abundancia,  y están en camino de ser un inmenso granero".
Su entusiasmo es evidente y apelamos a nuestros flacos conocimientos de economía para decirle algo como que, claro, cuando entremos en la industrialización... “¡Alto ahí! — nos replica — está bien una industrialización para aprovechar toda la energía que el país dispone y va a disponer. Para fabricar fertilizantes que en cinco años más vamos a necesitar en enormes cantidades, algo de acero y alcohol combustible. Y pequeñas industrias para darle valor agregado a nuestras materias primas y exportar manufacturas, pero en el resto. .. jamás van a competir con el coloso industrial brasileño y tampoco con la Argentina, con todas sus dificultades. Dejen que ellos fabriquen sus automóviles y sus electrodomésticos, y vamos a preocuparnos nosotros los paraguayos de producir Io que más necesita el mundo: alimentos".
Me llevo mucho tiempo comprender su punto de vista, y al final me incline a darle la razón. El niño africano necesita más comer una banana que licuarla. Entonces vamos a ponernos a cultivar bananas y dejar que otros fabriquen las licuadoras . . . que posiblemente el niño africano no pueda comprar jamás. Por lo demás, ya estamos en eso. Estamos realizando un sostenido esfuerzo agrícola con buenos resultados, y no me parece que el nivel de vida haya bajado porque importamos las manufacturas que no producimos.
De hecho, miro a mí alrededor, mi heladera, mi coche, sus cubiertas, el ventilador, el televisor. son brasileros. Hay una máquina de coser, una licuadora y una cocina argentinas, mi cámara fotográfica es alemana y la de escribir norteamericana. Pero mi pan es paraguayo, y la mandioca, y la carne, y las verduras, y el aceite, las frutas y hasta el arroz con leche. ¿Salgo o no ganando? ¿Vivo mejor o peor que un hombre de mi nivel en un país industrializado como Venezuela, digamos, que importa verduras de California? No sé.
Lo cierto es que entre tanto reflexionar por culpa del gringo aquél, se me ha pasado el tiempo, miro mi reloj japonés y me voy volando a la oficina.
Mario Halley Mora - MHM (5/03/1985)

miércoles, 6 de agosto de 2014

ESTAMPAS - Cazadora de Hombres

No es nada extraño que el hombre sea una pieza de caza. Es mas, en muchas novelas, filmes y cuentos, los cazadores apasionados que han probado todas las emociones de ese “deporte", enfrentarse al tigre de Bengala, al poderoso, torpe y asesino rinoceronte, a la veloz pantera, al valiente león, no deja de soñar con la presa superior a todas esas fieras, una presa que tenga inteligencia y no solo instinto, y que es capaz de volverse cazador de su propio perseguidor: el hombre.
Y allí, en ese estadio de la pasión de perseguir y de matar, el cazador entra en el territorio de la locura, de la obsesión enfermiza, y ya no  tendrá paz hasta que tenga en la mira del fusil la presa humana, y apriete el gatillo con el mismo placer con que contrae todo su cuerpo en el clímax sexual.
Al ubicuo Dr. Mengele, autor de horribles crímenes contra la humanidad, le corresponde el triste honor de ser la presa humana más codiciada del mundo. Ha cometido actos innombrables y quienes lo persiguen son la civilización, la justicia, las leyes, los jueces ante los que debe rendir cuenta de sus atrocidades.
Pero al margen de esta justa persecución, su nombre, sus actos, su condición bestial, ha detonado la locura, el complejo de “Diana Cazadora", en una mujer que ha hecho la razón de su vida el capturar la codiciada presa. La hemos mirado de cerca, y tiene en los ojos esa luz fija, fanática, de la obsesiva.  incluso se ve que ha apostado su propio juicio contra el éxito de la caza del hombre, porque en el fondo debe saber que una frustración, su derrota ante la presa que se escondió en las montañas, o entre las multitudes de las grandes ciudades, o en el refugio total de una sepultura, la llevara al delirio y a su destrucción mental, que no esté muy lejos, desde el momento que ya ha transitado dos tercios del camino hacia la camisa de fuerza: un tercio, ha perdido la paz interior, otro tercio, su raciocinio ha sido borrado por la obsesión fanática, solo falta la frustración para que su mundo interior estalle y se sumerja en las horridas sombras de la locura.
El odio que le sale por todos los poros se justifica en sí mismo por la calidad de su presa, pero se sabe que el odio controlado es motivación y pasión todavía de signo positivo, pero el odio desatado e irracional es como montar la propia razón en un potro loco. Y cuando el odio es así, no hay ni siquiera un justificable sentimiento de venganza, o un noble sentimiento de hacer justicia, sino una irrefrenable compulsión de capturar la presa, clavarle las uñas y devorar sus entrañas.
Caso típico del cazador enfermizo que se vuelve tan brutal como su presa. Lo mas triste del caso, como ya lo narro Hemingway; es que el cazador enceguecido por su obsesión, poco a poco se va identificando con su presa. Se lo va pareciendo cada vez mas, porque, explica el gran escritor, si el amor es una comunión de la ternura, el odio es una comunión de la ferocidad, une un vinculo terrible a perseguidor y perseguido, y muerto el perseguido, la sangre no se borra de las manos del cazador, ni deja de instalar para siempre en su lengua el gusto de la sangre.
Muerto Mengele la bestia, quedara en el repertorio humano Beate, su cazadora. Ambos, para sembrar escalofríos en el mundo. Así es la cosa. Y no nos debería importar, si esta señora, fanática de la saña, no de la justicia, no hubiera elegido nuestro inocente país, como coto de su alucinante cacería.
Mario Halley Mora - MHM

domingo, 3 de agosto de 2014

ESTAMPAS: Deuda externa y Biblia

Algo debe andar mal, muy mal, en este mundo. cuando que al nacer un negrito en la más mísera de las favelas del Brasil, y sólo por el hecho de nacer, ya está debiendo 1.000 dólares. Sin haber comido nada, sin haber consumido nada, con sólo salir de la cálida proyección de las entrañas maternas, ya tiene encima una enorme deuda. Lo mismo puede decirse de un bebé argentino, colombiano o mexicano. Es el peso de la deuda externa de estos países, y de otros, sobre el que un economista dice que “hipoteca todo el porvenir de Latinoamérica".
Un político, López Michelsen, ex presidente de Colombia, dice que “hipoteca toda la soberanía de Latinoamérica", mientras que otro político apunta que el país de mayor deuda externa no está en Latinoamérica, sino en el Norte, en los mismísimos Estados Unidos de América, que es el país de más grande deuda externa en el mundo, pero con la ventaja de que sus banqueros pueden elevar arbitrariamente los intereses de las deudas latinoamericanas, mientras el Tio Sam especula con el alza y la baja de sus dólares y allí no ha pasado nada.
En esta coyuntura, se recuerda que durante la gran depresión de los años treinta, la situación internacional era casi la misma, y que el único país en el mundo que logro pagar su deuda externa, fue Finlandia. Al resto, se les tuvieron que condonar, posiblemente porque entonces había un poco más de buen juicio en este mundo. Hoy, existen países que si destinaran todas sus exportaciones a pagar la deuda, y no importaran absolutamente nada, en un año, sólo estarían pagando los intereses, y el capital seguiría aplastando su economía y su porvenir. Lindo panorama. Y suerte que en ese orden de cosas, nuestro país está fuera de la ruta del alud, aunque indudablemente, el cataclismo del "entorno" continental, nos hará llegar sus sacudidas.
A esta altura de las cosas. Fidel Castro, siempre a la pesca de la oportunidad de liderar cualquier causa "simpática", lanza la consigna de NO PAGAR y se acabó, un remedio peor que la enfermedad misma, porque al que no paga se le cierra el crédito, y sin crédito, los llamados "países pobres" o del "tercer mundo" o “"subdesarrollados" o en "vías de desarrollo" caerán en la catástrofe social, económica y política. Circulo vicioso perfecto: si no paga los créditos de ayer no tendrá los créditos de hoy. Y el crédito es el soporte de economías nacionales, por centenares.
Ahora bien, se preguntará el lector: ¿A qué viene eso de la Biblia en el titulo? La respuesta está en Levítico, que habla del año del Jubileo, entre los hebreos, que se celebra cada siete años, lapso llamado de "rescate general". En esas celebraciones "cada cual recobrará su posesión" (aunque deba por ella. se supone). Y habla también de las angustias del deudor moroso, el cual. "si no hallare arbitrio de juntar el precio. retendrá el comprador (acreedor) lo comprado hasta el año del Jubileo. en el cual todo lo vendido se ha de restituir a su antiguo dueño y poseedor".
Con razón dicen que la Biblia es el Libro de los Libros, refugio, amparo, consuelo y solución de la desesperanza y la angustia. Porque volviendo a nuestro tiempo, la convicción es que la deuda externa no se va a poder pagar, o se la va a pagar condenando a la pobreza a las dos terceras partes de la humanidad, y que la solución está en un nuevo orden económico mundial, que debe empezar, volviendo a la Biblia, creando un plazo para pagar, y vencido el plazo.. . ¡Jubileo! Todo el mundo recuperando lo suyo... y a empezar de nuevo.
No hay otra solución. No hay otro camino, salvo aquel que lleve al cataclismo... sin necesidad de gastar mucho en bombas atómicas.
Mario Halley Mora - MHM

sábado, 2 de agosto de 2014

ESTAMPAS: Desafío a los Arquitectos

En realidad, nuestro titulo no es nada agresivo, porque no se trata de desafiar como personas a los arquitectos, sino a su ciencia, a sus conocimientos profesionales, a su creatividad, a su imaginación, y alla en el fondo. a su sensibilidad social. Pero primero hablemos de la palma del caranda'y, una de las nobles especies vegetales de nuestro país, tan abundante, que muchos no vacilan en calificar de “plaga”, sin entrar en consideración de su gran utilidad, y de su enorme versatilidad, y de su notoria economía, pues basta cortarla y ya está, no necesita de aserraderos, de cepilladas, nada. Del árbol a la obra, y punto. Entramos en una casa centenaria y miramos el techo, y allí están los irreductibles tirantes de palmas, inmunes a la pudrición, victoriosos contra el cupi'i, vencedores del tiempo, duros y eficaces como el primer día, mientras los adobes se derriten y las tacuaras puestas a modo de alfajías ceden. Después vamos a un embarcadero menor, y vemos esas mismas palmas, sin breas protectoras, sin pinturas aislantes, clavarse en el fango del rio para soportar airosamente pontones sin ser atacados por el agua, sin ser deteriorados por la humedad. En la ciudad, soportan por años los cables telefónicos y eléctricos. En el campo, soportan la estructura de puentes; partidos por el medio. estos palos forman las “murallas” de las canchas de fútbol, son pilares del rancho, o del galpón, son vigas, son tirantes, son el soporte de los corrales, recios, permanentes, reacios al fuego. Es la madera ideal, abundante, barata, fea pero tremendamente eficaz.
Y después de decir todo esto, pasemos a los problemas de los inundados, los fugitivos del rio, las víctimas de los caprichos de la Naturaleza que cada vez que suben las aguas cargan al hombro sus bártulos y van a apiñarse en los bordes de la ciudad, configurando un espectáculo de angustia y desesperanza, que desaparece cuando el río baja y los inundados vuelven, pero reaparecen cuando las aguas vuelven a subir. De ahí nuestro desafío: los arquitectos saben que las poblaciones ribereñas son inevitables, porque son de gente humilde que viven de la ayudita del rio y del trabajo en la ciudad. No se pueden alejar ni del río que alimenta ni de la ciudad que proporciona trabajo. Entonces, que venga el proyecto, con la palma caranda'y como protagonista. Un proyecto de “urbanización” peculiar, lacustre, es decir con casas sostenidas por palmas a la mayor altura de las inundaciones, como se ven en poblaciones en los extensos litorales fluviales de Sud América. Pequeñas casas de las que en la sequía se baja por escaleras. y en las inundaciones, se moviliza la gente con botes, pero permanecen allí, esas casas, y no insumen más espacios que los improvisados ranchos posados en la tierra caprichosa y anegadiza. El material ideal está dado: la palma de caranda'y, nada más que cuatro palos recios para soportar una plataforma. Lo que no es inventar la pólvora, sino aprovechar experiencias centenarias de las poblaciones ribereñas, como las que vieron en las costas del Pacifico los primeros conquistadores españoles, con sus casas indígenas instaladas sobre altas plataformas, y debajo, el agua impotente e incapaz de hacer daño. Pequeña Venecia, dijeron los españoles al ver esos pueblos y villorrios lacustres, y de allí viene el nombre de Venezuela, para lo que hoy es un gran país. Cuestión entonces, que es mejor: la cíclica y desesperada fuga de los inundados, o caseríos estables y fuera del castigo de las aguas. Solución casi permanente, porque la famosa remodelación de la bahía, es cuestión de nunca acabar.
Mario Halley Mora - MHM