miércoles, 15 de octubre de 2014

Microcuentos: LA VIDA CONTINUA

Llevaba ocho días de enterrado. Al noveno, su viuda se decidió a abrir las ventanas de la casa y entró el sol con un brillo casi irreverente. Por la tarde ella se miro al espejo, se vio pálida y se permitió un toquecito de maquillaje. Un poco después, su hija regreso del Colegio, puso un disco en el combinado y la música saco como a empujones a la tristeza que había estado fermentando en la obscuridad de la casa cerrada. Más tarde, sonó el teléfono y el hijo atendió la llamada de una chica y hubo risas. El olvido había empezado.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: 49 ANOS

Cuando cumplí cuarenta y nueve años, mire un álbum y encontré un retrato de mi padre, que murió a los 42. Absurdo y real, allí estaba mi padre, más joven que yo destruyendo una relación que creía eterna. Entonces, me di cuenta que me acababa de recibir de viejo.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: EL RIO

Cuando iba rio arriba, divisé desde el barco el ranchito que se alzaba en la costa. Una mujer lavaba ropa, dos chiquillos jugaban en la playita, y el hombre pescaba ia comida del día. Tiempo después, regresando rio abajo, vi que las aguas habían crecido y del ranchito apenas se veía el techo pajizo. Los cuatro se habían marchado a empezar de nuevo. Y entonces pensé que el rio es como la vida: nos alimenta de a poco, y nos come de golpe.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: EL FIN DEL MUNDO

Todos lo observatorios astronómicos del mundo, los científicos y las computadoras, confirmaron que el fin del mundo ocurriría dentro de cien años. Cada habitante del planeta suspiro de alivio porque no vería el cataclismo. Y en realidad, ese día, cien años antes, empezó el fin del mundo.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: HOMBRE FELIZ

Volvieron los mensajeros e informaron al Rey que el hombre feliz no tenía camisa. Entonces el Rey firmo un Decreto prohibiendo a todos los hombres del reino que usaran camisa. Pero en vez de una epidemia de felicidad hubo otra de pulmonía. Furioso, el Rey hizo ahorcar a los mensajeros por mentirosos.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: EXTREMOS

El nieto y el abuelo, sentados en el verde césped, veían pasar el tren, como de juguete, allá en el fondo del valle. El abuelo, que había venido de muchas partes y estaba llegando a destino, se preguntaba: “¿De donde vendrá?". El nieto, que aún tenía que andar todos los caminos, se preguntaba: “¿Adonde ira?".
Mario Halley Mora – MHM

lunes, 6 de octubre de 2014

Microcuentos: EL RIO

Cuando iba rio arriba, divisé desde el barco el ranchito que se alzaba en la costa. Una mujer lavaba ropa, dos chiquillos jugaban en la playita, y el hombre pescaba ia comida del día. Tiempo después, regresando rio abajo, vi que las aguas habían crecido y del ranchito apenas se veía el techo pajizo. Los cuatro se habían marchado a empezar de nuevo. Y entonces pensé que el rio es como la vida: nos alimenta de a poco, y nos come de golpe.
Mario Halley Mora – MHM

domingo, 14 de septiembre de 2014

Microcuentos: El fin del mundo

Todos lo observatorios astronómicos del mundo, los científicos y las computadoras, confirmaron que el fin del mundo ocurriría dentro de cien años. Cada habitante del planeta suspiro de alivio porque no vería el cataclismo. Y en realidad, ese día, cien años antes, empezó el fin del mundo.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Hombre feliz

Volvieron los mensajeros e informaron al Rey que el hombre feliz no tenía camisa. Entonces el Rey firmo un Decreto prohibiendo a todos los hombres del reino que usaran camisa. Pero en vez de una epidemia de felicidad hubo otra de pulmonía. Furioso, el Rey hizo ahorcar a los mensajeros por mentirosos.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Extremos

El nieto y el abuelo, sentados en el verde césped, veían pasar el tren, como de juguete, allá en el fondo del valle. El abuelo, que había venido de muchas partes y estaba llegando a destino, se preguntaba: “¿De donde vendrá?". El nieto, que aún tenía que andar todos los caminos, se preguntaba: “¿Adonde ira?".

Mario Halley Mora – MHM

domingo, 31 de agosto de 2014

Microcuentos: Encuentro

Volví a ver a mi primer amor. Me regaló la sombra de una sonrisa y se fue del brazo de su esposo. Le devolví su esbozo de sonrisa y me fui del brazo de mi esposa. Pero las dos sonrisas quedaron allí, se tomaron de la mano y se fueron caminando por las calles de la nostalgia.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Suceso

Inmensa pena causó en diversos círculos la muerte de aquel ciudadano de excepción. EI Comercio, la Industria, el Deporte y la Cultura rindieron banderas enlutadas. Los diarios le dedicaron sentidos artículos necrológicos, y uno de ellos expreso que la Patria inclinaba la testa, entristecida por la perdida. Sin embargo, poquísima gente fue al entierro. Llovió.

Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Frustracion

Su manía eran los velorios. Gustaba del morboso placer de dar las condolencias. Envidiaba el dolor de los parientes y hasta la triste majestad del cadáver yacente entre maderos lustrosos y raso. Vivía soñando en su propio velorio como el pobre sueña en su casita propia, y se pasaba horas de insomnio imaginando su ataúd, la montaña de coronas y las frases patéticas estampadas en el álbum a la luz de los cirios. Tanto esperó que al fin se cumplió el sueño de su vida: Morir. Pero al único velorio al que no pudo asistir fue al suyo, porque murió ahogado y se lo llevo el río.
Mario Halley Mora – MHM

Microcuentos: Historia

Cuando el era niño, su madre enviudo y se casó de nuevo. Su padrastro quería tener familia suya, y lo enviaron a vivir con una tía. Apretó los labios y no se quejó. Se hizo hombre y castigo a su madre en todas las mujeres. No amo a ninguna y usó a todas. Cuando necesitaba compañía femenina, la pagaba. Pagaba a sus amantes, a sus enfermeras, a sus compañeras de excursión, a la que le cuidaba la ropa y a la que limpiaba su departamento. Murió viejo y solo, y en la soledad del gran dormitorio, cuando sentía que se hundía en aquella nada sin nombre, tendió las manos y susurro el llamado tierno y desesperado que postergó desde siempre: ¡Mamá!
Mario Halley Mora – MHM

domingo, 17 de agosto de 2014

TEATRO - A media luz los tres

No hay teatro arcaico, pasado, presente, antiguo, ni futurista o moderno. Simplemente hay teatro. Bien hecho o mal hecho porque todo libro teatral, todo autor consagrado, son en sí mismos, un desafío actoral y autoral.
Un Calderón mal montado, mal actuado y peor dirigido es menos valido como fenómeno teatral que un Julio Correa bien realizado y actuado. Obras ni autores envejecen, son siempre actuales en la medida que el talento los revive. Los vigoriza y la dan contenidos actuales, y si un autor como Shakespeare sigue vigente, es sencillamente porque el genio no se agota con el tiempo y todo consiste en saber expresarlo.
Miguel Mihura, desde luego, esté lejos de Shakespeare, en el tiempo y en el genio, pero es un autor representativo de España, y si se dio a la comedia ligera, es porque en esa cuerda daba su talento. Que existe, que es real, que se ve, se palpa, se goza desde la platea, especialmente cuando le sirven con buen montaje, con buena dirección y con un desborde de talento que surge de una actriz como Pilar Civera.
De Mihura, vi en el Municipal "A media luz los tres". Y me felicité porque como miembro de la comisión interna, nos jugamos por la Compañía Hispano - Paraguaya para que abriera la temporada. Primero, porque estaba dispuesta a enfrentar la sequia teatral de marzo, segundo porque era la única compañía con obra montada y ensayada, y tercero, porque Mihura es digno de iniciar una temporada, y porque surgía una nueva compañía dispuesta a amalgamar lo paraguayo con lo español. Y no estuvimos equivocados. Hubo aplausos, hubo elogios, hubo la satisfacción del descubrimiento de una figura femenina que, de seguir aquí, va a contribuir mucho, haciendo lo que sabe, sin hacer sombra, sin competir, con humildad y con talento.
En Pablo Villamar, actor - director, también tenía fe. Porque sabía que sabía de teatro. Sin importarme que fuera fascista, anarquista nihilista o Rosacruz, que es cosa, privativa de él. Ni me impresiono qua le consideraran "antipático", “petulante" y qua le hicieran reportajes con trampa. Lo importante era qué podría hacer, y como de bien, sobre el escenario. Y lo hizo bien. Monto dignamente una obra. No hubo claques para inventarle aplausos, sino aplausos sinceros, que es al menos lo que yo oí.
Y me felicito por este resultado que obtuvo. Al vapuleo respondió con su trabajo, y su trabajo resulto bueno. Puede que la crítica diga que no, todo depende del punto de vista o del prejuicio, o de la inesperada xenofobia que agarro a algunos como un resfrío de moda. Pero en última instancia todo se reduce a la actitud de un hombre que responde con trabajo al cuestionamiento, que se debe reconocer como noble, la actitud, digo.
Un hombre de teatro puede ser argel, resistido y mal interpretado. Es cuestión de un carácter o de nuestros resquemores. Pero lo que se debe evaluar es su valía profesional, y en ese sentido, Villamar vale.
Puede aprender y enseñar, y tiene títulos para participar en este renacimiento teatral que todos queremos, que no es tarea de uno solo, ni de un grupo, ni de un sector, sino de todos, de paraguayos y extranjeros, cuya carta de presentación sea la capacidad.

Mario Halley Mora - MHM

viernes, 15 de agosto de 2014

ESTAMPAS: ¿Cuando los gringos tiene razón?

Resulta hasta insólito que tengamos en nuestro país un inmigrante... norteamericano. Pero nuestro interlocutor lo es. Visito el Paraguay, le gusto. Vendió una granja allá por Ohio y vino a instalarse en ltapua. Es dueño de una empresa que cuenta con maquinaria agrícola y trabaja en la prospera zona, con buenos resultados. Esta feliz, tiene hijos paraguayos y no piensa volver a su país.
Porque está entusiasmado con el nuestro. Dice que no debemos preocupamos mucho del petróleo, porque nuestro porvenir esté en la producción de alimentos, y para eso hay tierras hasta el año 2050, según dice. Y agrega en tono escandalizado: “Pero Uds. ni se dan cuenta en el paraíso en que viven.  En países del Asia la gente se mantiene con una ración de arroz al día, en África hay hambre terrible y desertificación. Y aquí en el Paraguay no sabemos dónde poner el trigo y la soja, y estamos pidiendo a gritos más silos y más transportes. Este país "sufre" de abundancia,  y están en camino de ser un inmenso granero".
Su entusiasmo es evidente y apelamos a nuestros flacos conocimientos de economía para decirle algo como que, claro, cuando entremos en la industrialización... “¡Alto ahí! — nos replica — está bien una industrialización para aprovechar toda la energía que el país dispone y va a disponer. Para fabricar fertilizantes que en cinco años más vamos a necesitar en enormes cantidades, algo de acero y alcohol combustible. Y pequeñas industrias para darle valor agregado a nuestras materias primas y exportar manufacturas, pero en el resto. .. jamás van a competir con el coloso industrial brasileño y tampoco con la Argentina, con todas sus dificultades. Dejen que ellos fabriquen sus automóviles y sus electrodomésticos, y vamos a preocuparnos nosotros los paraguayos de producir Io que más necesita el mundo: alimentos".
Me llevo mucho tiempo comprender su punto de vista, y al final me incline a darle la razón. El niño africano necesita más comer una banana que licuarla. Entonces vamos a ponernos a cultivar bananas y dejar que otros fabriquen las licuadoras . . . que posiblemente el niño africano no pueda comprar jamás. Por lo demás, ya estamos en eso. Estamos realizando un sostenido esfuerzo agrícola con buenos resultados, y no me parece que el nivel de vida haya bajado porque importamos las manufacturas que no producimos.
De hecho, miro a mí alrededor, mi heladera, mi coche, sus cubiertas, el ventilador, el televisor. son brasileros. Hay una máquina de coser, una licuadora y una cocina argentinas, mi cámara fotográfica es alemana y la de escribir norteamericana. Pero mi pan es paraguayo, y la mandioca, y la carne, y las verduras, y el aceite, las frutas y hasta el arroz con leche. ¿Salgo o no ganando? ¿Vivo mejor o peor que un hombre de mi nivel en un país industrializado como Venezuela, digamos, que importa verduras de California? No sé.
Lo cierto es que entre tanto reflexionar por culpa del gringo aquél, se me ha pasado el tiempo, miro mi reloj japonés y me voy volando a la oficina.
Mario Halley Mora - MHM (5/03/1985)

miércoles, 6 de agosto de 2014

ESTAMPAS - Cazadora de Hombres

No es nada extraño que el hombre sea una pieza de caza. Es mas, en muchas novelas, filmes y cuentos, los cazadores apasionados que han probado todas las emociones de ese “deporte", enfrentarse al tigre de Bengala, al poderoso, torpe y asesino rinoceronte, a la veloz pantera, al valiente león, no deja de soñar con la presa superior a todas esas fieras, una presa que tenga inteligencia y no solo instinto, y que es capaz de volverse cazador de su propio perseguidor: el hombre.
Y allí, en ese estadio de la pasión de perseguir y de matar, el cazador entra en el territorio de la locura, de la obsesión enfermiza, y ya no  tendrá paz hasta que tenga en la mira del fusil la presa humana, y apriete el gatillo con el mismo placer con que contrae todo su cuerpo en el clímax sexual.
Al ubicuo Dr. Mengele, autor de horribles crímenes contra la humanidad, le corresponde el triste honor de ser la presa humana más codiciada del mundo. Ha cometido actos innombrables y quienes lo persiguen son la civilización, la justicia, las leyes, los jueces ante los que debe rendir cuenta de sus atrocidades.
Pero al margen de esta justa persecución, su nombre, sus actos, su condición bestial, ha detonado la locura, el complejo de “Diana Cazadora", en una mujer que ha hecho la razón de su vida el capturar la codiciada presa. La hemos mirado de cerca, y tiene en los ojos esa luz fija, fanática, de la obsesiva.  incluso se ve que ha apostado su propio juicio contra el éxito de la caza del hombre, porque en el fondo debe saber que una frustración, su derrota ante la presa que se escondió en las montañas, o entre las multitudes de las grandes ciudades, o en el refugio total de una sepultura, la llevara al delirio y a su destrucción mental, que no esté muy lejos, desde el momento que ya ha transitado dos tercios del camino hacia la camisa de fuerza: un tercio, ha perdido la paz interior, otro tercio, su raciocinio ha sido borrado por la obsesión fanática, solo falta la frustración para que su mundo interior estalle y se sumerja en las horridas sombras de la locura.
El odio que le sale por todos los poros se justifica en sí mismo por la calidad de su presa, pero se sabe que el odio controlado es motivación y pasión todavía de signo positivo, pero el odio desatado e irracional es como montar la propia razón en un potro loco. Y cuando el odio es así, no hay ni siquiera un justificable sentimiento de venganza, o un noble sentimiento de hacer justicia, sino una irrefrenable compulsión de capturar la presa, clavarle las uñas y devorar sus entrañas.
Caso típico del cazador enfermizo que se vuelve tan brutal como su presa. Lo mas triste del caso, como ya lo narro Hemingway; es que el cazador enceguecido por su obsesión, poco a poco se va identificando con su presa. Se lo va pareciendo cada vez mas, porque, explica el gran escritor, si el amor es una comunión de la ternura, el odio es una comunión de la ferocidad, une un vinculo terrible a perseguidor y perseguido, y muerto el perseguido, la sangre no se borra de las manos del cazador, ni deja de instalar para siempre en su lengua el gusto de la sangre.
Muerto Mengele la bestia, quedara en el repertorio humano Beate, su cazadora. Ambos, para sembrar escalofríos en el mundo. Así es la cosa. Y no nos debería importar, si esta señora, fanática de la saña, no de la justicia, no hubiera elegido nuestro inocente país, como coto de su alucinante cacería.
Mario Halley Mora - MHM

domingo, 3 de agosto de 2014

ESTAMPAS: Deuda externa y Biblia

Algo debe andar mal, muy mal, en este mundo. cuando que al nacer un negrito en la más mísera de las favelas del Brasil, y sólo por el hecho de nacer, ya está debiendo 1.000 dólares. Sin haber comido nada, sin haber consumido nada, con sólo salir de la cálida proyección de las entrañas maternas, ya tiene encima una enorme deuda. Lo mismo puede decirse de un bebé argentino, colombiano o mexicano. Es el peso de la deuda externa de estos países, y de otros, sobre el que un economista dice que “hipoteca todo el porvenir de Latinoamérica".
Un político, López Michelsen, ex presidente de Colombia, dice que “hipoteca toda la soberanía de Latinoamérica", mientras que otro político apunta que el país de mayor deuda externa no está en Latinoamérica, sino en el Norte, en los mismísimos Estados Unidos de América, que es el país de más grande deuda externa en el mundo, pero con la ventaja de que sus banqueros pueden elevar arbitrariamente los intereses de las deudas latinoamericanas, mientras el Tio Sam especula con el alza y la baja de sus dólares y allí no ha pasado nada.
En esta coyuntura, se recuerda que durante la gran depresión de los años treinta, la situación internacional era casi la misma, y que el único país en el mundo que logro pagar su deuda externa, fue Finlandia. Al resto, se les tuvieron que condonar, posiblemente porque entonces había un poco más de buen juicio en este mundo. Hoy, existen países que si destinaran todas sus exportaciones a pagar la deuda, y no importaran absolutamente nada, en un año, sólo estarían pagando los intereses, y el capital seguiría aplastando su economía y su porvenir. Lindo panorama. Y suerte que en ese orden de cosas, nuestro país está fuera de la ruta del alud, aunque indudablemente, el cataclismo del "entorno" continental, nos hará llegar sus sacudidas.
A esta altura de las cosas. Fidel Castro, siempre a la pesca de la oportunidad de liderar cualquier causa "simpática", lanza la consigna de NO PAGAR y se acabó, un remedio peor que la enfermedad misma, porque al que no paga se le cierra el crédito, y sin crédito, los llamados "países pobres" o del "tercer mundo" o “"subdesarrollados" o en "vías de desarrollo" caerán en la catástrofe social, económica y política. Circulo vicioso perfecto: si no paga los créditos de ayer no tendrá los créditos de hoy. Y el crédito es el soporte de economías nacionales, por centenares.
Ahora bien, se preguntará el lector: ¿A qué viene eso de la Biblia en el titulo? La respuesta está en Levítico, que habla del año del Jubileo, entre los hebreos, que se celebra cada siete años, lapso llamado de "rescate general". En esas celebraciones "cada cual recobrará su posesión" (aunque deba por ella. se supone). Y habla también de las angustias del deudor moroso, el cual. "si no hallare arbitrio de juntar el precio. retendrá el comprador (acreedor) lo comprado hasta el año del Jubileo. en el cual todo lo vendido se ha de restituir a su antiguo dueño y poseedor".
Con razón dicen que la Biblia es el Libro de los Libros, refugio, amparo, consuelo y solución de la desesperanza y la angustia. Porque volviendo a nuestro tiempo, la convicción es que la deuda externa no se va a poder pagar, o se la va a pagar condenando a la pobreza a las dos terceras partes de la humanidad, y que la solución está en un nuevo orden económico mundial, que debe empezar, volviendo a la Biblia, creando un plazo para pagar, y vencido el plazo.. . ¡Jubileo! Todo el mundo recuperando lo suyo... y a empezar de nuevo.
No hay otra solución. No hay otro camino, salvo aquel que lleve al cataclismo... sin necesidad de gastar mucho en bombas atómicas.
Mario Halley Mora - MHM

sábado, 2 de agosto de 2014

ESTAMPAS: Desafío a los Arquitectos

En realidad, nuestro titulo no es nada agresivo, porque no se trata de desafiar como personas a los arquitectos, sino a su ciencia, a sus conocimientos profesionales, a su creatividad, a su imaginación, y alla en el fondo. a su sensibilidad social. Pero primero hablemos de la palma del caranda'y, una de las nobles especies vegetales de nuestro país, tan abundante, que muchos no vacilan en calificar de “plaga”, sin entrar en consideración de su gran utilidad, y de su enorme versatilidad, y de su notoria economía, pues basta cortarla y ya está, no necesita de aserraderos, de cepilladas, nada. Del árbol a la obra, y punto. Entramos en una casa centenaria y miramos el techo, y allí están los irreductibles tirantes de palmas, inmunes a la pudrición, victoriosos contra el cupi'i, vencedores del tiempo, duros y eficaces como el primer día, mientras los adobes se derriten y las tacuaras puestas a modo de alfajías ceden. Después vamos a un embarcadero menor, y vemos esas mismas palmas, sin breas protectoras, sin pinturas aislantes, clavarse en el fango del rio para soportar airosamente pontones sin ser atacados por el agua, sin ser deteriorados por la humedad. En la ciudad, soportan por años los cables telefónicos y eléctricos. En el campo, soportan la estructura de puentes; partidos por el medio. estos palos forman las “murallas” de las canchas de fútbol, son pilares del rancho, o del galpón, son vigas, son tirantes, son el soporte de los corrales, recios, permanentes, reacios al fuego. Es la madera ideal, abundante, barata, fea pero tremendamente eficaz.
Y después de decir todo esto, pasemos a los problemas de los inundados, los fugitivos del rio, las víctimas de los caprichos de la Naturaleza que cada vez que suben las aguas cargan al hombro sus bártulos y van a apiñarse en los bordes de la ciudad, configurando un espectáculo de angustia y desesperanza, que desaparece cuando el río baja y los inundados vuelven, pero reaparecen cuando las aguas vuelven a subir. De ahí nuestro desafío: los arquitectos saben que las poblaciones ribereñas son inevitables, porque son de gente humilde que viven de la ayudita del rio y del trabajo en la ciudad. No se pueden alejar ni del río que alimenta ni de la ciudad que proporciona trabajo. Entonces, que venga el proyecto, con la palma caranda'y como protagonista. Un proyecto de “urbanización” peculiar, lacustre, es decir con casas sostenidas por palmas a la mayor altura de las inundaciones, como se ven en poblaciones en los extensos litorales fluviales de Sud América. Pequeñas casas de las que en la sequía se baja por escaleras. y en las inundaciones, se moviliza la gente con botes, pero permanecen allí, esas casas, y no insumen más espacios que los improvisados ranchos posados en la tierra caprichosa y anegadiza. El material ideal está dado: la palma de caranda'y, nada más que cuatro palos recios para soportar una plataforma. Lo que no es inventar la pólvora, sino aprovechar experiencias centenarias de las poblaciones ribereñas, como las que vieron en las costas del Pacifico los primeros conquistadores españoles, con sus casas indígenas instaladas sobre altas plataformas, y debajo, el agua impotente e incapaz de hacer daño. Pequeña Venecia, dijeron los españoles al ver esos pueblos y villorrios lacustres, y de allí viene el nombre de Venezuela, para lo que hoy es un gran país. Cuestión entonces, que es mejor: la cíclica y desesperada fuga de los inundados, o caseríos estables y fuera del castigo de las aguas. Solución casi permanente, porque la famosa remodelación de la bahía, es cuestión de nunca acabar.
Mario Halley Mora - MHM

viernes, 25 de julio de 2014

Microcuentos: Locuras

La loca me miró a través de las rejas y sonrió. Era joven y hermosa y soñé con hacer mía a aquella mujer después de rescatarla de la obscuridad. Volví una y otra vez, pero el médico me dijo: “Es incurable”. La miraba y me dolía su hermosura y su sonrisa de niña confiada. Mi sueño de curarla y tenerla se hizo trizas, pues ella nunca sería cuerda. Sin embargo, ahora somos felices. Yo me volví loco, estamos juntos.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Amor y Celos

Fue el primer amor, y como siempre sucede, ella se casó con otro, y él permaneció soltero, un poco por desengaño y otro poco por comodidad. Ella tuvo una hija que era su vivo retrato. El maduro ya, conoció a la hija de su antiguo amor, y la amo como había amada a la madre, y la muchacha amo al galán maduro como no lo había amado su madre. La madre siente unos celos ardientes, pero todavía no está segura de quien.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Sexo y H.P.

El manejaba un traqueteante 2 CV. Ella lo pasó como una centella al volante del Alfa Romeo Supersport. El no tuvo mas remedio que sentirse menos masculino, pero se consoló en lo menos femenina que era la chica al volante de aquella bestia mecánica. Y al final, dedujo filosóficamente que la igualdad de sexos, también puede ser una cuestión de H.P.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Defensa

La viuda joven y la divorciada hermosa iban siempre juntas, pero no eran amigas, sino aliadas, como soldados de infantería que se ponen espalda contra espalda para combatir mejor.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: El Jardinero

El tenía 55 años y ella 20. Ella quiso diseñar un nuevo jardín y el esposo consintió. Se dividieron el trabajo y mientras el compraba las semillas. Ella contrato al jardinero. Las rosas florecen y resplandecen. Y ella, mas.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Tragedia

Su esposa salió de compras con el auto y tuvo un accidente, del cual le informo telefónicamente un amigo. Al escuchar la noticia sintió un desfallecimiento de pánico, una sensación de pérdida, una predestinación de tragedia irreparable, y con voz temblorosa, le pregunto al amigo. ¿“Qué le pasó al auto“?

Mario Halley Mora - MHM

lunes, 21 de julio de 2014

Microcuentos: Tragedia

Su esposa salió de compras con el auto y tuvo un accidente, del cual le informó telefónicamente un amigo. Al escuchar la noticia sintió un desfallecimiento de pánico, una sensación de pérdida, una predestinación de tragedia irreparable, y con voz temblorosa, le preguntó al amigo. ¿“Qué le pasó al auto"?

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Mujer . . .

El amaba a su gato y ella adoraba a su canario. Un día, el gato se comió al canario y ella estuvo inconsolable. El fue a la tienda de animales y le trajo un nuevo canario, mas hermoso y mas cantador que el anterior. Ella devolvió a la tienda de animales el canario y lo cambió por un perro.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: El Hijo

Pecaron. Vino un hijo que ella quiso y él no. “Es tu problema", le dijo, y desapareció. El chico creció, y al aprender a hablar aprendió a preguntar: “¿dónde esta mi papa?". Ella le contestaba que se había ido a un largo viaje, y al decirlo. Se preguntaba a si misma, a que distancia queda el desprecio.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Secreto

Tenía 18 años y los lucía como si fueran kilates. Vestía con elegancia y distinción, siempre lo de última moda y lo más caro, a pesar de no ser rica. Sus amigas le preguntaban su método, pero ella callaba, porque sencillamente había descubierto que para vestir bien, el secreto era desvestirse bien.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: El Circulo

Cuando tenía 6 años, fue preso, denunciado por hurtar caramelos. A lo largo de su vida, volvió a ir preso por distintas razones. Llevo serenatas sin permiso, conspiró, hizo una que otra estafa, pegó a su mujer y peleó con el vecino. También estuvo preso por “escándalo en la vía pública" y por insultar a la autoridad. La última vez que estuvo preso, era ya un anciano de 85 años, denunciado por hurtar caramelos.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Circulo Vicioso

Ella era rica. El era pobre. Se enamoraron. El padre de ella, oligarca y plutócrata, dijo que no. La mamá de él, humilde y ambiciosa, dijo que sí. Por ambos lados, opinaron los parientes, aconsejaron los amigos, sentenciaron los viejos y tomaron banderas los jóvenes. Por dos años permanecieron firmes en su amor, y sucedieron cosas. El padre de ella perdió su fortuna y la madre de el ganó la lotería. Ellos siguen amándose, pero la madre de el dice que no, y el padre de ella que si, y los parientes opinan y los amigos aconsejan, los viejos sentencian y los jóvenes toman banderas.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: El Patito Feo

El patito feo, después de tanto sufrir, se miró en el espejo de las aguas y se vio convertido en un bello cisne. El hijo del granjero gritaba alborozado que tenían el más hermoso cisne de los contornos. Orgulloso, el ex patito feo pensó que sus problemas terminaban. Pero no era así, pues vino el granjero, lo miro ceñudo, murmuró que los cisnes no se comen, y lo echo a patadas del estanque.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: La Pandorga

La pandorga quedó preciosa. Los “palitos” de tacuara pulidos y rectos. El armazón redondo y equilibrado. Las "tajaditas cortadas" azules y rojas, perfectas y minuciosamente pegadas. Las largas “piriritas" amarillas rodeaban a la pandorga como una cabellera rumorosa de viento y rubia de sol. Y finalmente, los “barbijos“, simétricos, milimétricos, matemáticos. Era toda una pandorga, hecha para conquistar todos los cielos y las alturas más azules. Una obra de arte volandera que el padre fabricaba para la admiración del hijo. Salieron a la calle llenos de gozo para asistir al vuelo inaugural de ese nuevo astro de tacuaras y papel de seda. El padre esperó viento, que sopló, tironeó de la pandorga y el padre dio hilo permitiendo que se elevara con un rumor de alegría sedosa. Vino otra ráfaga, y la pandorga la escaló victoriosa. Sacudiendo su melena dorada. Ya se hacía pequeña en la altura, cuando de pronto sobrevino el fin del mundo. Aflojó el empuje del viento, que quedó calmo y luego sopló en ángulo distinto. La armonía se rompió, los barbijos enloquecieron, la larga cola se agitaba buscando apoyo en el viento que había dado la espalda, y de pronto, una ráfaga inesperada, impetuosa, salvaje, y la pandorga cabeza abajo que cae trazando un itinerario de meteoro que se estrella estrepitosamente, con un rasguido de palitos y seda rotos, en los hilos eléctricos. Y allí queda, irremediablemente prisionera. El niño mira al padre, pensando que aquel hacedor de estrellas no es tal genio ni tan infalible como creía.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Policial

La hija del ladrón se enamoró del policía, y fue correspondida. Pero el policía tuvo que arrestar al ladrón. Entonces la hija fue a suplicar a su amado por la libertad de su padre, pero el policía tenía en su despacho un cartelito que decía “El Deber Ante Todo". Al final, todo resultó bien, porque como era su deber dejó preso al ladrón, y como era su deber, se casó con la hija para no dejarla desamparada.
Mario Halley Mora - MHM

sábado, 21 de junio de 2014

Microcuentos: Castigo

Cuando era niño, cazaba pajaritos con un rifle de aire comprimido. La carne casi inmaterial de los canarios y gorriones, se desgarraba al impacto de sus municiones. Plumajes azules, verdes, amarillos, rojos, se manchaban con el púrpura de la sangre. Creció, se hizo hombre, v ya no mataba pajarillos sino jabalíes asustados, tapires bonachones, tigres acosados, venados que aún en la muerte tenían en los ojos el pánico y la angustia. Llego a viejo y murió. En el Infierno, inventaron un castigo nuevo para él: pasear por un bosque encantado, iluminado de trinos y lleno de piezas de caza. Y el iba desarmado. 
Mario Halley Mora - MHM


Microcuentos: Diferencia

El viejecito estaba sentado en un banco de la plaza. La viejecita en otro. Pasó una jovencita y el viejecito la miro con lujuria. Pasó un jovencito y la viejecita lo miró con ternura. EI viejecito soñaba con volver a ser joven, para Vivir. La viejecita estaba contenta de seguir siendo abuela, antes de Morir.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: 50 años

Cuando cumplió 50 años, decidió celebrarlo con los amigos de cuando tenia 25. Eduardo, el bailarín incansable; Federico, el seductor; Arsenio, el infatigable contador de chistes; Juan Carlos el prodigioso bebedor de cerveza. La idea era rememorar tiempos felices y vinieron todos, pero los recuerdos habían ido quedando a pedazos en el itinerario de los años. Además, el bailarín tenía reuma. y el seductor miraba su reloj con angustia, deseoso de irse a casa, y el contador de chistes se los había olvidado todos , enterrada su alegría bajo los escombros de una jubilación mísera, v el bebedor de cerveza sólo tomaba Coca Cola, por su hígado. Cuando se fueron todos. se dijo desconsolado: “Los 50 años no se cumplen. Se nos vienen encima".

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Ministro

Se pasaba murmurando “Si yo fuera Ministro". Y un buen día, lo fue. Le abrumaron los problemas, tanto que olvidó las formulas milagrosas que pensaba cuando quería ser Ministro. Entonces, salió a la calle, y encarándose con un ciudadano con aire de infeliz, le preguntó: “Qué haría Ud. si fuera Ministro'?".

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Vivlr...?

Carlos murió a los 76 años. A ios 20, había entrado a trabajar de dependiente en un gran almacén, se jubiló a los 50. Joven aún, volvió a emplearse en otro almacén, y se jubilo a los 75, muriendo un año después, casi sin gozar de su doble jubilación. Por su parte, Raúl murió a los 32 años. A los 15 años, se había fugado de su hogar y viajo como ayudante de cocinero en un barco de ultramar. Fue mozo en París, músico en Atenas, soldado en África, croupier en Montecarlo y gondolero en Venecia. Cuando tenía 32 años, lo mató un marido celoso. Carlos vivió mucho, pero vivió poco. Raúl vivió poco, pero vivió mucho.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Locuras

La loca me miró a través de las rejas y sonrió. Era joven y hermosa y soñé con hacer mia a aquella mujer después de rescatarla de la obscuridad. Volví una y otra vez, pero el médico me dijo: “Es incurable”. La miraba y me dolía su hermosura y su sonrisa de niña confiada. Mi sueño de curarla y tenerla se hizo trizas, pues ella nunca sería cuerda. Sin embargo, ahora somos felices. Yo me volví loco, estamos juntos.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: AMOR Y CELOS

Fue el primer amor, v como siempre sucede, ella se casó con otro, y él permaneció soltero, un poco por desengaño y otro poco por comodidad. Ella tuvo una hija que era su vivo retrato. El maduro ya, conoció a la hija de su antiguo amor, y la amo como había amada a la madre, y la muchacha amó al galán maduro como no lo había amado su madre. La madre siente unos celos ardientes, pero todavía no está segura de quien.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: SEXO Y H.P.

El manejaba un traqueteante 2 CV. Ella lo paso como una centella al volante del Alfa Romeo Super Sport. El no tuvo mas remedio que sentirse menos masculino, pero se consoló en lo menos femenina que era la chica al volante de aquella bestia mecánica. Y al final, dedujo filosóficamente que la igualdad de sexos, también puede ser una cuestión de H.P.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Defensa

La viuda joven y la divorciada hermosa iban siempre juntas, pero no eran amigas, sino aliadas, como soldados de infantería que se ponen espalda contra espalda para combatir mejor.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: El Jardinero

El tenía 55 años y ella 20. Ella quiso diseñar un nuevo jardín y el esposo consintió. Se dividieron el trabajo y mientras el compraba las semillas, ella contrato al jardinero. Las rosas florecen y resplandecen. Y ella, más.
Mario Halley Mora - MHM

ANTICUENTOS: DEL FUEGO

La persecución ya dura demasiado. Lo vengo persiguiendo a lo largo de una pesadilla que empezó cuando alguien, no sé quién, bajó corriendo con sus pies descalzos, con su crinada y sucia cabellera al viento, con su vestido de pieles podridas tremolando en torno a su cuerpo flaco, de la cima humeante de la montaña, y trayendo un leño encendido, un trozo de fuego nuevo robado al fuego viejo del volcán. Y entonces miró la inocencia, que fue asesinada por el fuego no por la manzana. Y empezó la pesadilla que dura hasta hoy, porque el fuego proyectó una sombra en la pared pedregosa de la cueva, y la sombra danzaba, y nadie podía acercarse a ella, porque desaparecía, chupada por la piedra reseca. Fue entonces que empecé a entrever el principio de esta persecución sin fin: uno era uno, y era otro. Uno, integro, solido, real, y otro, huidizo, vago, que el fuego esboza siempre a un milímetro más lejos del alcance de nuestras manos. Y tiene nuestro contorno, y es como un mapa en blanco de nuestra geografía personal donde quisiéramos transferir los ríos y los mares, los cielos y los vientos que sólo podrán caber en ese gemelo elástico con que el fuego nos maldice y nos bendice al mismo tiempo. Yo empecé a perseguirlo, porque por la boca de mi inocencia herida brotaba a borbollones la convicción rebelde de que no se puede ser dos, sino uno, que en un instante uno no puede ser Abel corriendo tras Caín pidiendo Venganza y al siguiente, Caín corriendo detrás de Abel, pidiendo Perdón. La herida dolía y urgía, y manaba de los costados por veinte bocas escalonadas y simétricas, como si por la carne hubiera rodado el circulo dentado de una espuela, doliendo siempre, con un dolor que se calmaba cuando la persecución era más fatigosa y desesperada, pero el otro siempre estaba delante, a veces al alcance de la mano, a veces como un puntito perdido en la lejanía, pero siempre el mismo, el que yo debía capturar para ser realmente yo; es decir, un continente soleado con ríos cristalinos y mares tranquilos, de cielo amplio y de vientos mansos, que iría caminando hasta la cima de todas las montañas, después de dejar en el camino la chatarra del otro, que pronto moriría de sed y se volvería ceniza y se esparciría por el paisaje como una nube de polvo, tenue testimonio de algo que no tuvo por qué existir. Una vez, solo una vez, lo alcancé. Se había detenido a esperarme en la sombra suave de una colina, tersa y comba como un seno lleno de leche. Y fuimos uno. Y por primera vez desde aquel día perdido en el milenio de la cueva, mi nombre sonaba a noble, porque ya no era más una atemorizada máquina de perseguir. Pero todo duró poco, porque el tumulto crecía al pie de la colina, donde una multitud se agitaba y arañaba la tierra y el cielo con una furia indecible. Y todos me miraban a mí, y tuve miedo, y el miedo corrió por mis venas y abrió en mi pecho un ancho ventanal hacia la angustia, y por allí escapo el otro, que fue rodando colina abajo, hasta caer en la vorágine de esa hambre de mil bocas ansiosas que se agitaba abajo, como cae una abeja entre hormigas voraces. Y la multitud se lo llevó valle abajo, hasta alcanzar otra colina, donde le clavaron en cruz. Después vinieron a buscarme, y me acusaron de todos los horrores, y los ancianos que guardan la tradición me miraban con severidad y con miedo, y Torquemada se lavaba la boca con agua bendita después de pronunciar mi nombre, y me metían en una celda donde para respirar un poco de aire tenía que apoyar la boca ansiosa en un agujero del piso, sorbiendo con gratitud humillante un resto de oxígeno sumergido en el olor agrio de los sudores de los que odian y temen al mismo tiempo. No sé si merecía aquel sentimiento, pero la magnitud de mi crimen, que a veces me daba pavor a mí mismo, y a veces me hacía entrever en el fondo de mi carne un leve resplandor de orgullo rebelde, me aplastaba, porque yo había desatado el miedo, yo había pecado capturando el secreto del fuego, y por mi culpa la gota de agua empezó a gotear sobre la testa empalada, rompiendo el hueso gota a gota, hasta perforar el cerebro, y por mi culpa se alzó la guillotina, y el garrote atornilló sobre el grito rebelde su cuerda nudosa, y la verdad se despedazó en mil mentiras que se erigieron en mitos por cuya grandeza vacía morían los hombres y se quemaban ciudades. Finalmente, se olvidaron de mí, y me condenaron a ser libre sin ser yo mismo.

Mario Halley Mora - MHM

jueves, 19 de junio de 2014

ANTICUENTOS: DE LA FURIA

Siempre que quería decir algo, estallaba un infernal ruido de cadenas, y mi voz quedaba ahogada, y las palabras y las ideas se hundían en un mar de hierro sonoro, denso, como que gorgoteaba con júbilo grosero cada vez que tragaba una palabra, una frase. Quería gritar más fuerte que el ruido, pero no podía, porque el ruido tenía un poder de marejada, capaz de hincharse de pesada furia y reventar en un estruendo que me dejaba parado, ridículo, moviendo la boca para modular silencios. Pero uno tiene una reserva de rebeldía, y una dignidad, y un orgullo que me impedía a pelearme a aquella mudez impuesta. Entonces, me ponía a correr corno loco a lo largo de los médanos de mi soledad buscando al enemigo, hasta caer agotado y furioso, arañando la arena que se deslizaba entre mis dedos con un ruidito que parecía la contenida risa maligna del mundo. Y todo seguía igual, durante horas y horas, con mi cuerpo convertido en la lisa superficie de un campo donde bullía el torneo entre mi voz que quería hacerse oír y el ruido de chatarra que la aplastaba contra el piso, una y otra vez, hasta que la fatiga lo anulaba todo, menos la desesperada ansiedad de aire. Lo terrible es que todo seguirá así, hasta que el Capitán muera, o se canse. No me persigue, pero me acecha. Y eso es lo peor. En el que nos persigue hay algo tristemente heroico, pero en el que nos acecha, algo de deliberada maldad de zarpa, el salto inesperado, la risa cortada en el gorgoteo de una yugular abierta. Tenían que habérmelo dicho, avisármelo. Uno no tiene la culpa de haber nacido con un millón de ideas vírgenes en las células, ni de haber escogido unas cuantas para ir puliéndolas a lo largo de los años, y llevarlas colgadas del pensamiento y exhibirlas, fecundas y poderosas, como testículos del alma que guardan el secreto de nuestra inmortalidad auténtica, o por lo menos, de nuestra supervivencia. Pero del otro lado está el Capitán, recio como un tronco reseco y duro que nutre sus raíces en el arenal, y está orgulloso de eso, con un orgullo que integra la frialdad de su mirada disciplinada y fija, que tiene filo de guadaña, ansioso de castrar.
Recordarle produce un temor enfermizo, pero ya lo dije, uno tiene su orgullo, y amor propio que substituye al coraje, y una conciencia vaga que parece agarrada al espinazo y nos induce a pensar y a creer que uno está-aquí- para algo más importante que correr sobre los médanos calientes y arañar la arena. Entonces, de la misma manera que salía a desafiar al ruido salía a desafiar al Capitán. Pero el ruido no estaba en ninguna parte y el Capitán estaba en todas, de modo que debía soportar la condena de quedarme quieto, incapaz de someter a mi alma a la indignidad de hacer la figura ridícula del pugilista que pega puñetazos a su sombra.
Mario Halley Mora - MHM

lunes, 16 de junio de 2014

TEATRO BREVE - ESPERANDO EL OMNIBUS

Personajes
Ella: 20
El:    25
Decorado: la acera. Una parada de ómnibus.

Ella: Dígame... señor.,. ¿pasa realmente por acá el 27...? Porque hace más de media hora que espero y...
El:    Si, pasa.
Ella: Gracias.
El:    De nada.
(Pausa)
Este... señorita... ¿cuánto tiempo hace que espera...?
Ella: 20 minutos.
El:    Mucho tiempo.
Ella: Aja.
El:    Y... si no viene enseguida va a ser 25, claro... ¿Verdad?
Ella: No, después de 20 viene 21... pero oiga, señor. Le salen de Ud. por todos los poros las ganas de conversar. Pues no-me-gusta.
El:    ¡Pero si Ud. primero me dirigió la palabra!
Ella: Le hice a una pregunta impersonal.
El:    ¿Y cómo es eso...?
Ella: Sencillo, es como leer un poste indicador.
El:    Gracias. No sabía ya que era un poste.
Ella: Ahora ya lo sabe. Y basta, señor. No acostumbro a hablar con extraños.
El:    Eso es fácil, je je je. ¡Nos presentamos y ya está!
Ella: Mire, eso es más viejo que... ¡Ud. lo sabe....!
El:    ¡Charlar no es pecado!
Ella: ¡Por favoooor!
El:    ¿Casada?
Ella:  Ufff, mire que Ud. es impertinente, ¿eh? Bueno, acabemos, señor. Yo le diré: No, soy soltera. Luego, Ud. me contestara una estupidez como por ejemplo: "¿Sera posible que nadie se haya fijado en una dama tan bella?; y yo, a mi vez, bajare los ojos, ruborizada, y le diré: Oh, señor, es Ud. muy amable", y patatin, patatán, Ud. terminará pidiéndome una cita. ¡Aire, plis!
El:    ¡Bueno, por lo visto Ud., las sabe todas!
Ella:  ¡Conozco las mañas de los hombres!
El:    ¡Lo dice como si odiara a los hombres!
Ella: ¡No los odio, me son indiferentes!
El:    Pero vaya...
Ella: Ya sé, ya sé, no siga, hombre. Ahora viene lo siguiente: Ud. me dirá: “Pero señorita, es Ud. mujer, tiene una misión y un destino, y en el fondo de ese destino, está el amor..." ¿Acerté?
El:    ¡Acertó!
Ella: ¡Bueno, entonces, déjeme en paz!
El:    Pero... y la respuesta, ¿eh? ¿Ia respuesta?
Ella: ¿Qué respuesta?
El:    Para que Ud. sea tan descreída, tan desafecta, ¡tiene que haber una razon!
Ella: ¡A ver si me pongo a contarle la historia de mi vida!
El:    No aspiro a tanto, cuénteme solo la historia de su rencor.
Ella: ¿Y cómo sabe que lo tengo?
El:    Pero si se ve a la legua. Ud. respira rencor por todos sus poros, le endurece la mirada, le hace apretar los labios. En una palabra, señorita, ¡la afea!
Ella: ¡Grosero! ¿Quiere dejarme en paz?
El:    ¡Con muchísimo gusto!
[Pausa]
Ella: Oiga... señor.
El:    ¿Me habla a mí?
Ella: Sí... eso de que el rencor me sale por los poros y me afea... ¿es verdad o un desquite...?
El:    Es... una verdad. ¡Y un desquite!
Ella: Oh, mire... ¿cómo se llama Ud.?
El:    ¡Carlos Robles!
Ella: Mire... señor Robles... ¡no siempre soy así! Es que... acabo de pasar por un momento que... Oh... ¡Ud. es un extraño para hacerle confidencias...!
El:    ¿Extraño? Soy Carlos Robles. Además, tengo vocación de buen tipo. No tengo los hombros anchos, pero le presto para que llore. ¡No hay mejor remedio que llorar!
Ella: Si yo pudiera... (Lloriquea) iDios! ¡Me voy a echar a llorar en la calle...i
El:    ¿Pero qué le hicieron...?
Ella: Un hombre... crei que me quería. Hoy me invitó a tomar el té y...
El:    Ya ya ya ya... ¿No era un té en casa de su tía...!
Ella: ¿Y cómo lo sabe?
El:    iOh, suponía, suponía...i
Ella: ¡Qué canalla!
El:    ¿La tia?
Ella: ¡No, él!
El:    Esto si que está buena.. Porque existe un sinvergüenza suelto, todos los hombres somos iguales. ¿No es un poco injusto...?
Ella: Realmente...
El:    Buena, borrón v cuenta nueva. ¿Quiere que sea su amigo..,?
Ella: ¿Sinceramente...?
El:    De roda corazón. Trataré de hacerle reconciliar con el sexo fuerte. La invitará a pasear... a tomar el te y... .
Ella:  ¡Y a presentarme a su tía...!
El:    ¡Si, pero legitima! Se da el Caso de que soy huérfano y me crio una tia solterona. ¡Es como mi mama!
Ella: Muy bueno todo, pero... ¿por qué?
El:    ¿Por qué qué...?
Ella: ¿Por que quiere ser mi amigo?
El:    Esto no es piropo. ¡Porque Ud. me gusta!
Ella: Uhhh... ¡A cuántas le habrá dicho eso!
El:    ¡A muchas!
Ella: ¡Qué cínico!
El:    Pero esta vez lo digo con sinceridad.
Ella: ¿Y a las otras...?
El:    ¿A las otras? digamos que para ir entrenándome para el momento de decirlo de veras.
Ella: ¿Y no le habrá dicho eso también a las otras?
El:    Ah... ¡eso lo tiene que averiguar Ud.!
Ella: ¿Pero cómo?
El:    Muy fácil... Dejándome ser su amigo...
Ella: Oh, oh... mire, mi camión... ¡allá viene i
El:    ¡NUESTRO camión!
Ella: ¿Ud. también toma el 27?
El:    No... el 41  pero... ¡me parece oportuno cambiar de itínerario! iGuarda, altooooppp!
T E L O N



viernes, 6 de junio de 2014

TEATRO BREVE: ELLA Y EL


Personaje:
Carlos:         El esposo
Luisa:           La esposa

En la casa

Luisa:           Carlitos...
Carlos:         (Que lee) ¿Jum...?
Luisa:          ¡Carlitos!
Carlos:         ¿0ué...?
Luisa:          ¿Estás leyendo...?
Carlos:         NO. Estoy contando cuantas letras hay en esta página. ¿No ves que estoy leyendo...?
Luisa:           Pero hombre... no es para ponerse nervioso...
Carlos:         (Sigue leyendo) ¡Jummmm!
Luisa:           ¿Cómo se llama...?
Carlos:         ¿Jhum?
Luisa:           ¡Que cómo se llama la novela!
Carlos:         "La Muerte del Prestamista”, y ahora dejame leer...
Luisa:           Oh... oh... Carlitos... Carlos... ¡Carlitos!
Carlos:         ¿Qué...?
Luisa:           Esa novela no vale la pena...
Carlos:         A mí me gusta. Dejame leer, ¿querés...?
Luisa:           ¡Pero si desde el principio se nota que el mayordomo es el asesino!
Carlos:         Pero qué vas a saber vos... Dejame leer, ¿queres...?
Luisa:           ¡Es el mayordomo!
Carlos:         ¡No puede ser!
Luisa:           Claro que s, ¡Es al mayordomo! Lee en la última página...
Carlos:         ¿Así que vos ya lo leíste...?
Luisa:           No... Yo llego hasta donde se comete el crimen. ¡y después
paso a la última página, sin andar con tantas vueltas para saber quién es el asesino...i
Carlos:         ¡Asesino quisiera ser yo!
Luisa:           ¿Y por qué...?
Carlos:         iPara matarte, para retorcerte al pescuezo. . .! ¿Sabes? Has cometido un pecado imperdonable ¡Contar quién es el asesino!

En el cine.
Carlos:         Ahora te callás, que empieza la película...
Luisa:           Yo sólo espero la otra. Esta ya la vi.,.
Carlos:         ¿Y me trajiste al cine para ver una película que ya viste?
Luisa:           Bueno, quería ver el modelito que usa Claudia Cardinale en la escena del cabaret, es divino...
Carlos:         Bueno, y ahora te callas, ¿eh...? Que esta se pone interesante...
Luisa:           Mirá, Carlos, no te engañes. Lo que ella dice es mentira. El hijo que va a tener es del otro, ¿sabés?
Carlos:         ¡Callate! .
Luisa:           Es que no quiero que pases por tonto, querido. Después viene la escena del accidente, Resulta que el coche cae al agua, ¿sabes? Pero ella no estaba dentro del coche.
Carlos:         ¡Pero Luisa,..!
Luisa:           La cabeza que se ve por la ventanilla es la de la mucama, fijate bien...
Carlos:         Pero querida... ¡Ya sé que viste la película, pero yo no!
Luisa:           Y bueno, mirá... iqué tanto!
Carlos:         (Goloso) iJummmmmu,..!
Luisa:           ¿Qué dijiste?
Carlos:         ¡Nada! Shissst...
Luisa:           ¡Nada de chissst! ¡Hiciste Jummmmmmu, cuando la Claudia Cardinale se desnudaba...!
Carlos:         Y bueno.., es por admiración estética y...
Luisa:           Si te conocere yo. Te la comías con los ojos, ¡a esa gorda!
Carlos:         ¿Te querés callar...?
Luisa:           Claro, yo me callo y mi marido hace pública ostentación de su... de su...
Carlos:         ¡No lo digas..,!
Luisa:           Sí, es fea, es gorda y tiene el cuello largo. Además, se muere al final... ¡le pasa por encima un tren.,.!

En la Calle.
Luisa:           ¿Dónde vamos a cenar?
Carlos:         Donde vos quieras,
Luisa:           No, donde vos quieras.
Carlos:         Mejor donde vos quieras.
Luisa:           Llevame donde más te guste...
Carlos:         Oh.,. no, no. Resulta que cada vez que te llevo donde me gusta, a vos empieza a no gustarte al empezar a comer. Y al final, te plageás hasta mañana de que la comida es una porquería, es cara, y que yo soy un caído del catre por cenar en ese lugar...
Luisa:           Esta vez, te prometo no protestar. Vos mandas, ¿adónde vamos?
Carlos:         ¡A una parrillada!
Luisa:           Ay... la carne me pesa de noche...
Carlos:         ¿Vamos a los japoneses a comer pescado...?
Luisa:           No le quitan el olor para cocinarlo, querido...
Carlos:         Entonces... a “La Gastronómica".
Luisa:           Le ponen a todas las comidas esa salsa horrible que huele a zapato... Después me pasa tres días viendo zapatos en mis pesadillas.
Carlos:         Entonces... ¿qué te parece si vamos al "Parnaso"?
Luisa:           En ese saloncito cerrado y lleno de humo, me ahogo...
Carlos:         Entonces, querida mía, ¿adónde demonios quieres ir a cenar?
Luisa:           ¡Pero si hace rato te estoy diciendo...! Donde quieras, mi vida... ¡donde quieras...!

En la casa. Acostados,
Luisa:           Carlos... Carlitos...
Carlos:         ¿Jhe...?
Luisa:           ¿Sos feliz, amor mío...?
Carlos:         (Con falsa, satírica convicción) Siii . . . Uhhhhhh...
Luisa:           ¿No te arrepientes de haberte casado conmigo...?
Carlos:         No.,. Uhhhhhhhhhh.
Luisa:           Si fueras soltero... ¿Te volverías a casar conmigo...?
Carlos:         ¡Si, uhhhhhhhhh!
Luisa:           Ya lo sabia... pero... ¡hasta mañana, mi amor!
Carlos:         Si, uhhhhhh... ¿eh? ¡ah!... hasta mañana, querida...

T E L O N