viernes, 31 de mayo de 2013

Comentario í: La dolorosa sensación de ser una carga

Llama por teléfono una culta dama, pide hablar con el "responsable" de comentario - í y le decimos Servidor. Nos dice que suele leer con INTERES la columna, pero leería con GUSTO, si el autor de comentario - í no tuviera tendencia de burlarse de la gente. Le contestamos que nos extraña semejante juicio, que jamás nos hemos burlado de nadie, a lo que nos replica prestamente, preguntándonos si la ironia no es una forma de burla. Le decimos a nuestra vez que su criterio es un poco erróneo, que la ironía puede ser crítica, reproche, hasta una forma leve de agresión, pero no burla, y más, que la burla es generalmente grosera, despiadada, hostil, pero la ironía nó, y que haciendo un símil, la burla podría representarse como un garrotazo primitivo y la ironia como una finta elegante de un acero al final inofensivo, porque no llega a herir. Pero la señora no se convenció. Se ratificó en eso de que comentario - í contiene "burla" y mediante la "burla" destruye, o trata de destruir, los "valores éticos del lector" y su "experiencias sobre la vida" y más aún " las convenciones que conforman su mundo interior. Como entraba en terreno demasiado profundo, le pedimos que por favor nos dé un ejemplo de "burla". Y entonces, ella nos dijo que solía sacar de los comentario-í,  la conclusión de que la edad avanzada es sinónimo de deterioro mental y físico. Le dijimos que podría tener razón, y que hayamos caído en esa irreverencia, pero sólo es irreverencia, no burla, y que, por lo demás, nunca usamos la palabra "deterioro" ni ningún sinónimo, porque lo que pensamos en tal caso, en el de la edad avanzada, no es una falta de respeto a nadie, sino resultado de la melancólica, lógica convicción de que la existencia del hombre tiene etapas, y que la última que le toca vivir, es la del apagamiento el fuego, la declinación del físico, el reinado de los achaques, y muchas veces en el orden moral y hasta social, la condena expresa o tacita del hombre viejo , a cierta forma de ostracismo. Ya sea por parte de la sociedad y en casos mas penosos, de su propia familia. Y eso no es burla, sino preocupación, apoyada tal vez en una anécdota, pero preocupación al fin porque aquí también en nuestro país como en muchos otros, el viejo o el anciano, que ya no tienen sitio en sus casas, o molesta en el sitio que ocupa, no tiene donde ir, donde refugiarse, donde pasar sus últimos años sin la dolorosa sensación de ser una carga y una molestia.
Mario Halley Mora -  MHM


domingo, 26 de mayo de 2013

Comentario i: Cámara Indiscreta



Entre muchas preguntas que le hiciera Radio Asunción a un veterano periodista del diario HOY, figura  la que se refiere a su opinión sobre el sistema de "Cámara Indiscreta”. Lamentablemente (veníamos escuchando en el automóvil) entramos en esa irritante zona del Centro (Eligio Ayala, Estados Unidos, Azara, Independencia Nacional) donde una interferencia de vaya a saber qué equipo mal ajustado “apaga" a la mayoría de las Emisoras y no pudimos escuchar la respuesta. De ahí que pequemos de entrometidos, y vamos a opinar sobre el tema. El Sistema, propio de la TV consiste en filmar y grabar, momentos en que el afectado no tiene el CONOCIMIENTO de que lo están haciendo. Y aquí se presenta una condición: el medio de información (TV) en este caso, debe tener el CONSENTIMIENTO de la persona que va a ser el objeto de la filmación o grabación. EL CONSENTIMIENTO es tácito y sobreentendido cuando el afectado, o la afectada participan de un acto público (Presentación de un DT, desfile de modas, etc.), que es en sí mismo noticia. Y el CONSENTIMIENT0 es expresado cuando el afectado acepta un reportaje. En ambos casos, el afectado sabe que se está produciendo un hecho periodístico del que él forma parte, y mediante ese CONOCIMIENTO, regula su conducta, basado en su derecho de dar de sí mismo la imagen que considera legítima, u oportuna o conveniente. Puede colegirse entonces, que cuando no existe tal conocimiento, y la cámara filma y graba subrepticiamente, existe una forma de violación (entendida como la acción  sobre una persona que no ha consentido ni ha sido consultada para dicha acción) de persona. Entonces, el medio informativo se coloca no solamente a contramarcha de la ética  sino también bordea lo ilegal como se verá a continuación. En los Estados Unidos solía pasarse el programa titulado “La cámara indiscreta” en la cual. Se ponía deliberadamente a un transeúnte en una posición y ridícula, como encontrar una billetera y después de las vacilaciones del caso, tratar de levantarla y encontrar que la cartera se desplaza, tirada por un hilo y otros muchos incidentes más. Pues bien, las numerosas entidades defensoras de las libertades humanas de los EEUU, protestaron aduciendo que la cámara oculta violaba la intimidad y la personalidad de los afectados, y amenazaron llevar el caso a la Justicia, cosa que no fue necesaria, porque los programas desaparecieron de las pantallas.-
Mario Halley Mora - MHM

Comentario i: Solo 5 minutos de vida

Eran las 6.50 de la mañana, y a esa hora, Aurelio tenía nada más que 5 minutos de vida. No estaba agonizando, sino todo lo contrario, pues fresco, bien afeitado y al volante de su automóvil, había parado frente a la Escuela para que su hija descendiera y entrara al edificio. Encendió la radio de su automóvil y se puso en marcha rumbo a su oficina, escuchando entre divertido e irritado las quejas de una señora contra los precios abusivos de un almacenero coreano. Enfiló por una ancha avenida rumbo al centro de la ciudad, sin saber que apenas le quedaban cuatro minutos de vida, y sin que ni remotamente, pensara en la muerte que se acercaba. Cambió de emisora y escuchó sin oír una noticia deportiva. Aquello le hizo pensar en el próximo partido de su club, que hubiera querido ir a ver, pero no podía defraudar a su amigo Arsenio, el pescador fanático, que le había convidado a un pacú asado para el domingo. Mientras pensaba si invitaría o no a su señora al asado, otro minuto se había consumido, y le quedaban sólo tres, de los cuales consumió 30 segundos en pensar por enésima vez en las serias alergias que acometía a su esposa, cuando consumía pescado, y si no sería conveniente cambiar de médico. El recuerdo del médico de su esposa lo llevó, mientras conducía, al recuerdo de su propio médico, que sólo la semana pasada le había hecho un examen completo y le había dicho con tono de contenta complicidad: "estás hecho un toro, viejo". Se detuvo obedientemente frente a un semáforo, sin tener conciencia de que los segundos iban pasando, y que sólo le quedaban dos minutos de vida. Vio la luz verde y siguió adelante, frenando con prudencia en una esquina para dar paso a una mujer campesina que desmañadamente trataba de cruzar la calzada. Detrás suyo, sintió un bocinazo irritado del conductor que se había visto obligado a frenar bruscamente. Simplemente sonrió, tolerante a las debilidades ajenas . . .  y le quedaba sólo un minuto de vida. Miró la hora: Llegaría a tiempo al trabajo, o por lo menos, antes de que el Viejo llegara. Sonrió pensando en el Jefe gruñón y buenazo al mismo tiempo, y sólo tenía 30 Segundos. Vio aproximarse una esquina conflictiva, y como siempre lo hacía, coloco los pies sobre el freno. Que apretó demasiado tarde, porque el enloquecido ómnibus que marchaba por la calle lateral, se le vino encima.  Sintió tal vez el ruido del impacto. Después nada. Los cinco minutos se había cumplido
Mario Halley Mora - MHM

sábado, 25 de mayo de 2013

Comentario i: El gran negocio de la predicación religiosa en los Estados Unidos

Coincidentemente, están en las librerías de nuestra ciudad, dos novelas que tratan del mismo tema: El gran negocio de la predicación religiosa en los Estados Unidos. Una de ellas se titula “La Secta” cuyo autor no recordamos, y la otra “El Predicador" del fabricante de novelas Harold Robbins. Como novelas, ambas resultan bastante mediocres, pero como responden a la moderna, corriente de la novela – testimonio - crónica, el tratamiento literario es lo de menos, el argumento es lo de menos y las situaciones pueden resultar todo lo absurdas que se quiera, pero lo que si tiene validez, es la INFORMACION contenida en la novela, resultado de investigaciones que generalmente, agencias especializadas realizan para el autor, reuniendo datos genuinos, ciertos, actuales, los cuales sirven de fondo a la acción de la novela misma. De esta manera,  ambos libros dan una idea de las tremendas fortunas que se acumulan con la comercialización de la fe (generalmente cristiana) del pueblo de los Estados Unidos, y las fabulosas inversiones que se realizan para imponer, mediante todos los recursos más modernos de los medios de comunicación, la TV especialmente, la imagen "apostólica y bondadosa” de un predicador, generalmente un actor de buena estampa, preferiblemente maduro, de cabellos encanecidos, elegante porte y barbita jesucristiana, al que se le “ordena” a tambor, batiente en cualquiera de las sectas cristianas, se le atiborra de citas bíblicas, se pone a su disposición un equipo de escritores de sermones, y se lo “lanza" por usar una, palabra de moda, a los pulpitos televisivos montados con los más  sofisticados recursos del espectáculo. El alcance de estas “predicaciones” por medio de la TV suele ser nacional en los Estados Unidos, y el más modesto de ellos puede estar hablando en su momento, para una audiencia de 20 o 30 millones de personas, a quienes por audición, se les pide una limosna  de un dólar per cápita y  como se calcula que el 10% responde metiendo su dólar en un sobre y enviándola a la iglesia de las Verdades Jesucristíanas (por citar un nombre) ya se puede colegir que cada programa, que tal vez cueste un millón de dólares en espacios, recauda dos o tres millones. Lo que se dice, un negocio fabuloso, que moviliza sumas astronómicas, si se calcula que solo en los Estados Unidos, existen mas de dos decenas de grandes “predicadores” que compiten por el “rating” de una audiencia de 180 millones de personas

Mario Halley Mora - MHM


Comentario i: Me culpan de estar vivo. .

Pedimos al lector  que recuerde la lectura de nuestro comentario - i de ayer domingo un poco lúgubre. . . .  pero basado en un hecho real, la muerte en accidente de tránsito de un amigo nuestro, la mañana de un jueves, cuando se dirigía al trabajo. Lo que corresponde a la imaginación, es solamente la reconstrucción, tal vez fantasiosa, de los últimos minutos de un hombre sano y vital. La muerte es real. El ómnibus que lo llevó por delante real. Y el luto que basta hoy guarda su joven viuda, también es real, como real la orfandad de su hija, hoy estudiante del secundario. Pero lo inesperado, fue que el tema provocó un debate general entre los compañeros de redacción. Y el debate se inició cuando uno de ellos dijo: "Después de todo, ya que la muerte es inevitablemente, es mejor morir así, de repente y con poco sufrimiento". En seguida le surgió, un oponente: "Dios debe darnos el derecho y el tiempo para decir nuestro adiós a los que amamos” dijo. Y en seguida surgió un tercero, que se explayó así: “Lo quiso decir Fulano (por el primero) es lo razonable, porque debe ser triste pasar meses y meses acostado en una cama, robando tiempo, y sosiego a la familia, ocasionando gastos y angustias, desterrando la alegría de la casa". Inmediatamente le salió al paso nuestra combativa redactora de Sociales que le acusó de “Presuponer que en el cuidado que merece el enfermo, el egoísmo se sobrepone al amor. Y la gente no es así de cruel y de desalmada, para pensar solamente en el gasto y en la pérdida de tiempo. Conozco esposas, hijos, que han pasado meses, a veces años, a la cabecera de un padre enfermo, con ejemplar cariño y abnegación, con total generosidad”. A ésta, le respondió uno de nuestros redactores más veteranos, que nunca arriesga una opinión  sin pensarla mucho, que dijo: “Una vez fui a visitar a un querido amigo que se estaba muriendo y lo sabía. Me dijo algo que nunca olvide. Que al principio, estuvo rodeado del cariño de los suyos, sentimiento que se fue esfumando en el tiempo, y con los gastos, y con molestias. Ahora- le dijo el enfermo - siento flotar una callada hostilidad, de reproche. Y me espanto pensando que me culpan de estar vivo . . . de no irme de una vez por todas”. Fue impresionante el silencio que cayó sobre la ruidosa asamblea. Es que de repente, no hay palabras para hacer frente a las crudezas de la vida, que nos golpea en el momento menos esperado.

Mario Halley Mora - MHM

miércoles, 22 de mayo de 2013

Comentario i: Progreso del género humano



Hace 29 mil años, Umo se despertó, en su cueva con el canto de los pajaritos. Gruñó de disgusto al ver que su mujer no se había despertado para encender el fuego. Rebuscó por el piso de la cueva y encontró un pedazo frio de carne que devoró como desayuno, luego se desperezó, aferró el garrote y salió a buscar una pieza de caza con que alimentar a su familia ese día. Hoy, 200 siglos después, Jorge se, despertó con el timbre del reloj-alarma, fue al año, se dio una ducha, se vistió y fue a la cocina a ver si le habían preparado el desayuno. Gruñó con disgusto porque su esposa aun dormía. Bebió un café con leche frio, agarró su portafolios de ejecutivo de Seguros, y salió también a ganarse el pan de cada día. Quienes hablan de “esta cambiante vida” deberían reflexionar un poco sobre las existencias de Umo y de Jorge, como cortadas con la misma tijera. . . con veinte mil años de diferencia. Las obligaciones del hombre moderno, de Jorge, son exactamente las mismas que las de Umo, el troglodita: salir a buscar la pitanza, cada uno a su manera. Umo buscando caza, Jorge cazando clientes; Umo habrá tenido que afrontar peligros, como él con  gliptodonte carnívoro o con un tigre diente de sable, ambos dispuestos a comérselo. Pero Jorge también ha de enfrentar peligros, como que un ómnibus cruce la luz  roja y le aplaste al auto y a él adentro. De modo que los mismos peligros acechan a ambos cazadores, y lo que cambia solo es el decorado, la selva – selva para Umo y la selva de asfalto para Jorge. Pero allí no termina el parecido. A Umo ya le sucedió más de una vez que después de dejar frio de un garrotazo a un antílope tras una fatigosa persecución, se le presento aquel grandote y abusivo de Oko que pretendió arrebatarle la presa, y Umo la tuvo que defender a mordiscos y garrotazos. Otras veces no salió tan bien librado porque Oko tenía la ayuda de otros tres trogloditas, y Umo tuvo que batirse en retirada, dejando el botín. Jorge también puede quejarse de lo mismo, y son incontables las veces en que otras Compañías de Seguros le han arrebatado el cliente bajando deslealmente la prima y extendiendo el amparo, pero a veces se desquitaba haciéndole la misma trampa a sus competidores, de la misma manera que Umo se dio maña más de una vez para dejar a Oko sin carne y pateando de rabia la tierra. En fin, que al parecer todo sigue igual, y estamos aprendiendo a mirar con descreimiento a los que nos hablan de “progreso del género humano”
Mario Halley Mora - MHM