sábado, 31 de mayo de 2014

TEATRO BREVE: EL PROFESOR


Personajes
D. Carlos Pérez: El Profesor Cascarrabias.
José:                Alumno.
En escena,        Profesor corrigiendo exámenes. Golpean la puerta

Carlos:      ¿Quién será a estas horas,..?
(Toc. Toc. Toc...l
Voy... hombre, ya voy...
(Abre la puerta)
Buenas... ¿qué quiere Ud.?
Jose:         Buenas noches, profesor... yo quisiera...
Carlos:      Calle... calle... a ver... a ver... Ud. es... ¡González!
Jose:         Si, profesor... soy alumno suyo de Geografía en el cuarto y...
Carlos:      Ya... ya... Amiguito... ha perdido el tiempo. Ud. ha dado exámenes... y justamente le tengo que calificar esta noche... ¡No podemos hablar ya de nada!
Jose:         (Suplicante) Profesor...
Carlos:      ¿Qué...?
Jose:         Le suplico que...
Carlos:      Vamos... diga... lo vamos estar aquí parados toda la noche...
Jose:         (Desalentado) No... está bien... disculpe que le haya molestado, profesor... ¡Buenas noches...|
Carlos:      No. Venga  anímese... pase... pase...
Jose:         Gracias...
Carlos:      Sìéntese ahi...
Jose:         Gracias...
Carlos:      Bueno... ¿qué quiere?
Jose:         Es referente al examen ese de esta tarde...
Carlos:      ¿Si...?
Jose:         Yo le venía a pedir... bueno... un poco de consideración en la nota...
Carlos:      iNo me digal (Se enoja) ¿Y cómo se atreve....? Jovenzuelo atrevido... iFueral
Jose:         Sí... sí, señor... ¡y d¡sculpe...!
Carlos:      ¡No lo dìsculpo!
Jose:         ¡No me extraña, señor...!
Carlos:      ¿Que es lo que no le extraña?
Jose:         Que no me disculpe, profesor. Perdone Ud., pero... Ud., no hace otra cosa que justificar su fama... ¡Buenas noches, señor...!
Carlos:      ¡Un momento...l ¿Mi fama...? ¿Qué fama?
Jose:         Su fama de ser un hombre frio, sin alma, sin corazón... Los muchachos dicen de Ud. que Ud. es un libro que camina... ¡lleno de fórmulas fijas...!
Carlos:      Asi que dicen eso...?
Jose:         Y mucho más... para Ud. el estudiante es sólo un número... que va del cero hasta el diez... después... no es un ser humano... no sufre, no tiene esperanzas... ¡nada!
Carlos:      ¿Eso dicen de mi..?
Jose:         ¡Eso dicen de Ud.!
Carlos:      ¡Tengo deberes que cumplir!
Jose:         Desde luego... bueno, señor, me voy...
Carlos:      Espere... ¿A que vino acá...?
Jose:         ¡Pasa que he dado un examen pésimo!
Carlos:      ¡Entonces tendrá su correspondiente tresl ¡Es lo justo!
Jose:         Si, ya sé, profesor. Un tres que me va a costar mucho. Me quedaré para febrero... y en mi trabajo... no voy a ascender. Me prometieron un ascenso si pasaba al quinto, sin pasar por la vergüenza de febrero...
Carlos:      Bueno. Ese es su problema, Mi problema es calificar su examen...
Jose:         El examen de un simple muñeco, ¿no...?
Carlos:      ¿Qué quiere decir...?
Jose:         Profesor... con todo el respeto que me merece Ud., por lo menos, hubiera descendido de su alto pedestal para preguntarme... ¿Por qué rindió mal...?
Carlos:      ¿Dónde diablos voy a ir a parar si me paso preguntando a todos los aplazados por qué se aplazaron? Se aplazaron porque no supieron...
Jose:         Algunos se aplazan porque no recuerdan, simplemente.
Carlos:      ¡Vayase al demonio!
Jose:         Si, señor... disculpe otra vez y otra vez... buenas noches...
Carlos:      iGonzález..!
Jose:         ¿Si...? .
Carlos:      ¿Qué es eso de saber y recordar...? me interesa, pero conste que su examen ya está dado, ¿eh...?
Jose:         Esta tarde... cuando Ud. tomaba examen por escrito, y yo trataba de hacerlo bien... no podía sustraer la mente de otro pensamiento... ¡eso es todo...!
Carlos:      ¿Y en qué pensaba mientras daba examen?
Jose:         Pensaba... ¡en mi padre!
Carlos:      ¡Vaya momento que eligió para pensar en su padre...!
Jose:         No podia elegir otro... en ese mismo momento... ¡a mi padre lo estaban operando...! Y como no tiene el corazón en buen estado... ifigúrese...!
Carlos:      Caray... lo siento mucho... pero... ¡los reglamentos son los reglamentos!
Jose:         Si, señor. Los reglamentos... SON LOS REGLAMENTOS!
Carlos:      Ejem... no se vaya... ¿Pero de veras rindió maI...?
Jose:         Pésimamente...
Carlos:      (Rebusca entre los exámenes) A ver... González... González... José... acá está su examen. Hummmm, pero que disparate Mire lo que me puso... que el río Danubio es la principal via fluvial de Italia...
Jose:         Ya ve... iconfundi con el Volcán Vesubio! ¡Tenia la cabeza ...  bueno...!
Carlos:      ¡Y aqui me pone a Berlín como la Capital de Austria!
Jose:         Ya ve... quise poner Viena... y...
Carlos:      Y... hummmm  (Lee) Una serie de disparates por el estilo... ¡No hay caso, mi hijo... no hay caso... ¿Y qué pretendía Ud., eh...?
Jose:         Yo pensaba explicarle la situación particular y...
Carlos:      ¿Cómo está su papá...?
Jose:         Ah, si... vengo del Hospital... y... ¡todo salió bien, gracias a Dios...!
Carlos:      Y bueno, dése por contento. Su papá está a salvo... pero pretender que por este disparate, por esta porquería de examen, yo le ponga más de lo debido, no señor... no, no y renó. Asi que confórmese, hombre, Le pondré lo que merece: un 4.
Jose:         ¿Cuánto dijo?
Carlos:      Dije: 4....
Jose:         Entonces... ¿no me aplaza..,?
Carlos:      ¿Tengo que aplazarlo necesariamente? ¡Después de todo, entre Berlin y Viena sólo hay unos cuantos kilómetros...!
Jose:         Cuatro... cuatro... Gracias, profe... gracias..!
Carlos:      Váyase al demonio... y déjeme trabajar tranquilo... ¿Estamos? ¡Buenas noches! '
TE L O N




jueves, 29 de mayo de 2014

ANTICUENTOS: DEL MIEDO

ANTICUENTOS: DEL MIEDO
Me avisaron - no recuerde cómo - que Valerio me buscaba para matarme. No recuerdo quien me susurro aquello. Lo entreví apenas, como una sombra, diciendo cosas en mis oídos, con una voz reptante y pegajosa, como de caracol. Cuando me volví, ya no estaba - ¿Estuvo realmente? - Una duda saludable me ensancho el pecho y por mi garganta se coló un intento de risa. Tal vez fuera todo imaginación, y  Valerio no quisiera realmente matarme. Sin embargo -  es innegable  - entreví la sombra amorfa y sentí cómo aquella voz, soplada por el miedo, retorcida y desagradable, me introducía por los oídos  este reptar tembloroso de gusano herido,  que me llena la boca de acidez  - Será el gusto del pánico - pienso y desde entonces vivo así, esperando que Valerio aparezca, echando lumbre por los ojos y mordiéndose la lengua para no soltar la palabra del perdón. Aparecerá, desde luego. No hay escondite posible porque Valerio está en todas partes, es infernal, muere dentro de una burbuja dorada cuando enciende una linterna y vuelve a nacer como un borrón vivo de tinta china al apagarla. Valerio está en todas partes, y en cada minuto es parido, incluso por las cosas que parecen refugios. Es inútil buscar protección. Valerio rompe el cascaron cada noche y sale y se levanta y exhibe uñas y sacude su cabellera mojada de sombras que se desparraman como gotas de alquitrán. Y entonces hay que huir, porque la noche es el nido abismal donde miles de Valerios patean la envoltura interior de los grandes huevos de miedo, resquebrajándose la cascara que hace un ruido – lo oigo nítidamente – como botas policiales marchando sobre grava suelta, que se acercan rítmicamente, con crujidos de  masticación inexorable, y que quiere atraparme, sin darme tiempo a explicar, a gritar a Valerio que reflexione, y que se duela conmigo. Yo estuve allí, es cierto. Ni siquiera intente huir, porque el pavor empapo las suelas de mis zapatos y me dejo clavado al piso. Miles de ojos me miraban con reproche, y yo sentía la garganta quemada por el llanto comprimido, pues en todo había una injusticia tremenda son su carga de verguenza y miedo que me pesaba sobre la cabeza, y me obligaba a inclinarla sobre el pecho. Odie a la gente que me miraba con reproche, sin compasión. La odie porque ninguna de esas personas había aprendido que se debe mirarla culpa del prójimo a través de su miedo, para que la  culpa se filtre, se limpie, y asome al otro lado un poco mas humanizada y más comprensible y mas disculpable, porque al final de cuentas uno no mata por gusto, y hay miles de razones incomprensibles para que la muerte nos ponga en la mano su cuchilla, pues sucedió que las zapatas del freno se mojaron al cruzar el charco aquel, y que la pizarra húmeda no muerde el acero pulido, y el coche sigue avanzando aunque toda la pierna, todo el cuerpo, toda el alma incendiada de espanto empujen con angustia el pedal inútil. Pero Valerio no me comprenderá jamás. El mundo está saturado de su odio. Lo respiro y reconozco porque tiene el mismo olor de aquel vestidito celeste y rojo - de sangre - apretado entre la rueda y el asfalto mojado, donde vi reflejada por primera vez la cara de Valerio, como en un espejo negro que devuelve las imágenes exactas de la desesperación, del rencor, y del odio que me condena irremisiblemente a morir no sé cuándo, ni cómo. Hecho cierto como la luz del sol, que da la razón a la voz de caracol y me induce a imaginar a Valerio, luciendo en los ojos la tranquilidad mortal del cazador, mientras retuerce los hilos dorados de una cabellera rubia - de niña - convirtiéndola en cuerda que me cortara el aliento. La presa soy yo, y mi vida es cerrar ventanas y puertas y asfixiarme por falta de aire y por exceso de espera. Precaución inútil, porque Valerio ya está adentro, y siento su respiración que silba y se acerca ron lenta y letal eficacia de serpiente, que va trepando pecho arriba, buscando hacerse nudo en mi garganta, hasta que el viejo instinto de vivir libera sus resortes aplastados por la resignación y la espera, y de un salto, enciendo la luz, pero inútilmente, porque Valerio se me ha metido adentro, en el cerebro, preñándolo con el feto tentacular de la angustia, que se aposenta en el punto más alto de mi conciencia y grita su mandato de morir, con tanta persistencia, con tan infernal acoso que mi brazo - o el de Valerio, ya no lo sé -  busca la mesita de luz, sus manos o las mías tal vez - abren el cajón, empuñan la reluciente pistola y apoyan su caño azul sobre mi corazón, sobre el que - ¿anticipo feliz de lo que esta próximo a llegar? - siento el agradable frío del metal . . . .
Mario Halley Mora - MHM


Microcuentos: El Vencedor

EL VENCEDOR

El poderoso Doberman atacó al raquítico perrito callejero y lo dejó maltrecho y sangrante. No lo mato porque apareció el dueño, le colocó el dogal y la cadena, y se lo llevó para atarlo al poste de siempre. Allí cautivo, el Doberman sentía en la boca el gusto de la sangre, y era amargo. El perrito se arrastró hasta el arroyo, dejó que el agua lavara sus heridas, y bebió. Y el agua era dulce, porque tenia el gusto de la libertad.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: La diferencia

LA DIFERENCIA

El perro lustroso y bien comido contempló través de las rejas dela mansión, al perrillo sin nombre y con pulgas que pasaba trotando con sus costillas a flor de piel. El perro de la mansión era de raza seleccionada. El perrito era de todas y de ninguna. Y entre los dos perros había una gran diferencia: las rejas.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Dentro de 20 años

DENTRO DE 20 ANOS

El muchachito de aspecto saludable y vigoroso montaba una bruñida bicicleta. Paso pedaleando raudamente junto a un lustrabotas descalzo y flaco que inopinadamente arrojó un palo entre los rayos de las ruedas que produjeron un ominoso ruido de metales rotos. El ciclista se detuvo y con enojo se dispuso a castigar al malhechor. El lustrabotas esgrimió amenazante su cajón, como porra y escudo al mismo tiempo. Un señor que pasaba los separo. La pelea no empezó, pero tampoco termino. Simplemente, estaba postergada. 
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: En el origen

EN EL ORIGEN

El fruto que había arrancado tenía sabroso aspecto, pero la cáscara era dura. Entonces, en la mente elemental surgió una idea: podía golpear el fruto con una piedra y romper la envoltura. Así lo hizo con éxito, e invento de esta manera la primera herramienta: el martillo. Contento, fue a buscar otro fruto. Lo halló y al repetir la operación se aplasto el dedo. Entonces, invento la primera palabrota.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Mestizaje

MESTIZAJE

El conquistador español tomo para si a una joven india y tuvieron un hijo. Otros conquistadores lo imitaron y hubo muchos españoles con muchas mujeres indias. El mestizaje perfecto, con el varón de una estirpe y la mujer de otra. La dama española veía pasar al indio gallardo, desnudo y elástico, y suspiraba. Lo demasiado perfecto, deja de serlo.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Comienzo

COMIENZO

De pronto cayó en la cuenta de que era inteligente. Hizo de la caverna un hogar. Fabrico herramientas, aprendió a encender y conservar el fuego e inventó las armas. Se sintió orgullosamente superior a toda criatura viviente sobre la faz de la tierra, y necesito una medida de su propia importancia. Entonces, creó a Dios a su imagen y semejanza.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Funebre

FUNEBRE

Cuando nacía, murió su madre de parto. Fue hijo huérfano de padre viudo. Se casó y enviudó a su vez, pero antes de morir, su esposa le dio un hijo que resulto ser el hijo huérfano de un padre viudo que era hijo huérfano de un padre viudo. Viven los tres en la misma casa, y cuando paso frente a ella, camino con solemnidad, como si pasara frente a un panteón.
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Genealogia

GENEALOGIA

Una raza más agresiva de monos expulsó de los árboles a otra raza más pacífica y conformista. La tribu vencida se exilio de la arboleda y fue a instalarse en la llana tierra. Pero allí, el pastizal era alto y tupido y para verse unos a otros y para observar el peligro, los monos derrotados tuvieron que aprender a andar erguidos, sobre dos patas. Y fue así que sin proponérselo, los conquistadores de los árboles, partiendo del pariente más infeliz, inventaron al Hombre, que se vengaría conquistando el Mundo.
Mario Halley Mora - MHM

martes, 27 de mayo de 2014

Microcuentos: Pecado

PECADO

La hermosa joven se confiesa. “He pecado, padre, con sentimientos de lujuria". El cura la absuelve, le dice que no vuelva a pecar y que rece tres ave marías. Ella se marcha airosa y el joven cura queda meditando en el confesionario, y se impone a si mismo rezar seis ave marias.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Marcha Nupcial

MARCHA NUPCIAL

El hombre aún joven, de aspecto fatigado, lleva de la mano un niño. Su esposa lleva otro en brazos, además de lucir un incipiente embarazo. Pasan frente a una Iglesia de donde se derrama sobre la calle una torrencial Marcha Nupcial, y sale la pareja de recién casados, iluminados de dicha y esperanza y recibiendo alborozados plácemes. El hombre de aspecto fatigado y la mujer de belleza marchita se miran, y sin hablarse se entienden para pensar “así empezamos nosotros."

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Flor

FLOR

Un muchacho está esperando en una esquina, con el aire impaciente del enamorado. Pasa a su lado un hombre portando una corona mortuoria rumbo a algún velatorio. Una ráfaga de viento desprende una flor de la corona. El muchacho la recoge. Un poco más tarde llega a la cita su resplandeciente enamorada. Gentilmente, el muchacho le ofrece la flor y, halagada, la chica se la pone en sus negros cabellos. Se toman de la mano y se marchan. La flor destella bajo el sol, como feliz de haber cambiado la muerte por el amor

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Interioridades

INTERIORIDADES.
-Mama. Te presento a Clara, mi novia. (Dios, que no se le escape una impertinencia a la vieja)
-lEs monísima, hijo! Encantada, niña. (Sera una tirada? ¿Tendrá plata?)
-El gusto es mío, señora. (Tiene una cara de bruja...)
-Me imagino, hijo, que esta vez es en serio... (Si tiene plata)
Pienso que si, mamá. (Después le cuento que el papá tiene estancia)
-No hay que burlarse de la inocencia de las niñas, hijo... (Esta tiene de inocente como yo de Elizabeth Taylor)
-Si su hijo se pone travieso, entre las dos lo corregimos, señora. (Especialmente yo, y Ud. no se me entromete)
-Todo lo que anhelo para mi hijo es que sea feliz (Y que no se olvide de pasarme mi mensualidad)

-Espero saber hacerlo, señora. (Lo mas lejos posible de Ud.)

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Perverso

PERVERSO

-Jovencito . . .  ¿Me ayuda a cruzar la calle? -Con mil gusto, señora. -Déjeme que me apoye en Ud. La simpática ancianita y el gallardo joven cruzan la avenida rugiente de trafico. Llegan a la otra acera. -Gracias, muchacho. - No es nada, abuelita. El joven se aleja feliz de haber hecho su buena acción del dia. La ancianita se aleja sopesando el contenido de la billetera del joven.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Páramo

PÁRAMO

Llego a viejo. Y nunca se emocionó con los colores de un amanecer ni sintió una dulce tristeza mirando un crepúsculo. Tampoco gusto el azúcar de una pomarrosa ni tuvo en sus manos un panal de miel rebosante de dulzura dorada. De niño no se quemo los pies descalzos en la arena ardiente del verano hasta alcanzar el arroyo Fresco. No aprendió nunca a ver en la mirada de un perro el amor en estado puro. No se cayó de un caballo ni trepo al árbol mas alto ni fue corsario en el mandarina! de una quinta. No aprendió a bailar en su juventud y por tanto no alcanzo a preguntarse si aquello era la música o el corazón de ella contra su corazón. Tuvo novia, pero no llego a pasear con ella por un rosedal ni escribió y recibió cartas de amor . . Jamás olió a leche y pan cuando dormía con la cabeza apoyada contra el pecho de su madre ni esperó ansioso 19 días para ver salir el primer pollito, pompón dorado, entre las plumas de la clueca gruñona. No exploró el nido del gorrión ni fabricó una casita en el árbol ni caminó bajo la lluvia ni gozó de la complicidad del viento cuando jugaba con una falda adolescente. No recordaba el sabor de néctar de estrellas del primer beso de amor ni conserva aquella primera carta que le aceleró el corazón, encendió una fogata en sus entrañas y le puso un par de alas de colibrí a cada poro de su piel. Murió al fin, su alma llego al Paraíso y quiso entrar. Dios le miro malhumorado y le preguntó: ¿Para qué? -

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Asi es.

ASI ES

El abuelo consintió en llevar al nieto al parque de diversiones, para que subiera a la calesita. Pero llegaron tarde, y el parque había cerrado. Había que ver la cara de decepción . . . del abuelo.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Ofrenda

OFRENDA

El viejecito se encamino trabajosamente a la tumba de su esposa. Se sentó sobre una losa vecina, inclino la cabeza y parecía rezar o meditar. Pero no rezaba ni meditaba. Estaba cantando bajito un bolero.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Perdida

PERDIDA

Este mundo está definitivamente loco, irremediablemente perdido, sollozaba el alcohólico viendo pasar un vigilante borracho.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Otro circulo

OTRO CIRCULO

De niños, ella y él jugaron a ser novios. Crecieron y fueron novios soñando ser esposos. Se casaron y soñaron ser padres y fueron padres. Los hijos se casaron y soñaron ser abuelos y fueron abuelos. Hoy se han quedado solos y juegan a ser novios.

Mario Halley Mora . MHM

Microcuentos: Mudanza

MUDANZA

Se mudaron a una nueva casa, y el ajetreo de la instalación fue intenso. El dormitorio ponemos aquí, la sala allá, el televisor en esa pared y la torre musical allá. Todos los muebles iban ocupando su sitio, desde la cocina a la sala. Cuando todo parecía terminado al fin, e| marido se preguntó perplejo: ¿Y donde ponemos al abuelo?.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Basta Uno

BASTA UNO

El Guardián del Paraíso interrogaba al alma recién llegada. -¿Cumplió todos los mandamientos? -Solo uno... -¿Cual? -Honra a tu padre y a tu madre. -Pase.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Tamaños

TAMAÑOS

La naturaleza es sabia. Todo lo prevé, y lo que es mas importante, todo lo compensa, decía la bella dama que tenía por amante a un enano.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Politica

POLÍTICA

Por prudencia, nada más que por prudencia, el profesor no le puso un "10-felicitado” al alumno que escribió un ensayito sobre política. Se excusó diciendo que era muy breve, aunque a escondidas, lo copió: "La política es un retrato en la pared. Cañonazos. Se retira el retrato en la pared y se pone otro retrato en la pared.  Cañonazos. Se retira . . . y así sucesivamente..."

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Amigos

AMIGOS

José y Manuel eran grandes amigos. José se hizo rico y Manuel quedó pobre, aunque no en la miseria. A ambos les llegó la hora del retiro, José con una gran fortuna que no sabía en que gasta y Manuel con mucho tiempo que no sabía como llenar. Recordaron que siempre habían conversado de conocer el mundo cuando se retiraran. José viajó mucho y descubrió que conocer el mundo no vale la pena cuando con los años, la capacidad de asombro y alegría se agotaron. Manuel vendió su casa en la ciudad y se compró una modesta quinta en las afueras, donde contemplaba la exploración de las abejas, a la crisálida que colgaba de una morera guardando una mariposa en un gusano en cuna de seda; el florecer del limonero y la maduración del mango y del aguacate. En el último encuentro, José le dijo a Manuel: "Viajé mucho y el mundo me abrumó”, y Manuel le contestó: "Yo me quedé aquí, y el mundo me deslumbró”

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Previsores

PREVISORES

El hijo mayor ingresó al Colegio Militar. El segundo al Seminario. El tercero estudió Administración de Empresas. Papá y mamá sonreian felices. El porvenir estaba asegurado.

Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Virtuoso

VIRTUOSO

Practicó toda su vida la virtud del ahorro. Hoy esta muerto y sus hijos están ricos.

Mario Halley Mora - MH; 

Microcuentos: Dualidad

DUALIDAD

Cuando la joven fámula acusó al muchachito de 13 anos de un indecoroso abordaje nocturno, Ia madre le gritó al chico “¡Estoy avergonzada de tí!". Pero pensaba "Menos mal, Señor, va en Ia dirección debida". Por su parte, el padre le decía:  "Hijo mio, eso no es de caballeros”. Pero pensaba:  “¡Bravo machito, saliste a papa!” 
Mario Halley Mora - MHM

Microcuentos: Abuela

ABUELA
La escandalizada abuela reprochaba su hermosa; nieta: “¡Es increible como las jóvenes modernas hablan y practican el sexo! " Aspiraba aire y continuaba: “En mis tiempos no hablábamos de eso!" 
Mario Halley Mora - MHM

TEATRO BREVE: EL REBOTE

TEATRO BREVE: EL REBOTE
Personajes
Dan José: Maduro, rico.
Carlos:      Joven, humilde.
Una sala.   En ella, D, José. Golpean la puerta. Don José abre.

D. José:     ¿Qué quiere...?
Carlos:      ¿Don José... Pestalozzi?
D. José:     Si, servidor. ¿Qué quiere?
Carlos:      Poca cosa, señor. Pero debo asegurarme antes de que Ud. es don José Pestalozzi . . .
D. José:     Lo soy desde hace 52 años, amigo. Y si me va a tener acá para discutir si soy o no soy quien soy, pierde el tiempo. O es el nuevo método para vender alguna porquería?
Carlos:      No, señor. No vendo nada.
D. José:     Entonces, por tercera vez. ¿Qué demonios quiere? Es la hora del almuerzo...
Carlos:      Ya la sé. Mi barriga también me lo recuerda. Para se da el caso de que he encontrado una cartera...
D. José:     Ah, sí. La perdí...
Carlos:      Con abundante dinero...
D. José:     Exactamente 23.456 guaraníes. Más un registro de conductor...
Carlos:      Y una tarjeta de visita suya, con su dirección. ¡Y aqui estoy!
D. José:     Aqui está Ud., ¿pero dónde está la cartera?
Carlos:      Aqui está, sírvase...
D. José:     Muy bien. No le detendré contando el dinero.
Carlos:      ¡Está todo!
D. José:     ¿Cómo lo sabe...?
Carlos:      Pues lo conté, y la cantidad coincide con la que acaba de decir Ud.: 23.456 guaraníes...
D.José:      ¿Si? ¿Y bien...?
Carlos:      ¿Y bien qué...?
D.José:      ¿Qué más quiere...?
Carlos:      No le entiendo, señor.. . .
D.José:      Bueno. Ud. ha encontrado mi cartera. Me la ha venido a devolver, Ha hecho su gusto...
Carlos:      ¿Debo entender que me debo ir.,.?
D.José:      ¿Tiene otra cosa que decirme...?
Carlos:      ¿Y Ud.? ¿No tiene nada que decirme?
D.José:      ¿Por ejemplo?
Carlos:      Por ejemplo gracias.
D.José:      No me diga que me trajo la cartera sólo por el gusto de escuchar un "gracias".
Carlos:      No. Vine con una esperanza, Soy pobre, la cantidad que Ud. perdía es respetable  y,..
D.José:      Quería que le diera un premio en efectivo, ¿no?
Carlos:      Sinceramente. Me haría bien un pequeño refuerzo...
D.José:      ¿Y por qué no se quedó con todo?
Carlos:      No hubiera sido honesto, señor,
D.José:      ¿Y Ud. cree que es honesto mendigar una recompensa por una... "buena acción“,. ?
Carlos:      Un momento, Yo no vengo a mendigar. Sólo a esperar lo justo. Ud. perdió dinero. Yo se lo recupero. Es honesto que yo espere cierta gratitud de su parte.
D.José:      Mire. Mi gratitud la tiene. Pero no en efectivo. Escúcheme, amigo. En cuestión de negocios, los sentimientos no cuentan.
Carlos:      ¡Vaya conceptos que tiene Ud.!
D.José:      Son los que me hicieron rico. Tener ideas estrictas, tener un norte seguro, sin detenerse en sentimentalismos. Ud., mi amigo, dijo que es pobre. Pues nunca saldrá de pobre, se lo aseguro. Ud. es un vacilante.
Carlos:      ¿Yo, un vacilante?
D.José:      Sí. Un vacilante. Me contó que había contado el dinero. ¿Sabe para que lo contó? Para saber si más valía la pena quedarse con él, o devolverlo. Su “honestidad” es elástica, Si allí hubiera encontrado cien mil guaraníes, hubiera mandado la honestidad al diablo y se hubiera quedado con todo. Había poco dinero, luego, le salía barato ser honesto, y de paso, darle un mordisco a los 23 mil y pico que encontró. Pues, señor, yo no me presto al juego.
Carlos:      Dígame,.. señor. Si Ud. hubiera encontrado esa cartera, ¿se hubiera quedado con todo...?
D.José:      Sin vacilar un momento, señor. Hubiera pensado: es mío, primero porque lo encontré yo. Segundo, porque el que lo perdió es un hombre rico, conforme se ve por el cuero de cocodrilo auténtico de la billetera, y además, porque solamente un hombre rico tiene semejante cantidad consigo, como para gastos menudos. En tercer lugar, el dinero es mío, porque quien pierde semejante cantidad, es un sonzo. Y en esta vida, el vivo vive del sonzo.
Carlos:      Pero... ¿Y su conciencia?
D.José:      ¿Mi conciencia? Estaría satisfecha, amigo. En paz. Tengo conciencia de comerciante. El bien es más dinero, el mal, perderlo.
Carlos:      ¿Así que esa es su filosofía de la vida?
D.José:      Pensando así, me hice rico.
Carlos:      ¿Y Ud. cree que si yo pienso así...?
D.José:      Seria un hombre inteligente, que vive al ritmo de su tiempo, que está armado para triunfar en la vida.
Carlos:      ¿De modo que si yo hubiera guardado el dinero..,?
D.José:      Lo hubiere felicitado, aunque sea mentalmente...
Carlos:      ¿Quiere revisar la cartera?
D.José:      ¿Revisar la cartera...? ¿Para qué...? está bien... pero... ¡aqui no hay nada!
Carlos:      Claro, como que el dinero lo tengo en el bolsillo...
D.José:      ¿Y con qué derecho?
Carlos:      ¡Cómo! ¿ahora me pregunta con qué derecho? ¿Y sus consejos? ¿Y su filosofía? ¿y su conciencia de comerciante? ¿O es que sólo valen cuando se aplican a Ud.? En cuanto a mi conciencia, está tranquila. Ud. no sólo está conforme con el procedimiento, sino que es su propio procedimiento para triunfar. ¿Por qué no me va a servir a mí?
D.José:      Pero hombre... es mi dinero...
Carlos:      No, señor. Según sus principios, es mi dinero. Porque lo encontré yo. Lo perdió Ud., que es un sonzo. Y según su filosofía, el vivo vive del sonzo. ¡Buenas tardes, señor! Y me alegro mucho de haberle devuelto... su valiosa cartera... ¡Buenas tardes!
T E L O N
Mario Halley Mora - MHM

TEATRO BREVE: EL COBRADOR

TEATRO BREVE: EL COBRADOR
Personajes
Don Abel:     30 -  El patrón.
Don Carlos: 60 - El cobrador.
Doña Luisa: 30 - La madre.

ESCENA I
Abel:    ¡Don Carlos...¡
Carlos: ¿Patrón...?
Abel:    Hay trabajo para Ud., Especial para Ud., don Carlos... Se trata de una cuenta...
Carlos: Pero si desde luego ese es mi trabajo. Cobrar cuentas. Hace 25 años que soy cobrador de la firma...
Abel:   Bueno. Es que... esta vez, es todo o nada. Se trata de la máquina de coser que le vendimos a los Hernández. Han dejado pasar varias cuotas. Y el asunto ya se pone feo. De acuerdo al contrato de compra, tenemos derecho a retirar esa máquina, si no pagan hoy. Por eso decía... ¡Un trabajo especial para Ud.!
Carlos: ¿Y por qué es un trabajo especial para mí, don Abel?
Abel:  Porque Ud. es el mejor cobrador que pedirse pueda, don Carlos. Ud. siempre cumple, mi amigo. O cobra o sanciona. Je je je... a veces creo que... bueno, tanto andar en el oficio, le ha convertido el alma en un pagaré, estampillado y todo. . .
Carlos: ¡Don Abel...l
Abel:  ¿Pero por qué se pone así...? en su caso... es un elogio. Es Ud. el perfecto cobrador. Ciego a las lágrimas ajenas, sordo a todo sentimentalismo. Desde luego... no se puede esperar esas debilidades de un solterón solitario como Ud. .Je je je... y ahora, ande.,. cobre, o tráigame esa máquina.
Carlos: Si, don Abel... sí. Este... ¿un pagaré, dijo?
Abel:  ¿Por su alma? Sí. Frío, definitivo y total. Eso, eso, el mejor cobrador de la plaza... jeje je je...

ESCENA II
Carlos: Buenas tardes... ¿el señor Hernández...?
Luisa:   No está, señor. ¿Es urgente...?
Carlos: En cierto modo... s|. ¿Regresa hoy...? -
Luisa:   Oh, no. Cuando regresa, solo Dios lo sabe. ¿Es Ud. su amig0...?
Carlos: No... sólo venia a...
Luisa:   Ah... claro, no siendo su amigo... no tiene obligación de saberlo...
Carlos: ¿Saber qué....7
Luisa:  Lo de mi marido. El pobre está en Bella Vista, en el Hospital. Resulta que fue a sacar la libreta de salud, y en la radiografía apareció que...
Carlos: Caramba. Bueno... entonces tendré que arreglar esta con Ud.
Luisa:   ¿De qué se trata...?
Carlos: De la máquina de coser. Soy el cobrador de la casa y... se atrasaron unas cuotas... a ver... 61.000 guaraníes... y si Ud. no paga, no tendré más remedio que llevármela...
Luisa:   Eso no puede ser. Déjeme que le explique...
Carlos: ¿Que me explique a mi? ¿Y para qué...? Yo sólo cumplo órdenes, señora. Me dijeron, O paga o te traes la máquina...
Luisa:  ¿Pero en que situación quedo yo...? Tengo tres hijos, señor. Ahora están en la escuela, los tres. Me falta mi marido... y todo se carga sobre mi, la comida, la ropa, el alquiler...
Carlos: Bueno, señora, esos son problemas de Ud. Mi problema es cobrar o llevar la máquina...
Luisa:  Pero si esa máquina es la que me salva la situación, señor. Traigo costura a casa. Cosa toda la noche uniformes para soldados. Y de lo que me pagan, vivo y viven mis hijos... y hasta ayudo con unos remedios para mi esposo...
Carlos: Todo muy noble, señora. Pero yo soy solamente un empleado que cumple ordenes.
Luisa:   ¿Y nunca le ha interesado la mala suerte de su prójimo?
Carlos: ¿Y que tengo que ver yo con el prójimo? Me ordenan, cumplo, y asi vivo, señora...
Luisa:   Pero hombre de Dios... ¿qué tiene Ud. en lugar de corazón...?
Carlos: En lugar de corazón, no sé, Pero hoy ya me dijeron que en lugar de alma... tengo un pagaré...
Luisa:  ¿Y eso le enorgullece?
Carlos: Como cobrador, si.
Luisa:  ¿Y como hombre?
Carlos: ¿Como hombre...?
Luisa:   Si, señor. Un cobrador puede cerrar los ojos V llevarse la máquina que es pan para tres criaturas. Pero... un hombre, debe tener sentimientos…
Carlos: ¿Sentimientos?
Luisa:  Si, para condolerse de la suerte del prójimo. Para ser generoso, para aflojar las consignas ante la debilidad de una mujer, que soy  yo. He dejado mi trabajo de maestra y me he vuelto costurera, para seguir manteniendo y cuidando a mi familia, Señor. ¿No le dice algo eso al corazón....?
Carlos: Vuelva a su cargo de maestra...
Luisa:  ¿Y Quién Se queda a cuidar a mis hijos? Al irse mi marido, tuvimos que despedir a la muchacha... Pero... ¿es tan importante el cumplimiento de su deber para que tres inocentes paguen por el?
Carlos: Pero Ud. debe dinero, y me han dado la orden... `
Luisa:   Ojala esto mismo le suceda a sus hijos...
Carlos: No los tengo... Ni los quiero, ni los quise. Vivo solo, y... ¡no me pesa!
Luisa:  Si. Le pesa, hombre. Claro que le pesa. Vaya a saber por qué. Su mal es el de la soledad. No tuvo hijos, ni los quiere, dice Ud. y miente. Los quiere, pero ya es viejo, y su soledad se le vuelve amargura, y su amargura rencor, rencor contra el mundo, contra la gente, a quien Ud. le dice: pague o reviente, pague o reviente...
Carlos: ¿Ud. cree que yo soy asi...?
Luisa: Claro que si. Y se acabó, señor cobrador. Ahí  está la máquina... ¡llévesela! ¡LLEVESELA DE UNA VEZ, señor cobrador!

ESCENA III
Carlos: Estoy de vuelta, don Abel..,
Abel:   ¿Misión cumplida?
Carlos: Misión cumplida,
Abel:   ¿Trajo la máquina?
Carlos: No. La señora pagó.
Abel:   ¿Pagó...? ¿todo?
Carlos: Si. Todos los pagarés atrasados.
Abel:   Muy bien. Lo felicito. Vaya a rendir a la Caja. Y otra vez, felicitaciones...
Carlos: Don Abel,.. a propósito de ir a la Caja...
Abel:   ¿Si...?
Carlos: No es mi costumbre... Ud. sabe lo ordenado que soy. Pero tengo un pequeño problema... y... ¿Podría hacerme un vale contra mi sueldo...?
Abel:   Cómo no. ¿Por cuánto...?
Carlos: Por... 61,000 guaraníes, don Abel. Por 61.000...

T  E  L  O  N
Mario Halley Mora - MHM