sábado, 8 de septiembre de 2012

Comentario í: La vida y después de la vida.


 El compromiso de contar una “historia anodina”, nos resulta difícil incluso nos inclina al, plagio, como vamos, á  hacer ahora, confesadamente. Y la que vamos a plagiar, no es precisamente una historia anodina, sino uno de esos "casos" reales que nos hacen reflexionar sobre los misterios de la muerte. Ocurre que escuchábamos Radio Ñanduti, cuando llamó una señora a contar un caso extraño. Que ella (la señora) tiene un taller de costura, y una empleada que ella y su anciana madre, apreciaban mucho con un amor que tenía algo, de lástima, porque la empleada, al parecer, era muy desgraciada en su matrimonio, y sufría mucho. La anciana madre de la señora, alentaba a la joven empleada, la consolaba, y le enseñó que en la devoción del Corazón de Jesús encontraría confortamiento, paciencia y consuelo para sus males. La joven siguió el consejo, y efectivamente, en el amparo de la re, encontró la forma de hacer más llevadera sus desdichas. Pasó el tiempo, la anciana señora, después de soportar una enfermedad paralizante, murió. Al cabo de tres años, la joven mujer, que seguía trabajando en el taller de costura, concibió un hijo, y cuando estaba embarazada soñó a la anciana señora en su lecho de enferma. Tal como sucedía en la realidad, la enferma se le apareció imposibilitada de hablar, tendida en su lecho. Sin embargo, en sueños, ella elevaba una y otra vez sus manos señalando hacia arriba, quizás el cielo, y luego, con los dedos, le expresaba, siempre en sueños, la cifra seis. La joven mujer se lo contó a su patrona, es decir, a la hija de la anciana fallecida, e interpretaron que la difunta estaba pidiendo que como todos los años, hicieran oficiar por ella una misa, el dia 6 de setiembre. Breve tiempo después, el embarazo de la joven empleada llegó a su término, nació una nena el 5 de setiembre, y el 6, al dia siguiente, por complicaciones post-Parto, murió la madre. La Moraleja que la señora saca de esta extraña serie de acontecimientos, es que desde el Más Allá, su anciana madre "le estaba diciendo a su protegida espiritual, que justamente el 6 de setiembre, se encontrarían para toda la eternidad en las luminosas vastedades del cielo, y que ambas gozarían de la vida eterna, quizás a la sombra consoladora del Corazón de Jesús, objeto de la devoción de las dos  . . . en la vida y en la muerte. Caso un poco trágico, pero que en esta mañana de domingo, como dijimos, nos lleva a esas reflexiones siempre necesarias al espíritu, de una vida y después de la vida.
Mario Halley Mora - MHM

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