martes, 20 de marzo de 2012

Comentario í: Naufragio de la soledad


Hoy domingo, cumplimos con nuestra tradición de contar nuestra semanal "historia anodina". Es la que nos contó especialmente para este espacio, una señora de edad, amiga nuestra, que nos dijo la historia en sí, pero cuidando el nombre de la protagonista. Entonces, nosotros llamémosla Carmen, la segunda de tres hermanas, hijas de un respetable matrimonio. Nos cuentan que las tres eran bonitas, Y convenientemente educadas en el mismo colegio religioso, hasta culminar el bachillerato. Poco después de alcanzar ese título, las dos hermanas de Carmen se casaron, y Carmen se inscribió en una Facultad, pues seguía siendo soltera, y decidió seguir sus estudios, pero los interrumpió, porque sus padres se estaban volviendo viejos, y consideró mejor quedarse en casa a cuidarlos. Poco a poco, el tiempo avanzó, sus hermanas ya eran madres prolíficas y Carmen estaba abandonando la florida condición de soltera, para ir entrando en la amarga de solterona. Murió su madre, y su padre iba declinando a ojos vistas. A los 35 años de Carmen, se produjo el acontecimiento asombroso y consternante para las hermanas. Confesó a sus hermanas que estaba embarazada, Y que pensaba conservar el hijo. Y allí se plantó. Jamás confesó ni confidenció quien era el padre de su hijo por nacer. La casualidad hizo que el chico naciera apenas una semana después que su padre falleciera, de modo que el destino de Carmen, cambió de objeto. Ya no se trataba de cuidar a un padre, sino de criar un hijo. El chico creció, estudió en los mejores colegios, y terminó recibiéndose con honores en una de las Facultades de la Universidad. Se casó, y ahora Carmen, como sus hermanas, es una abuela feliz. Discutimos esta historia con la buena señora que nos la contó tan prudentemente, ocultando los nombres y apellidos, Y logramos extraer de ella una opinión que da una validez tangencial al pecado de Carmen, de convertirse en "madre soltera" . Nos dijo la buena señora que Carmen no era una aventurera liviana, sino una chica que tomó conciencia de la soledad y de la falta de objetivos que la vida de solterona le deparaba. Entonces no salió a buscar amores fáciles, salió a buscar un hIjo, y lo consiguió. Quien fue el hombre, nadie lo supo, ni Carmen se preocupo de contar porque en cierto modo, ese hombre solo fue para Carmen el medio de alcanzar un destino mejor, salvarse del naufragio de la soledad. No le discutimos a la buena señora. Ella lo cree así, y así debió ser. Al final no somos nadie para juzgar.-
Mario Halley Mora - MHM

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