martes, 4 de octubre de 2016

LA PALABRA Y LOS DIAS: EL MAR, BELLEZA Y CRUELDAD

El mar, ese inmenso ámbito cuya extensión supera ampliamente al de la superficie solida de nuestro planeta, ha sido el escenario propicio para los grandes dramas y para el planteamiento de incontables misterios Nuestro mundo está dominado por la presencia del mar. Por algo se le llama el globo terráqueo, es decir, un mundo de tierra y agua. El mar ha sido y es para el hombre un motivo de meditación temerosa y es igualmente la esperanza de la humanidad, frente al agotamiento acelerado de las tierras cultivables y de la disminución del agua en las extensiones terrestres.
El mar tiene sus bellezas y sus monstruos. Desde las míticas sirenas perseguidoras de las naves de Ulises con su canto adormecedor. El héroe helénico dispuso una medida heroica para no sucumbir, él  y sus marinos, ante la seducción de aquellos seres maravillosos, mitad beldades y mitad peces... Se hizo atar él y ordeno se hiciese lo mismo con los demás compañeros de viaje, a los palos de los barcos.
Los monstruos del mar son descritos en ese libro incomparable de Herman Melville llevado al celuloide, "MOBY DlCK", la historia de una enorme ballena blanca cuya persecución lleva a los hombres a la perdición de sí mismos y del gigante del océano.
En la historia quiere ubicarse siempre el florecer de las más avanzadas civilizaciones en aquellas republicas o reinos ubicados sobre el mar. Recordamos haber leído alguna vez un pensamiento cuya esencia hace reflexionar.
Según este, los pueblos que habitan en las orillas del mar y dedicados a cultivar el trigo son los más señeros en cuanto a su cultura y civilización. En el primer libro de la Biblia, el Génesis, hay un párrafo lleno de grandiosa y enigmática poesía, cuya magia lleva a la mente por Insospechados territorios, cuando se lee aquello de que en el principio de las cosas, las aguas lo cubrían todo y por encima de ellas flotaba un maravilloso espíritu creador.
Pues bien, el mar también tiene sus misterios. Hasta hoy día, es mejor conocida la rocosa y solitaria superficie de la Luna y no el seno del mar, cuya pavorosa hondura llega a más de diez mil metros en algunas zonas del Caribe. Un sabio francés, Picard, solía realizar audaces incursiones acuáticas en una hermética campana y retomaba embriagado por la belleza de los panoramas submarinos, y también espantado ante los deformes e inquietantes monstruos de las tinieblas jamás alcanzadas por la luz solar. Ya Julio Verne en sus "VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO" se había anticipado en la ficción a las muy reales exploraciones del sabio Picard.
En esa novela las descripciones del doctor Aronnak, prisionero a bordo del poderoso "NAUTlLUS", y del misterioso capitán Nemo, llevan al lector al conocimiento del mundo del agua salada.
Fue también de un escritor, sin duda, eso cuya descripción esta en los textos bíblicos. Lo de Jonás, tragado por una ballena o un leviatán. Pues el mar tiene también sus dramas y tragedias esparcidos a lo largo del tiempo en su inmenso y movible escenario. Dramas y tragedias a veces envueltas en el misterio, como el caso hasta ahora indescifrable del velero "MARY CELESTE", hallado en mitad del Atlántico sin un alma a bordo, pero con los camarotes perfectamente arreglados, las mesas tendidas, y los platos servidos, las sillas y otros muebles en su lugar. ¿Qué se hizo de los pasajeros y tripulantes?
Jamás pudo saberse. Pero ese es apenas uno de los enigmas del mar. Hará unos 20 años un abordaje al estilo de la clásica piratería hizo víctima de una nave norteamericana en aguas del Asia. El episodio presenta carácter de drama, aunque no de misterio. Pero hace poco, el mar fue escenario de dos verdaderos misterios y dos tragedias.
Dos modernos submarinos, uno francés, otro israelí, marchan por el Mediterráneo. Sus transmisores dan paso a paso su posición a los monitores terrestres. De pronto, el silencio descarga su tajante cuchilla. Angustia, conjeturas, ominosas sospechas entre las naciones. El mar, encrespado apenas expone alguna capa de petróleo.
Minerva, se llama el submarino francés, nombre de mitología, la diosa de las leyendas griegas nacida de Júpiter, o de una nube, o a orillas del rio Tritón, pues los cronistas no se pusieron de acuerdo. Lo cierto es que el culto de Minerva floreció sobre las civilizaciones del Mediterráneo, en cuyo seno el submarino así llamado se perdió. . .
Dakar, o Tiburón, se llama la nave israelí también desaparecida. Nombre mitológico, al igual que TITANIC, tragedia clásica del mar.
Hace unos años, extraña coincidencia, en setiembre de 1966 para ser más exactos, se hundió en el Mar del Norte el submarino de Alemania Occidental llamado "Hai" (tiburón en castellano). Es un dato suficiente para estimular la imaginación de quienes asociar ciertos nombres con determinados hechos.
Pero como este no es nuestro propósito refirámonos únicamente a estos misterios y también tragedias. En "Los Trabajadores del Mar" Víctor Hugo describe la furia de las aguas y su repentina mansedumbre. Porque el mar es así. Origen de la vida y quizás sostén de ella en un futuro cercano, brinda al hombre sus riquezas y le da su alimento y, también le priva de sus seres queridos o arrasa sus ciudades. "MAR CRUEL" es otro libro de mucho éxito aparecido no hace mucho en Estados Unidos con desgarradoras historias de naufragios.
El mar, benéfico y terrible al mismo tiempo suma a sus misterios y tragedias la angustiosa incógnita de los tres submarinos perdidos.

Gerardo Halley Mora

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