domingo, 22 de septiembre de 2013

Comentario i: ¿Quien me quita lo bailado?

El asunto de nuestros comentario-ises anteriores está trayendo sobre nosotros una gran cantidad de llamadas telefónicas. Nos referimos al que dijo primero “yo ya no estoy para esos trotes” y al que redondeo después en “yo ya no estoy para esos trotes pero quién me quita lo bailado". Sobre el punto, como se dice en las asambleas – carape, una de las llamadas telefónicas es de un Señor, muy correcto pero al parecer algo amargado, que nos dijo que el también está en la edad en que “ya no está para esos trotes”,- pero no puede decir con sinceridad  “quién me quita lo bailado”, porque según sus propias palabras: “yo no baile nada, toda la vida me hicieron bailar a mi". Sofocando la risa que nos causo su agridulce ironía, le pedimos una explicación, y se negó a decirnos esa su historia personal en la que el tuvo, o tiene por destino bailar al son que otros tocan. pero pidió permiso para generalizar, y nos dijo “que hay una legión de hombres olvidados de la buena suerte, a quienes les ha tocado un empleo desagradable, un jefe malhumorado, una esposa gruñona que los sábados de tarde visten una bata del tiempo de ñaupa y se acuesta al lado de uno con la cabeza erizada de ruleros por la noche". Convinimos con el que bien puede existir ese tipo de personajes condenados al desaliento y a la inconformidad, e incluso, agregamos a la lista de males que él nos dio, algo de la cosecha que recogemos en nuestra observación personal. Hay hombres de edad en cuyo pasado existen hogares desechos, socios tramposos, hipotecas ilevantables, deudas atormentadoras, oficiales de justicia puntuales e inflexibles, vecinos que crían chanchos y llenan el barrio de moscas, etc. El señor que nos llamo, escucho con inocultada, y cierta masoquista complacencia, nuestro aporte a sus amarguras, y por su cuenta, nos dijo que podía agregar a nuestra lista unos hijos ingratos (parece que esa es una de sus experiencias personales) una jubilación miserable, etc. Y fue mas allá, suponiendo, dijo él, que es la juventud el tiempo en que se acumulan los mejores consuelos para el futuro, o  los mas recordables "bailes" . . . ¿Qué pasa cuando la mujer amada se caso con otro?. ¿Qué pasa cuando por falta de medios no pudo concluir una carrera? ¿Qué pasa cuando uno tuvo un padre borracho que hacia la vida imposible a la sufrida mamá y a toda la familia?. Si de joven se sufrió todo eso . . . . ¿Con que derecho y con qué sinceridad uno puede decir . . . "Quien me quita lo bailado"?
Mario Halley Mora - MHM

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