sábado, 14 de abril de 2012

Comentario í: Trabajo de literatura

La jovencita nos dijo: "La profesora de Literatura nos encargó que hiciéramos un trabajo sobre una obra suya, Y me he permitido venir a verle porque necesito algunos datos para completar mi trabajo". Le preguntamos si debía hacer su trabajo sobre una obra teatral, y nos respondió que efectivamente, debía hacer un trabajo sobre una obra teatral. Seguidamente, le requerimos si ya había leído una obra teatral nuestra, como le pidiera la Profesora, a lo que respondió que todavía nó, pero que ya había conseguido el libro en una biblioteca. Le preguntamos qué libro, y respondió que "Los hombres de Celina"., y que ya empezó a leerlo. Quedamos un poco turulato!!. "En qué curso está?", le preguntamos. "En Sexto", nos informó. "De modo que está en Sexto curso y no sabe diferenciar una novela de una obra teatral?" Inquirimos consternados, a lo que ella nos replicó con inocencia digna de mejor causa: "¿y no son la misma cosa?". Nos armamos de paciencia y le explicamos a la chica las (infinitas) diferencias entre los dos géneros. No creemos que haya entendido nada, pero se fue, se hizo de un libro teatral, y volvió al tercer día, con un papelito donde estaba el cuestionario que le había dado la profesora de literatura, para responder, presumo, DESPUES DE LEER, MASTICAR Y DIGERIR la obra teatral en cuestión. Pero la pobrecita no lo entendió así, tal vez creía de buena fe que el trabajo que le dieron, era importunar al autor hasta que el autor respondiera las 10 preguntas que estaban dirigidas a ella. "Mire, señorita, le dijimos. Estoy seguro que lo que su Profesora espera es que Ud. haga el trabajo". Nos miró espantada: "V cómo yo voy a saber esto de característica de los personajes, argumento, ambiente, lenguaje Y que se yo?" "Pero no leyó la obra?". "Sí, leí" "Pues allí está todo". "Es que yo no entiendo nada de esto". Como aquello ya parecía el dialogo entre un mudo y un sordo, cortamos por lo sano. “Vaya y pregúntele claramente a su Profesora”. Y se fue. Pero ella, como otras que nos hicieron pasar la misma ordalía, nos dejo un regusto amargo cuando examinamos la calidad de una enseñanza (no solo de literatura, sino general) en la que se llega al sexto curso, a los umbrales de la Universidad, con una frustrante carga de analfabetismo mental. Como diría en su mágica interjección nuestro colaborador “Kure rai, Akai ro”
Mario Halley Mora -MHM

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