domingo, 7 de julio de 2013

Comentario i: Pagar con la misma moneda


Nos contó el episodio una amiga nuestra. Ocurrió que a una joven señora el marido le puso cuernos, o más gráficamente, tuvo una aventurilla más que sentimental con una aspirante a modelo, y ella se enteró mediante esa misteriosa conspiración silenciosa que mantienen las esposas solidarias, se enteran de todo y pasan la información con pelos (es un decir) y señales. La amiga que nos refirió el amargo incidente, agregó que la esposa engañada, fue presa de tanta furia, que prorrumpió en una sombría amenaza: "iQué se cree ese sinvergüenza, yo también le puedo hacer lo mismo!". Y allí empezamos a discutir con nuestra amiga, porque ocurre que es mucho más fácil para el marido ser infiel, y mucho más dificil para una joven señora, casada y con hijos. Porque a pesar de la liberación femenina, las cosas están organizadas de distinto modo, es decir, el marido que "cabezudea" con una aspirante a modelo engorda su ego machista, se luce ante los amigos, demuestra su virilidad: en cambio, la mujer que "tira" la chancleta, cae en la sanción moral incluso de sus mismas congéneres, queda marcada, estigmatizada para toda la vida, y su caída incluso, golpea quizás para siempre, el nombre y el honor de sus hijos. Estos mismos hijos, olvidarán pronto el pequeño "desliz del viejo", pero no olvidarán jamás el "tremendo pecado" de la madre. Y conste que no lo estamos diciendo nosotros, sólo contamos cómo es la mentalidad social en este asunto de ponerse cuernos en el matrimonio. Por eso, le dijimos a nuestra amiga, que no creemos para nada !a amenaza de aquella joven señora, esposa y mamá, tan justamente enfurecida. Tal vez éste sea el único caso donde no vale la sentencia de ojo por ojo diente por diente, porque el hombre que peca resulta a veces hasta admirado. Es más, secretamente por las propias mujeres, y la mujer casada que tanto como peca, cae, es condenada, muchas veces hasta al exilio social. La mancha del adulterio es extrañamente selectiva: se borra con un poco de arrepentimiento del currículum varonil, pero es indeleble en el currículum femenino. Aún dentro mismo del matrimonio, la mujer, con la generosidad que da la maternidad, suele "decir, "le perdoné por mis hijos"; pero el marido no perdonará nunca, porque estima mas su “honor” y su amor propio que el amor de sus hijos. De modo que prudentemente, le aconsejamos a nuestra amiga que le diga a la damnificada por los cuernos, que no haga el disparate de pagar la ofensa con la misma moneda.
Mario Halley Mora - MHM

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