lunes, 1 de julio de 2013

TEATRO BREVE: EL CANDIDATO


EL CANDIDATO
Personajes:
Don Carlos:           Padre de la nena - 50
Jorge:                    23 - el candidato
Decorado:              La sala de la casa de don Carlos.

D. Carlos:     Bueno... pase... pase, por acá... bien, siéntese allí. . . No, en ese sillón no, ese lo uso yo. Siéntese en esa silla. (Aire descortés siempre)
Jorge:                   Gracias.
D. Carlos:     ¿Qué me agradece...?
Jorge:                   Y... la silla...
D. Carlos:     (Desabrido) ¿Y por eso “gracias"? No se la regalo, solo le digo que se siente.
Jorge:          Bueno... desde luego... ejem... yo no presumía que me regalara ninguna silla y...
D. Carlos:     ¡Bueno! Si vamos a estar acá hablando de sillas y qué sé yo... ¿No le parece que perdemos tiempo...? Soy un hombre muy ocupado y... ¿entiende?
Jorge:                   Bien... me he atrevido a venir a esta casa...
D. Carlos:     (Descortés siempre) ¡Sin preámbulos, sin preámbulos, por
favor!
Jorge:                   Bueno. Se trata de su hija.
D. Carlos:     ¿Sí . ..? ¿Y qué...? ¿O me va a venir a contar que tengo una hija? Ya lo sé. Lo sé desde hace 17 años y unos meses. ¿Y bien...? ¿Qué hay con ella...?
Jorge:                   Pues pasa que... bueno. Creemos que nos queremos y...
D. Carlos:     ¿Uds. creen...? ¿Y bien...? ¿qué quiere...? ¿que le saque yo de la duda?
Jorge:                   ¡Es que no hay ninguna duda!
D. Carlos:     ¿Y por qué dice que creen que se quieren?
Jorge:                   Es que... Ud., con su actitud... ¡le confunde a uno, señor!
D. Carlos:     ¿Mi actitud? es la normal... soy el dueño de casa, ¿no?
Jorge:          Si, desde luego... pero... (Un poco picado ya) ¡No le costaría mucho ser un poco más cortés...!
D. Carlos:     Si me ha pedido esta entrevista para darme lecciones de urbanidad...
Jorge:                   (Molesto) ¡No es para eso!
D. Carlos:     Haga el favor de no levantar el tono de voz...
Jorge:                   Perdone... yo sólo...
D. Carlos:     iVamos, vamos, vamos, al grano...!
Jorge:          ¡Vengo a pedirle permiso para visitar a su hija, como pretendiente!
D. Carlos:     ¿Ah si...? iHummmmmmmmm!
Jorge:          Su señorita hija opina que...
D. Carlos:     No me importa la opinión de ella. iEn esta casa sólo opino yo...!
Jorge:          Pero señor... Yo pido visitar a su hija. ¿No es importante lo que ella piensa...?
D. Carlos:     Para mi, no. Bien, quedamos en que me pide permiso para visitarla. Muy bien. Puede ser... Pero... ¿por qué viene solo? ¿Por qué no viene con Ud. su padre?
Jorge:          La razón es sencilla, señor... no tengo padre. Soy huérfano...
D. Carlos:     No crea que me va a impresionar, ¿eh? No soy sentimental ni sentimentalista... Para ml', el huérfano puede ser también un sinvergüenza. ¡Incluso Ud.! ¡No me diga nada! ¿Y su mamá, eh? ¿Por qué no viene con Ud. su mamá...?
Jorge:          Pero señor... ¡si sólo vengo a pedir llegar como amigo! Además, mi mamá vive en el campo. Yo vine a Asunción a estudiar, y vivo en una pensión...!
D. Carlos:     ¿En una pensión? Malo... malo... ¿Trabajo...?
Jorge:          ¡Si... soy dibujante...!
D. Carlos:     Ah... ¡Dibujante! ¿Es Ud. el que dibuja esos monitos idiotas que salen en las revistas...?
Jorge:          (Picado) iNo, señor! Soy dibujante de planos... ¡me gano la vida copiando planos...!
D. Carlos:     Malo, malo... el que se pasa la vida copiando el trabajo de otros no tiene ningún mérito... ¡Es una forma de ser haragán...!
Jorge:          (Ofendido) ¡Pero señor!
D. Carlos:     Déjese de... ¿estudia...?
Jorge:          ¡Tercer año de Ingeniería!
D. Carlos:     ¡Vaya carrera que eligió...! Sé por experiencia que todos los ingenieros terminan neurasténicos... ¡dicen que por las matemáticas! O se van al monte a hacer caminos y terminan con malaria... hum, hum...
Jorge:          Este... vea, señor... respeto sus objeciones... pero... ¿no puede ser Ud. un poco más... digamos, delicado...? Lo único que me falta es que por ser lo que soy, me saque a patadas...
D. Carlos:     (Enojado) ¡Un momento, se trata de mi hija!
Jorge:          (Enojado) ¿Y Ud. qué pretende para ella? ¿El Príncipe de Gales...?
D. Carlos:     ¡Por lo menos un sujeto educado!
Jorge:          ¡Uno no puede ser educado con otro que como Ud. se lleva por delante al prójimo!
D. Carlos:     Soy como soy... ¡Y Ud. no me va a cambiar, jovencito...!
Jorge:          Es una lástima... porque tenia las mejores intenciones del mundo. ¡Y Ud. me está tratando como a alguien que se mete con malicia y mala intención en su casa!
D. Carlos:     ¡Lo trato como se merece!
Jorge:          Pues entonces no me conoce bien. Tengo el orgullo de ser lo que soy. Hijo de campesina humilde. 23 años. Me pago mis estudios, no como bien y me visto peor. Jamás fui preso ni menti a nadie. Y tengo eso que muchos no tienen... ia pesar de su edad!: ¡respeto a si mismo!
D. Carlos:     Un momento, jovencito... Antes de irse, sépalo bien. ¡Le prohíbo terminantemente que se vea con mi hija...!
Jorge:          Ah... no. Ahi está equivocado, señor. Mis sentimientos son rectos y sanos. Tratarla no hará daño a nadie, salvo a un padre egoísta. Asi que... sáquese de la cabeza eso... y otra vez... ¡Buenas tardes!
D. Carlos:     ¿La seguirá viendo?
Jorge:          Si, señor. La seguiré viendo. Por dignidad y por cariño hacia ella. Y por favor, no repita eso de que me prohibe, porque... me dolería mandarlo al demonio... al padre de la chica que quiero... ¡Adiós, señor... lamento mucho haberle quitado su precioso tiempo!
D. Carlos:     (Ahora súbitamente cordial) Che ra'y... veni' acá...
Jorge:          ¿Quéee...?
D. Carlos:     Sentate ahi...
Jorge:          Pero... ¿qué pasa...?
D. Carlos:     Pasa que... bueno, soy papá... ¿no? Y mi nena se ha enamorado... y me preocupaba... quería estar seguro si el hombre la merecía, nada más... No quisiera yo un flojón para ella...
Jorge:          Y... ¿pasé el examen...?
D. Carlos:     iClaro...! Carácter... dignidad... conciencia de la nobleza de los sentimientos... iy coraje...! Si hasta ya me estaba esperando un moquete... porque, mirá que fui argel contigo, ¿eh Jorgito...? (Ríe)
Jorge:          Demasiado... don Carlos... je, je, je... ¿entonces...?
D. Carlos:     Por ahora... los martes, jueves y sábado... de 7 a nueve de la noche, ¿eh? Ni un minuto más, ni un minuto menos... iah... y en la sala...! Con las luces encendidas, ¿eh?... ¡Con las luces encendidas...! je, je, je.
TELON
MARIO HALLEY MORA – MHM
(Del libro “ Para el pequeño tinglado” – teatro breve – Imprenta Salesiana 1987)



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