sábado, 6 de julio de 2013

Comentario i: Pasarse de revoluciones



Un motor a explosión se pasa de revoluciones y se funde, es decir, gira a una velocidad mayor de la que es capaz de soportar pistones y cojinetes, y, se desbarata. Por eso, algunos automóviles están equipados con un cuadrante que marca el número de revoluciones por minuto que está efectuando el motor, y dentro de ese cuadrante hay una zona marcada en rojo, entre los 5 y 7 mil revoluciones, que indica peligro. Pero nuestra intención no es dar una clase de mecánica, sino de señalar que no sólo los motores se "pasan de revoluciones" sino también los seres humanos. Naturalmente, el hombre no tiene la misma estructura de un motor, pero si tiene el equivalente de pasarse de revoluciones. Por ejemplo, el exceso de ambición hace que el hombre entre en un ritmo a veces demente de actividad: trata de conservar a viejos amigos, trata de ganarse nuevos, trata de halagar a ciertas personas claves que ayudarán a su ascenso, concurre a cenas, conferencias, lanzamientos, organiza asados con una cuidadosa lista de invitados, no vacila hasta en instrumentar a la esposa para "hacerse amiga" -de la esposa de un personaje de relevancia capaz de darle una palanquita, calcula, especula, tantea, averigua, sondea, escucha, pesca, se informa, investiga, husmea, se acerca a unos, se aleja de otros, halaga al grande, menosprecia al chico, cuando hay que aplaudir lo hace cuidando que la cámara fotográfica documente su aplauso, y cuando hay que criticar es el más severo; está siempre con el oído atento para percibir qué voz sobresale y no pierde tiempo en hacerle coro, es especialista en determinar de qué lado sopla el viento y en izar sus velas en el momento más oportuno. Asi, pasado de revoluciones, su vida no parece vida, sino una carrera desesperada, su casa ya no es su casa, sino el lugar donde llega a prisa, se cambia de ropa y se va. La ansiedad le hace comer mucho y dormir poco, el exceso de cumplimientos sociales le hace abusar del alcohol, el deseo de estar en todas partes al mismo tiempo le somete a una tensión nerviosa constante, el miedo de dejar pasar la oportunidad le va minando el buen humor, le va empujando al stress, le va quitando la paciencia, y no es raro que al terminar el día le duela la nuca, sienta una opresión en el pecho, la cena le sienta mal. Viviendo así, sencillamente se ha pasado de revoluciones, acumula más energía de lo que el organismo pueda soportar y usar . . . y como el motor, puede desbaratarse en cualquier momento.
Mario Halley Mora - MHM


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