martes, 27 de septiembre de 2016

LA PALABRA Y LOS DIAS: FANTASMAS

Quien diga no creer en fantasmas no dice la verdad. Por mas evolucionada, culta y bien informada que sea una persona, en el fondo, en el hondo atavismo del ser humano que llega desde la prehistoria, allí late la superstición en cualquiera de sus formas. La verdad es que existen fenómenos hasta ahora inexplicables para el hombre, y hay una ciencia nueva, que se llama parapsicología, para estudiarlos. Significa la investigación de los procesos intelectuales y afectivos, sin base determinada o de oscuro origen. Comprende la telepatía o clarividencia, la llamada transmisión del pensamiento, hipnotismo, espiritismo y otros fenómenos.
La mayoría de estas cosas están bastante desacreditadas porque sirven a muchos pillos para engañar a la gente. Sin embargo, la telepatía ha llegado a ser tema de estudios en laboratorios y existen fundadas sospechas de que hay personas capaces de recibir mensajes mentales de otras, a distancia. Fenómeno que es calificado como consecuencia de una potencialidad de ciertos cerebros.
Pero lo que decíamos al principio es el tema central. Y el tema viene porque cierto amigo nos relata muy emocionado las andanzas misteriosas que efectúa en su casa algo, o alguien, o alguna cosa, que él cree es un fantasma. De ahí la pregunta: ¿existen los fantasmas? Y la consecuencia: quien diga que no, no dice la verdad, porque todos, absolutamente todos, en una noche oscura y en lugar desierto 0 en una antigua casa, sentimos que el duende de la inquietud salta y salta en nuestro interior y nos erizamos ante cualquier bulto 0 ruido, o lo que sea. Y eso es porque el hombre, en su evolución, no se ha liberado todavía de sus atávicos temores, de aquel tiempo en que refugiado en su cueva temblaba de pavor ante el silbido del viento o el brillo del relámpago.
En Inglaterra hay viejos castillos ruinosos cuyos dueños, aristócratas venidos a menos, han industrializado al fantasma y cobran la entrada a los turistas que quieren verlos, pasando una noche en tenebrosos dormitorios. Si usted desea disfrutar de maravillosas historias de fantasmas, lea, si ya no lo hizo, los libros de Walter Scott que en la literatura aprovecho muy bien el filón de los castillos ingleses y los espíritus que ubica en sus pasadizos y mazmorras. No se arrepentirá, y más que nunca quedara pensando, como nosotros, que no ocultamos nuestra sospecha de que, a lo mejor, los fantasmas existen.
Esto de los fantasmas tiene en nuestro medio su particular magia y encanto. El pora es un personaje del folclore que ha ganado su lugar en una mitología cautivante que nos habla también del duende de las siestas campesinas, erótico y huidizo, que es el Yacy Yateré, o del hirsuto y ubicuo pombero, y tantos otros seres irreales -¿o no?- pero de cuya existencia atrévase a dudar delante de cierta gente o en una noche oscura.

Gerardo Halley Mora

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