jueves, 29 de septiembre de 2016

LA PALABRA Y LOS DIAS: LOS MITOS DE LA LLUVIA

Bajo el ardiente sol de la mañana la procesión pasaba por el camino sobre la alfombra seca de mullida arena. La imagen, centro de una fe humilde y diáfana era conducida, pequeña y grácil, en sus también pequeñas andas.
El espectáculo presenciado en estos días se hace frecuente durante las épocas de sequia, como la actual. Pocas veces el verano fue no solamente tan intenso y constante en elevadas temperaturas, y también caracterizado por la falta de lluvia.
Es entonces cuando el campesino eleva sus ojos al cielo azul y diáfano o con algunos vellones de blancas nubes, bañado ese cielo por el resplandor solar casi deslumbrante, esperando ver asomar la mota oscura precursora del agua.
En estos casos, en la campiña, la fe sencilla busca la solución del problema de la falta de lluvia en la impetración de los poderes de lo alto o en ciertos rituales paganos. Y se efectúan las procesiones como las que acabamos de describir.
Pero existen otros métodos usados por algunas personas versadas en los grandes misterios, para convocar al espíritu de las aguas y hacer que el líquido se derrame desde las altas nubes. Entre estas prácticas hay una de carácter extraño. El oficiante del insólito rito toma un crucifijo y lo sumerge en agua, pronunciando oraciones cuyo contenido no esta exactamente ajustado a la ortodoxia.
Una señora de los alrededores de la ciudad practico esta ceremonia hará unos días. Lavo el sagrado símbolo en una palangana y luego lo expuso de cara al sol. Esto traerá lluvia, dijo muy convencida. Los vestigios de la magia traída a América por los esclavos africanos suelen surgir en ciertas formas de invocación para atraer aquella, costumbres persistentes aun como una fase del folclore. Cuando hay sequia, la maga campesina 0 suburbana, la "pruebera" o "prebera", habil para echar cartas y adivinar la suerte o en recetas de amor, ata de una pata con un cordel un sapo y lo tiene asi hasta que se produce lluvia. De lo contrario condena al pobre animal a quedarse panza arriba bajo el ardiente sol en la caliente arena. Esto tiene algo de siniestro sacrificio u ofrenda, dirigido vaya a saber a qué tenebrosa divinidad del Olimpo misterioso del vudú.
Las recetas para hacer llover son de una infinita variedad. Y que en nuestro país el folclore se nutra con esta clase de prácticas no sorprende, porque la historia de la humanidad es la historia de sus esperanzas depositadas en último término en los poderes de la divinidad. Desde la antigüedad mas remota el agua y el fuego fueron considerados elementos capitales de la vida y dieron origen a cultos y rituales. Los indios guaraníes creían en el espíritu de las aguas, un genio, duende o ser fantástico generalmente benigno, el "ypora".
En estas cosas, sin embargo, la connotación humorística suele hacerse presente. El buen humor es una de las características de la sociedad evolucionada. Nosotros, por ejemplo, tenemos un amigo para quien la falta de lluvia ofrece una formula de solución. Este amigo es dirigente de un club social de los alrededores y suele afirmar que le basta organizar una fiesta para que el cielo envíe cataratas de agua.
Con buen humor pues, este amigo confía que cuando se anuncie la próxima fiesta de su club, va a llover a cantaros.

Gerardo Halley Mora

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