sábado, 4 de agosto de 2012

Comentario í: Camino a la Democracia


Cuando un alto personero del Departamento de Estado, y por añadidura, asesor del Presidente Reagan, estuvo en Chile en el curso de una gira de información, se rumoreó en el país andino que la presencia del dignatario constituía una forma sutil de "injerencia", es decir, constituía su presencia, un factor de presión para orientar la política interna del país hacia determinados rumbos. Más tarde, el mismo dignatario estuvo en el Paraguay y tuvo una conversación informal con periodistas paraguayo s, de todos los medios de comunicación, afectos y desafectos al Gobierno. Admitió el hombre que se le hicieran preguntas, y de todas las respuestas que diera, no apareció asomo alguna de la mentada "injerencia", por más de que algunas de las preguntas que se le formularan, parecían querer inducirle a hacer definiciones y calificaciones que colisionaran contra la soberana voluntad de nuestro país. En ese sentido, el misionado por el Departamento de Estado se mostró hábil, prudente, y hasta si se quiere escurridizo, pero supo dejar sentado que" primero, no venía con prejuicios establecidos”, no venía como juez, ni mucho menos como consejero, papel éste que él mismo calificó de "presuntuoso".  En todo caso, dejó entrever en sus respuestas, que no formaba parte del sector radicalizado de su país que considera la única democracia válida, a la que sigue el modelo norteamericano. Especificó las características propias de la democracia en su país, pero admitió implícitamente que en muchos otros países las  condiciones son distintas, las situaciones económicas más peculiares, el universo social y cultural más diferenciado, y las circunstancias modeladoras de la vivencia nacional con toques existenciales propios, y que dentro de esas características podrían ser válidas otras formas de democracia que no se miraran precisamente en el espejo del Tio Sam.  Si ese es el espíritu del Gobierno del Presidente Reagan con respecto a América Latina, suponemos que esta en un camino realista. Si el mismo Reagan se opone hoy con tanta fiereza a que Cuba exporte su marxismo, con la misma razón ha de privarse de la tentación de exportar “su” democracia, y el mínimo de flexibilidad que se permita al respecto, lo llevaría a respetar y comprender el “camino a la Democracia” que se fije cada país, o los medios de “defender su democracia” que adopte para legitimar su permanencia en el mundo libre y fortalecer sus Instituciones.
 Mario Halley Mora - MHM

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