sábado, 4 de agosto de 2012

Comentario í: Sentimiento de nostalgia


A propósito de amor a las cosas viejas, nos comenta una persona amiga encontró muy acertado  nuestro comentario anterior, que ella misma es un ejemplo de lo que decíamos, pues su mayor orgullo, su inofensivo  y placentero contento radica en que todavía conserva el reloj centenario de su padre, un viejo reloj de bolsillo marca Longines con tapa de oro, con el escudo grabado en la misma y la leyenda centenario de la Independencia del Paraguay. Este precioso reloj, salió a la venta en 1911. Por lo demás, el hombre nos dice con inocultable orgullo, que el "reloj anda perfectamente". Y no solo guarda y conserva el reloj paterno, pues tiene  un precioso bastón de negro ébano, con puño de plata, con la inscripción grabada “made- in Bombay”, y otro bastón  de aquella época elegante y sofisticada , un bastón estoque , cuyo puño es la empuñadura de una fina y letal espada de acero que tiene por funda, el bastón mismo. Como es de prever, lleva el sello heráldico de unos refinados fabricantes parisinos.  Conocemos un amlgo que conserva como un objeto de valor casi religioso para él, el viejo Smlth Wesson que fuera de su padre, y otro de ideas menos marciales, que se ha preocupado no sólo de mantener intacta la valiosa biblioteca paterna, sino de ir enriqueciéndola, a pesar de lo cual, la sigue llamando la "biblioteca de papá", Y cuando , de ella, consulta un libro antiguo, no le libra de la emoción de entrar a las paginas pasando por la primera, donde aún vive la enérgica firma del progenitor que hace mucho ya se fue. En este mismo sentido, recuerdo que hace mucho tiempo, se casó una querida amiga y lucio para la ceremonia un esplendoroso vestido de novia que había sido la misma que vistió su finada madre en igual ocasión, y , según me dijeron, había alhajado antes a la madre de la madre, es  aquel vestido venia de la abuela, y sólo había pasado por los retoques que requieren la moda de cada tiempo. La hija de aquella amiga ya debe andar por la “edad de merecer” y considero posible que vaya al altar, con aquella vestidura virginal vencedora del tiempo y que enjoyo el momento mas dulce de cuatro generaciones de novias. Pienso al recordar todo esto, que hay en estas costumbres no solo un sentimiento de nostalgia, o un respeto a la tradición, sino también un visceral amor a las raíces, quizás el orgullo de pertenecer a una familia que se perpetua, o una casta que prevalece sobre el paso del tiempo.-
Mario Halley Mora - MHM

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