sábado, 25 de agosto de 2012

Comentario í: El talento y la pereza


Ahora que, Dios y las empresas editoriales mediante, florece el gremio de escritores, y desde luego, florece la cultura literaria en el país, tema estimulante es hablar precisamente, de los escritores, que ya son numerosos, valorados, aplaudidos o criticados, pero están vigentes, y lo que es mejor, por fin sus propios compatriotas los editan, los leen y los conocen. Sin embargo, el tema no es el de los escritores que ya son, sino de aquellos que deben ser. Que deben ser por su capacidad intelectual demostrada en trabajos de corto aliento, por su manejo del idioma, por la claridad de sus ideas. Tienen todas las condiciones, incluso un nombre ya "vendedor" pero se mantienen en un silencio que resulta inexplicable. O más bien, que resulta explicable si prestamos atención a un par de pretextos que siempre están a flor de labios. Uno, que "no tengo tiempo por mis obligaciones". Otro, no dicho, pero real, es el hecho insólito de que en nuestro medio, el talento, salvo algunos casos, va de la mano de la pereza, lo que constituye un desperdicio que suena a pecado. Es más, hay otros que tienen la intención de arremeter con la realización del libro soñado, incluso ya tienen el tema, un esbozo mental, pero lo van postergando indefinidamente, a la espera de una "oportunidad" que va saltando de plazo en plazo, sin concretarse nunca. En todos los casos, la que está ofreciendo el medio editorial y el interés superlativo del mercado lector, el apoyo de la prensa, el ojo avisor de la crítica, es una brillante oportunidad que ha roto y condenado al desván la clásica figura del creador que escribe y ve morirse, de viejo su original guardado en un cajón, sin posibilidad alguna de edición, a no ser la costosa "edición propia" que generalmente muere al nacer por la desconfianza de libreros y de público, y también de la crítica de los libros editados sin el sello de una Editorial. Lo dicho, pues, los amigos motivemos a quienes conocemos como aportadores en potencia, y con potencia intelectual de la cultura del país. Estamos viviendo una primavera bibliográfica, pero dentro de esa primavera, para no ser monótona y fatigosa a la larga, las flores deben multiplicarse. No se puede sostener ni proyectar hacia mayores alturas un movimiento a base de los mismos nombres.Todo debe enriquecerse y renovarse, sin olvidar que el mayor placer del lector, no es leer repetidamente los mismos autores, sino descubrir otros nuevos.
Mario Halley Mora – MHM

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