miércoles, 22 de mayo de 2013

Comentario i: Progreso del género humano



Hace 29 mil años, Umo se despertó, en su cueva con el canto de los pajaritos. Gruñó de disgusto al ver que su mujer no se había despertado para encender el fuego. Rebuscó por el piso de la cueva y encontró un pedazo frio de carne que devoró como desayuno, luego se desperezó, aferró el garrote y salió a buscar una pieza de caza con que alimentar a su familia ese día. Hoy, 200 siglos después, Jorge se, despertó con el timbre del reloj-alarma, fue al año, se dio una ducha, se vistió y fue a la cocina a ver si le habían preparado el desayuno. Gruñó con disgusto porque su esposa aun dormía. Bebió un café con leche frio, agarró su portafolios de ejecutivo de Seguros, y salió también a ganarse el pan de cada día. Quienes hablan de “esta cambiante vida” deberían reflexionar un poco sobre las existencias de Umo y de Jorge, como cortadas con la misma tijera. . . con veinte mil años de diferencia. Las obligaciones del hombre moderno, de Jorge, son exactamente las mismas que las de Umo, el troglodita: salir a buscar la pitanza, cada uno a su manera. Umo buscando caza, Jorge cazando clientes; Umo habrá tenido que afrontar peligros, como él con  gliptodonte carnívoro o con un tigre diente de sable, ambos dispuestos a comérselo. Pero Jorge también ha de enfrentar peligros, como que un ómnibus cruce la luz  roja y le aplaste al auto y a él adentro. De modo que los mismos peligros acechan a ambos cazadores, y lo que cambia solo es el decorado, la selva – selva para Umo y la selva de asfalto para Jorge. Pero allí no termina el parecido. A Umo ya le sucedió más de una vez que después de dejar frio de un garrotazo a un antílope tras una fatigosa persecución, se le presento aquel grandote y abusivo de Oko que pretendió arrebatarle la presa, y Umo la tuvo que defender a mordiscos y garrotazos. Otras veces no salió tan bien librado porque Oko tenía la ayuda de otros tres trogloditas, y Umo tuvo que batirse en retirada, dejando el botín. Jorge también puede quejarse de lo mismo, y son incontables las veces en que otras Compañías de Seguros le han arrebatado el cliente bajando deslealmente la prima y extendiendo el amparo, pero a veces se desquitaba haciéndole la misma trampa a sus competidores, de la misma manera que Umo se dio maña más de una vez para dejar a Oko sin carne y pateando de rabia la tierra. En fin, que al parecer todo sigue igual, y estamos aprendiendo a mirar con descreimiento a los que nos hablan de “progreso del género humano”
Mario Halley Mora - MHM

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