martes, 21 de mayo de 2013

Comentario i: Huérfano de riqueza cultural y de imaginación

No queremos ser iconoclastas ni desmerecer esfuerzos honrados y voluntariosos, como tampoco desconocer buenas intenciones, pero creemos que en ciertos emprendimientos, lo lógico, lo prudente y lo justo, es hacerse asesorar por los que saben o no soslayar el trabajo de profesionales cuando estos son  necesarios. Esta reflexión viene a cuento, como consecuencia de haber visto por televisión, días, atrás, la inauguración de un monumento en una progresista ciudad del interior, realizado con una noble intención pero lastimosamente con poco criterio artístico. La obra en sí, no refleja el contenido histórico del hecho que se quiere rememorar, y sumado a ese defecto  tiene detalles infantiles de una gran vulgaridad, como la presencia gratuita de unos desubicados cisnes de yeso, del tipo que se  vende en plaza y que muchos nuevos ricos gustan instalar en sus jardines, junto a pintados gnomos y otras simplezas de la misma laya. Desde todo punto de vista, loable es perpetuar las grandes fechas y los grandes, hombres de nuestra Historia, pero ese mismo compromiso debe ir acompañado de la intención de que en el  orden estético, el diseño y la estructura del monumento adquieran el decoro, la galanura, las bellas proporciones y la imaginación creadora que son capaces de darles los profesionales y artistas, que tenemos en abundancia en nuestro país y a los cuales debe recurrirse. Tenemos arquitectos que se han preocupado, en sus últimos cursos universitarios, de peregrinar por Europa y los Estados Unidos para enriquecer sus conocimientos; y que ahora, por, cierto, deben estar en óptimas condiciones para colaborar con quienes, les soliciten. Tenemos artistas plásticos de renombre internacional que, no dudamos, se han de prestar gratuitamente a contribuir con ideas, con bocetos, con dirección, asesoramiento y  hasta ornamentación adecuada de las piezas recordatorios que se quieren instalar. Ellos conocen su profesión, practican su  arte, se ejercitan en la búsqueda de lo bello, y dentro de lo bello, tienen la habilidad para expresar lo simbólico, lo permanente o lo eterno. Desperdiciar su aporte o sencillamente olvidarlos, revela poca  inquietud y cierta forma de soberbia, sobre todo cuando se cree que un “monumento” puede ser diseñado y construido con un oficial albañil (sin desmerecer al oficial albañil) lleno de voluntad, pero huérfano de riqueza cultural y de imaginación.-
Mario Halley Mora - MHM

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