domingo, 11 de agosto de 2013

Comentario i: Agria discusión de sobremesa con su consorte

Existen cuentos que no cuentan, sino plantean cuestiones morales cuya resolución el autor deja a cargo del lector. Son llamados cuentos polémicos, es decir, obras literarias cuya finalidad extrema es enfrentar a la Sociedad con un problema humano nacido de su propio seno, y que esa misma Sociedad, en la Persona del lector o del taller de lectores, debe dilucidar. Hace poco cayo en nuestras manos un librito de dichos cuentos polémicos de un autor italiano casi desconocido, pero que tiene muy afinado el arte de narrar . . . y de desconcertar. Uno de esos cuentos se refiere a una niña blanca, de 15 anos, del Sur de los Estados Unidos. Es violada por un negro, ella denuncia el atropello y aplican al negro la Ley de Linch, es decir el linchamiento. Consecuencia del ataque sexual, la muchacha queda embarazada. Su familia, muy profundamente católica apela a la autorización de la Iglesia para realizar un aborto. La Iglesia niega la autorización. Entonces, los padres, desesperados porque su hija va a tener un bastardo, y por añadidura mulato, abjuran de su fe religiosa y deciden llevar a la niña una clínica especializada en abortos. Pero ocurre que la convicción religiosa de la chica es más fuerte que la de sus padres. Le han enseñado que abortando renuncia a la Salvación, y se niega a ser intervenida, es decir, decide que el hijo que crece en su seno nacerá, y no retrocede en su resolución ni aun cuando le plantean que ese hijo de negro destruirá su vida, la convertirá en una exiliada social, en una persona rechazada por la Sociedad. El cuento termina cuando ella, en la soledad de su dormitorio, acaricia su vientre abultado y le dice al hijo por nacer: "no permitiré que te maten, hijo. En rigor, parece la síntesis de una telenovela lacrimosa y hasta sospechamos de que una obra teatral, una novela y una telenovela de mucha difusión, durante años, están inspiradas en este viejo cuento, escrito posiblemente entre 1915 y 1917. Pero plagios, imitaciones y "adaptaciones libres" aparte, el cuento conserva hasta hoy el vigor de su planteamiento, sigue sosteniendo en pie el viejo fenómeno de la lucha entre la fe y las conveniencias sociales, o entre los mandatos, de la propia conciencia y el temor casi reverencial al "qué dirán”. Es más, aquí, una Joven decide defender la vida de su hijo, al costo de la destrucción de su propia vida. El asunto está planteado asi y todavía puede servir para que un lector nuestro tenga una agria discusión de sobremesa con su consorte, sin que desde luego lleguen  a un acuerdo, porque el problema durara lo que dura el mundo, y la humanidad.
Mario Halley Mora – MHM

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