jueves, 29 de agosto de 2013

Comentrario i: Hibernación de los muertos


Doscientos cincuenta mil dólares cuesta en Estados Unidos, un pasaje a la inmortalidad, o por lo menos, un pasaje a la POSIBILIDAD CIENTIFICA de la Inmortalidad. Y como hay muchas personas que no se contentan con haber vivido esta vida y quieren vivir otra, ha florecido el negocio de la "hibernación de los muertos", a cargo de empresas que reciben a quienes han fallecido, previo el pago de los U$A 250.000, los' introducen en un ataúd de acero inoxidable y allí, los mantienen a una temperatura que no permita la descomposición. El objetivo, es conservar el cuerpo intacto, por el tiempo que sea necesario, hasta que la ciencia del futuro descubra la enfermedad que mató al muerto (es un decir) y haya alcanzado la técnica para volverlo la vida. Todo se basa, en la creencia de que en el futuro, la ciencia avanzara tanto (ha avanzado más en los últimos 50 años que en los últimos 1930 años anteriores) que vencerá a la muerte. No dejamos tener nuestras dudas al respecto, y pensamos que la ciencia la vida tienen una misma frontera, la muerte,  dentro de este concepto es posible admitir que la ciencia ha logrado prolongar la vida, es decir, retardar la muerte, pero de ninguna manera, evitar su victoria final. Además, en el caso, tan milagroso y tan blasfemo al mismo tiempo de devolver a un cuerpo la vida, y desde luego secuestrar su alma del cielo, del infierno o de donde esté... ¿que pasaría con el muerto revivido?. Supongamos que ello ocurra en el año 2100 (si hay año año2100). El muerto abre los ojos. De ninguna manera es un acontecimiento, con todo el misterio de asomarse a la luz, sino apenas el despertar de un largo sueño, con todos los conocimientos alertas, con toda la memoria acumulada, con todos los afectos atesorados. ¿Resistirá este hombre el choque de encontrarse en un mundo extraño, sin amigos, sin hogar, sabiendo que sus hijos y sus nietos son cenizas, que sus intereses desaparecieron, que es un objeto de curiosidad más que una persona?. Se ha dicho tantas veces aquello que somos productos de nuestras circunstancias, y que ellas modelan nuestro carácter y nuestra personalidad y nuestra vida y nuestro destino. Pero ... ¿qué pasa con el muerto revivido que aterriza en un tiempo ajeno, en circunstancias que no le competen para nada, en un mundo donde no tiene lugar, entre gente que no le debe afecto, ni consideración, ni respeto, ni admiración, ni rechazo, ni nada? Ivaietene la porte chupé.-
Mario Halley Mora - MHM

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