viernes, 16 de agosto de 2013

Comentario i: La Justicia para ocultar la delincuencia

Mucha gente nos acusa de hacer propaganda al kiosco del amigo Burián, en 15 de mayo y Antequera. Nada de eso, porque hacemos sí propaganda, a los libros que se preocupa de poner al alcance del lector paraguayo, en los mismos momentos en que las revistas argentinas, en sus secciones bibliográficas, nos cuentan de la resonancia que están adquiriendo las nuevas obras aparecidas.  En cierto sentido, entonces, premiamos el mérito de un empresario Joven que tiene vocación de servicio, ayuda a generar mercado lector que incluso beneficia a escritores, paraguayos y con esa actitud se ha ganado el apoyo de la prensa. Hecha esta aclaración, nos referimos de paso a un libro autoría de un periodista francés corresponsal en Moscú, titulado “La Kleptocracia”. Su tema es la delincuencia en la URSS, y nos revela que el marxismo, en cuanto a crear EL HOMBRE NUEVO, limpio de los pecados, los egoísmos, las perversidades que devienen de la competencia capitalista, y llevado a las alturas de la pureza moral, de la solidaridad, de la generosidad y el altruismo ha fracasado completamente. Admite el autor que el puritano "socialismo" marxista genera los mismos tipos de delincuencia que existen en las oxigenadas sociedades capitalistas, con la diferencia de que en los países capitalistas, la delincuencia es un fenómeno que se enfrenta al sistema, mientras que en la URSS específicamente, la delincuencia, desde la corrupción administrativa hasta las drogas, la prostitución y un espantable grado de alcoholismo, prevalecen DENTRO y a veces hasta al AMPARO del sistema. Esto, porque en las sociedades libres, la Justicia funciona para CASTIGAR la delincuencia, mientras que en la Sociedad "socialista" de la URSS la Justicia funciona para OCULTAR la delincuencia, porque está sujeta a la premisa de hierro de que todo allí debe tender a demostrar que el socialismo es el reinado de la pureza y de la inocencia. Sin embargo, por debajo de los Juicios secretos y de los Jueces contemplativos, del silencio de la prensa, y del constante echar tierra sobre las estadísticas del mal, el autor descubre un tenebroso, pavoroso sub mundo de la delincuencia, muchas de cuyas manifestaciones atribuye a la innata inclinación al mal del ser humano, y otras tantas, a respuestas de rebeldías que da el hombre a una situación de asfixia espiritual, de coacción contra su libertad, que son las herramientas del “socialismo” para crear su fantasioso “Hombre Nuevo”
Mario Halley Mora - MHM

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