domingo, 18 de agosto de 2013

Comentario i: El arte de la caricatura


En nuestra diaria tarea periodística, suelen ser muchas y variadas las experiencias que ganamos, muy especialmente en el conocimiento de la gente. Existen personas que tienen un gran sentido del humor, y aceptan con elegancia de buena ley, el chiste que les concierne, como en el caso de las caricaturas y las secciones específicamente humorísticas. Otras se ofenden. Y hacen mal, porque deberían comprender que cuando uno está en la actividad pública, su persona está bajo la lupa del periodismo, así como la naturaleza política, económica, cultural, social, artística de sus actividades. Entonces, de la misma manera que el periodismo en general le dedica a él, a su pensamiento, a sus acciones, a sus pronunciamientos, el espacio para la noticia, la crítica, el comentario o el elogio, también el periodismo humorístico, que ejercitan todos los diarios menos ABC, también le toma como motivo de la chacota amable e inofensiva, y esto de inofensivo hay que remarcar, porque en mucho tiempo no hemos visto jamás en ningún diario local que el humor haya rebasado sus fronteras y se haya vuelto burla u ofensa. Si la caricatura es un arte, aunque menor, ser caricaturizado no es una ofensa, como no lo es ser pintado por un pintor. A lo sumo la caricatura remarca con gracia alguna mala jugada que nos hizo la madre Natura, como una cabeza pelada, una nariz tipo cebolla, unos mofletes de querubín o un cuello de cigüeña, por no decir un físico que recuerda levemente a un símil zoológico, pero si allí hay chanza, es una chanza de la naturaleza, nó del dibujante, cuya "visión zahorí" ha captado las características más resaltantes de nuestro ser físico, y por qué no también, en el caso de los grandes caricaturistas, de nuestro ser moral. De ahí que siguiendo este orden de ideas, el objeto de un chiste o de una caricatura, si es maduro, juicioso, y sobre todo si tiene el sentido del humor, no tiene por qué ofenderse, como tampoco tiene razón aquél cuyas actividades haya sido objeto de la chanza periodística, sea el político que "metió la pata" en un discurso, el industrial a quien se le va la mano en esto de pedir privilegios y mostrar poca contribución, o el ganadero que se queja de sus "grandes pérdidas" pero no vacila en poner sus vacas fuera del alcance del consumidor. Cosas que desde luego, llaman a la reflexión seria, pero que también son objetos de la risa, que es mejor que tomar las cosas por el lado dramático.
Mario Halley Mora - MHM

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