sábado, 24 de agosto de 2013

TEATRO BREVE: EL VENDEDOR DE CORBATAS

TEATRO BREVE: EL VENDEDOR DE CORBATAS
ACTO UNICO DE MARIO HALLEY MORA
El decorado: una lujosa sala de una familia pudiente. Teléfono. Divanes y mesitas de corte caro y moderno. Sobre un diván se ve una grande y elegante muñeca. El decorado dispone de un lateral a la calle en izquierda y un lateral a interiores en derecha. La acción al caer la noche, 6 ó 7 de la noche.
Al levantarse el telón el escenario permanece un ratito vacio. Luego de hacia la calle, vestido con elegancia, aparece don Carlos. Aire de cansado. Arroja su sombrero sobre un sillón. Ve a la muñeca en el otro sillón. Se detiene con aire furtivo. Mira hacia adentro, luego se vuelve con aire cauteloso a la muñeca.
D. Carlos:    (A la muñeca) Hola Rosalinda... (vuelve a mirar por si no lo están viendo) Te dije, hola malcriada... Eh... ¿No me contestas? No me diga que la nena linda está enojada con abueloncho... (Alza en sus brazos a la muñeca) De modo que enojada... je... je... je. Pero abuelo sabe cómo desenojar a su linda Rosalinda... ¡Con un beso! (La besa) ¿Y? Je... je... je. Te pica la barba de abuelo. Vamos, ya basta. A ver... una sonrisita para abuelo... ¿Que no? Yo te voy a hacer reir... Caballito, ¿eh...? (Se sienta. Pone sobre sus rodillas a caballo a la muñeca. La hace galopar mientras recita rítmicamente)
Galopa, Galopa
Galopa Overito
Galopa, galopa
Galopa nomás
Que mi muñequita
Se va galopando
Llevando su manto
A Santo Tomás
(De hacia exteriores, intempestiva entrada de Lidia, su hija, vestida de calle. Mira asombrada la escena. Don Carlos revela cierta rebelde vergüenza.) Lidia:           Hola, papá.
D. Carlos:    ¡Por lo menos debías haber golpeado la puerta!
Lidia:                   ¡Pero, papá...!
D. Carlos:    ¿Y qué... Y qué...? ›-.
Lidia:                   Jugando con una muñeca. ¡Vos!
D. Carlos:    ¡Perdoname, la próxima vez voy a elegir un trompo o un balero!
Lidia:                   (Ríe) Pero papá... la cosa no es esa... A tu edad... y una muñeca...
D. Carlos:    (Nervioso) Vamos, vamos... ¡decilo de una vez!
Lidia:                   ¿Decir qué...?
D. Carlos:    Lo que estás pensando... ¡Que chocheol... No, señorita. No es chochez, es amargura, es soledad... es buscar cosas postizas para llenar el corazón. (Enojado) ¡Eso, una nieta postiza!
Lidia:          Uyyy... Volvemos a lo mismo...
D. Carlos:    Si, señorita. ¡Volvemos a lo mismo! Sos mi hija única. Ya estoy medio anciano. Lo tengo todo. Seguridad, comodidades, todo. ¡Pero no tengo lo que tiene el más infeliz de los carreteros! ¡Un nietecito cabezudo y gordito que me alegre mis últimos años! ¿Y vos? ¿Jhe? ¿qué hacés...? Mi hija única. ¡Hija única de padre viudo!.
Lidia:                    (Con tono ofendido) Ya sé. Ya sé, papá. Que te estás Poniendo vieio, que yo ya tengo 25 años...` ¡Me lo venis diciendo hace meses!
D. Carlos:    ¡Veinte y siete!
Lidia:                   Está bien. i27l
D. Carlos:    Y a los 27 años, aún soltera. ¡Mi única hija! Mi única esperanza de convertirme en un abuelito babeante que se pase sus últimos años endulzados con las caricias de un nietecito asi de chiquitito y sonrosado... Pero... iBah! ¿Cuándo demonios te vas a casar?
Lidia:          Pero papá, yo...
D. Carlos:    ¡Qué yo ni qué ocho cuartos...! ¿Qué te falta? Bonita, sos. Plata, tenemos. Estudiaste piano, dactilografía, economía doméstica, corte y confección y qué más...?
Lidia:          ¡Artes decorativas!
D. Carlos:    ¡Eso! ¿Y qué pasa? Nada. ¡Ni un miserable candidato que venga a calentar sillas! Y yo me voy a morir sin nietos.- ¡Ingrata!
Lidia:          Un momento, papá. (A¡rada) Candidatos hubo. ¡Lo que pasa es que sos muy exigente vos!
D. Carlos:    (Escandalizado) ¿Candidatos? ¿Vos llamás candidatos a esos muertos de hambre que vienen acá por tu dinero...?
Lidia:          Algunos eran de buena familia.” ¡Como Anibal...!
D. Carlos:    ¡Aníbal! ¡Mi Dios! Flor de vago. ¡Y el peor de los vagos, que es un vago con apellido!
Lidia:          ¡Pero era de buena familia!
D. Carlos:    ¡Eso era antes, cuando vivía el papá! ¡Ahora lo malgastaron todo! ¿Sabes que la vez pasada la vi a la mamá comprando fariña? ¿Sabes para qué sirve la fariña? Es el banquete de los pobretones. Le ponés un poco de aceite, de agua, cebollitas, hacés una masa, o un engrudo, si querés, y adentro. Durante tres dias, tenés en la barriga la sensación de haberte trabado un camión Volvo...
Lidia:                    ¿Y se puede saber cuál seria el candidato ideal? Porque a Lorenzo-lo echaste...
D. Carlos:    ¡El viernes pidió permiso para visitarte y el sábado me pecho 10.000 guaraníes...!
Lidia:                   ¡A Marcos ni quisiste recibirlo! '
D. Carlos:    ¡El atorrante! ¡Me vendió un reloj suizo!
Lidia:                   ¿Y eso qué tiene de malo?
D. Carlos:    Tiene de malo que era suizo por fuera. ¡Por dentro era brasilero, fabricado en Curitiba!
Lidia:          Lo que pasa es que sos demasiado exigente... ¡Ya no se más! A ver, papá... ¿qué clase de candidato sería el ideal para ganarse mi blanca mano...?
D. Carlos:    ¿El ideal...? Ah... si pudiera... (Se levanta) Tendría primero que ignorar absolutamente a cuánto monta nuestra cuenta corriente en el Banco. No me importa que sea pobre, con tal de que sea joven, sano y honrado. Puede ser un cartero, un chofer o un motorman, iPero que sea integro! ¡ln-te-gro! ¿Entendés...?
Lidia:          (Se levanta también) Joven... sano... iYa lo tengo!
D. Carlos:    ¿El qué...?
Lidia:          ¡El candidato ideal! A ver... me conoce solo de vista, o un poquito más. Yo sé donde trabaja. El pobrecito me mira con cara de ternero en dieta. No conoce nuestro deslumbrante apellido, ni nuestra voluminosa cuenta bancaria... es sano, joven...
D. Carlos:    ¡fenómeno...!
Lidia:                   Pero hay una dificultad, papá...
D. Carlos:    No puede ser muy importante...
Lidia:                   Es importante. ¡No lo amo!
D. Carlos:    ¡Extrañado! ¿Y eso qué tiene que ver? ¡Lo que yo quiero es que tengan hijos! Mirá, mi hija. Yo conozco matrimonios que no se pueden ver... se tiran platos a la cabeza. La mujer habla pestes del marido a las vecinas. El marido pone de todos los colores a su mujer en la oficina. La casa, cuando están los dos, es un ruido infernal... de día.
Lidia:          ¿Y de noche?
D. Carlos:    Silencio absoluto. Y además, ya tienen siete hijos. Así, en escalera...
Lidia:                   (Va al teléfono. Suspirando) Yo me hubiera querido casar por amor.
D. Carlos:    ¿Qué vas a hacer...?
Lidia:          ¡llamar al candidato ideal...l Sinceramente, eso de que te pongas a jugar con la muñeca, me asusta... en fin... (Disca...)
D. Carlos:    Preguntale si puede venir ahora mismo... ¿eh? (Rie. Mutis a lat. der.)
Lidia:          Hola... ¿Banco Industrial? ¿Podría hablar con el señor Pestalozzi? Gracias... Hola, ¿señor Pestalozzi? Le habla Lidia... oh, si, nos presentó Gladys, ¿recuerda...? Oh... su interés me halaga mucho. Bueno, es el caso que... en fin, supongo que Uds. trabajan hasta las 6 y media... (Mira el reloj pulsera) Es su hora de salida... y como mi casa queda en su camino... me gustaría que mañana viniera a tomar un aperitivo... ¡Eso si no tiene otro compromiso...! Oh, muchas gracias... Me siento un poco abusadora... ¿Que sí? Bueno... (Vuelve a mirar su reloj) Gracias. Adiós... Hola, hola... Este... perdón, nuestra provisión de bebidas está un poco flaquita, je, je, je... ¿Qué prefiere? Whisky, Vodka, Vermouth, un Manhatan...? ¿Qué? ¿Que solo toma Coca Cola...? Y bueno, hasta luego... (Cuelga. Hace un gesto de fastidio) iSolo toma Coca Cola...! Ufff... (Va a salir a lat. der. cuando suena el timbre de calle. Ella vuelve a lat. izq. y va diciendo) Coca Cola... le debí preguntar si le gusta en vaso o con pajita. (Abre la puerta. En lat. izq. asoma Marcos.)
Lidia:                   iMarcos...!
Marcos:       (Entrando) Lidia... Mirá, pasaba por aqui, vi tu casa y me dije: Marcos, entremos a saludar a esa primorosa, encantadora y sin par Dulcinea de mis sueños quijotescos, Lidia Torales. iBella, distinguida y heredera!
Lidia:          ¡Hay que ser cínico! Después de lo que le hiciste a papá... i\/enderle un reloj suizo fabricado en el Brasil...!
Marcos:       ¿Y tu papá se queja?
Lidia:                    ¡Está que trina de rabia!
Marcos:       (Escandalizado) Hombre egoísta, sin sensibilidad, sin más miras que sus estrechos y limitados intereses personales. ¡Quejarse por un miserable reloj falsificado!
Lidia:                    ¡Pero se lo vendiste vos!
Marcos:       ¿Y qué culpa tengo yo si a mi también me engañaron? Los brasileros son asi. Pusieron en marcha “O mais grande e portentoso emprendimiento nacional de falsificazao”, empezaron con los relojes, ahora siguen con los mapas y se quedan con nuestros saltos...
Lidia:                   ¿Tomaron los Saltos?
Marcos:       Sí, ¡los Saltos por asalto! A lo brasilero...
Lidia:                   ¡Pero habrá una manera de echarlos!
Marcos:       ¡Claro que hay!
Lidia:          ¿A lo paraguayo?
Marcos:       No, mejor, ¡a lo Luque!
Lidia:          (Ríe) Me río a mi pesar... ¡debería estar enojada contigo!
Marcos:       No. Deberías estar enamorada, Lidia. Enamorada y dispuesta a consagrar nuestro amor con el dulce sacramento del matrimonio, para unir nuestras vidas y ser felices los tres!
Lidia:          ¿Cómo los tres?
Marcos:       Si. Vos, yo y la plata de tu papá. iQué luna de miel! ¡El amor apoyado por el dinero, el dinero endulzado por el amor! ¡Y la Felicidad!
Lidia:          ¡El dinero no hace la felicidad!
Marcos:       Ese refrán lo inventó un amargado que erró la grande por un número.
Lidia:          De cualquier manera, papá no te va a aceptar. iVenderle un reloj falsificado!
Marcos:       ¡Estoy dispuesto a compensarlo debidamente!
Lidia:          ¡Le vas a devolver el dinero!
Marcos:       No, le voy a dar gratis, un yerno legitimo. ¡Yo! ¿Qué más quiere? Sale ganando. ¡Un yerno legitimo a cambio de un reloj falsificado! ¡Estoy tentado de pedirle una diferencia en efectivo!
Lidia:          (Rie) ¿Sos imposible!
Marcos:       Y amoroso...
Lidia:          (Suspira) Sinceramente... me hubiera gustado, pero ya fallaste. Y me apena. Papá está loco por un nieto. Tiene metido el nieto en ia cabeza, es una obsesión, ya chochea y juega con muñecas...
D. Carlos:    (Entra de lat. der., furioso) ¡El tramposo! Joven... (Se le acerca. Majestuoso) ¡Ahi está la puerta!
Marcos:       ¿Cómo dice? _
D. Carlos:    ¡Que ahí está la puerta!
Marcos:       Ah, si, la puerta, claro... (Se encamina a la puerta. Lo golpea con los nudillos. Hace un gesto admirado, de hábil evaluador de puertas) Magnífica madera, don Carlos. ¡Una verdadera puerta de ley!
D. Carlos:    ¡Le mostré la puerta para que se vaya!
Marcos:       ¿Pero adonde quiere que se vaya la puerta? ¡Está atornillada! ¡Mire! (Sacude la puerta) ¡Y qué buena bisagra! ¿Alemana? ¡son las mejores! ¡Lo felicito por las bisagras, don Carlos!
D. Carlos:    (Airado. Se le enfrenta. Nariz a nariz. Grita) ¡Fuera de aqui!
Marcos:       (A Lidia) ¡Tengo la impresión de que tu papá insinúa que me vaya! (A don Carlos) Mire, señor, a mi me gustan las cosas claras y francas. Espero que si mi presencia molesta en esta casa, me lo diga francamente...
D. Carlos:    Mire, pedazo de...
Marcos:       Un momento... un momento... ¡Estoy en el uso de la palabra! Decía que a la más leve muestra de desagrado, no tendría inconveniente alguno en postergar lo que tengo que decirle, especialmente en lo que se refiere al nene que va a tener Lidia...
Lidia:          ¡Marcos!
Marcos:       ¡Cuando nos casemos, desde luego! En una palabra, señor don Carlos Torales, tengo el altísimo honor de solicitar la mano de su hija.
D. Carlos:    Y yo tengo la grandísima satisfacción de negársela rotundamente. 0 sea: ¡No!
Marcos:       (Digno) iUd. no sabe lo que se pierde, señor!
D. Carlos:    ¡Pero sé lo que gano!
Marcos:       ¡Soy miembro de una familia prolífica! ¡Mi capacidad reproductiva está asegurada por mi herencia familiar! ¡Somos siete hermanos! ¡Siete hermanos que forman un cuerpo familiar fraterno y honrado! ¡Ese si' que es un cuerpo familiar! ¡Yo estoy en el medio!
D. Carlos:    No lo dudo, no lo dudo, desde luego. Ud. tiene cara de...
Marcos:       ¡Quiero decir que soy el cuarto, señor! ¡Tres menores abajo y tres mayores arriba! ¿Se da cuenta? ¡Soy un yerno garantizado! Mire, ¡le voy a llenar la casa de nietecitos! Va a encontrar nietecitos hasta en la sopa. ¡Promesa!
D. Carlos:    ¿Pero no se da cuenta, joven loco? Sus habilidades este.. reproductivas no son todo. Ud. debe llenar otras condiciones... Y no llena. Primero, Ud. no es honrado...
Marcos:       O sea, que soy un hombre de porvenir...
D. Carlos:    iNo, señor! El porvenir es de los que se ganan el pan con el sudor de su frente...
Marcos:       Antes, antes, señor, antes. ¡Hoy el porvenir es de los que se ganan el pan con el sudor de los otros!
D. Carlos:    ¿Ud. no trabaja?
Marcos:       ¡Dios me libre!
D. Carlos:    ¡Ni estudia, ni lee, ni tiene responsabilidades...!
Marcos:       Pero dígame... ¿Ud. quiere un yerno o un caído del catre? ¡Estudiar, trabajar honradamente! iAntiguallas!
D. Carlos:    ¡Pero debe hacer algo!
Marcos:       ¡Claro que hago!
D Carlos:     Y debe ser algo de provecho, papá, porque Marcos viste bien, maneja un Mercedes... en fin...
D. Carlos:    Me pone curioso... ¿qué hace Ud.?
Marcos:       (Misterioso) ¿Me va a guardar el secreto...?
D. Carlos:    Si... desde luego... (Misteriosamente, Marcos se acerca y le habla al oido. Los dos se miran) Caramba... eso está de moda, ¡y rinde mucho!
Marcos:       Ya lo creo...
D Carlos:     ¿Y el avión ese que cayó...?
Marcos:       iShsssSh! ¡era de otro!
D Carlos:     Menos mal. En fin... de cualquier manera, mi respuesta es no. No quiero un nieto con semejante papá. Me puede salir caro, por la herencia, sabe. Por ahi se le ocurre que le ponga whisky en el biberón... No. Quiero que sea el hijo de un hombre que no caiga tan bajo, o que no vuele tan alto, que en su caso, es lo mismo... Así que... buenas tardes, ¿eh? (Gira para salir) Espero se marche pronto... (Mutis hacia lat. der.)
Marcos:       Tu papá no sabe lo que se pierde, Lidia...
Lidia:           Otra vez... ¡parecés un disco rayado] (Se levanta) ¿Queres servirte algo, antes de irte...? ¿Un whisky...? (Se acerca al barcito y sirve un whisky. Marcos se acerca y ve la botella).
Marcos:       (Con desprecio) ¡Estampillado! ¡Esto es sabotaje! Salud. (Bebe) (Suena el timbre de calle) ¿Tenés visita...?
Lidia:           Debe ser Pestalozzi...
Marcos:       ¿Quién...?
Lidia:           iPestalozzi! ¡Otro candidato al matrimonio...l
Marcos:       ¡Cómo! ¿Y yo?
Lidia:           ¡Candidato derrotado!
Marcos:       ¡Fraude!
Lidia:           ¿Cómo fraude? (Vuelve a sonar el timbre)
Marcos:       Claro. Es la costumbre actual, Lidia. Cuando un candidato gana es que triunfó el derecho y la Democracia. Si pierde, hay fraude. Salud. (Bebe más) (Lidia abre ia puerta. Asoma el joven Raul Pestalozzi. Gordo, sonrosado y unos movimientos que revelan su condición de gran figura del otro equipo)
Raul:           iLidìa!... Ha sido una sorpresa tan, pero tan agradable para mi recibir su invitación... ¡Y aqui me tiene!
Lidia:           Muchas gracias... Pase...(Pasa Pestalozzi adelante) Le presento a mi amigo el señor Marcos Amarilla, Raúl Pestalozzi.
Raul:           iEncantado, señor!
Lidia:           ¿Se sienta?... (Se sienta Pestalozzi) ¿Qué toma? ah, si, Coca Cola... ¿en vaso o con pajita?
Raul:           Con pajita, es más higiénico, y más yanki... (Lidia abre una botella de Coca Cola y le sirve con la pajita) ¡Qué buen mozo es su amigo!
Lidia:           (A Marcos) Este... Marcos... ¿No tenés todavia ganas de irte?
Marcos:       Absolutamente. Estoy comodísimo. No te preocupes por mí... Te aseguro que sabré portarme. Ayudaré...
Raul:           ¿De qué se trata? ¿Hay misterio? ¡Es emocionante...!
Lidia:           Bueno. Es un poco complicado... y delicado. No es muy corriente tampoco que sea una chica la que inicie... este... iejem! un romance entre dos personas... (Rie un poco)
Raúl:           Ah, ¿se trata de eso? (Suspira. Mira tiernamente Marcos)
Marcos:       ¡Epa! Mirá, Lidia... Tu amigo...
Lidia:           Dijiste que ibas a ayudar. ¡Ayuda con tu silencio, por favor! Dejame manejar este asunto a mi...
Raúl:           iMe siento interesadísimo! Continúe... continúe...
Lidia:           Bueno. Hay que tener un punto de partida, y pensar que no somos gente del otro siglo. Que somos gente evolucionada y culta...
Raúl:           Yo soy evolucionadísimo, Lidia. En realidad a veces me siento pionero, me siento precursor. (Se entusiasma) Hay que superar ñoñerías y prejuicios. Este... ¿de qué se trata...?
Lidia:           Bueno... ejem. Resulta que Ud. reúne algunas condiciones muy apreciables...
Raúl:           Gracias...
Lidia:           No bebe, no fuma... va de casa al trabajo, y del trabajo a casa ¡Y lo que es más importante, no se le conoce ninguna aventura con faldas!
Raúl:           iAy, por Dios! Eso si que no. (A Marcos) ¡Le juro que no!
Marcos:       (Amoscado) iJúrele a ella, hombre! Mirá, Lidia... hay que poner en claro que...
Lidia:           ¡Por favor! iNo hagas más dificil de lo que es!
Raúl:           ¡Me siento curioso, curioso, curioso, pero ya veo la puntita del ovillo. (A Marcos) Pícaro, picaro, pícaro... (A Lidia) Vamos, termine de una vez... `
Lidia:           Se trata de integrar una pareja felíz...
Raúl:           (Se ruboriza y mira a Marcos) ¿Y por qué no...?
Lidia:           Me alegro... Pero... este... claro que Ud. es sano, robusto, joven... Pero... es absolutamente necesario que le haga una pregunta... este... un poco íntima...
Raúl:           (Dando saltitos en el sillón) Hágala hágala...
Lidia:           Ud... ejem... ¿Puede tener hijos?
Raúl:           (Abre los ojos como platos) ¡No creo que pueda llegar a tanto!
Lidia:           ¡Que lastima!
Marcos:       ¡Lidia! ¡Necesito decirte dos palabras! (La agarra del brazo. La lleva a un costado y le habla en voz baja al oido. Cuenta a Lidia lo que es Raúl con expresivas muecas y movimientos que caracterizan a dichos ejemplares.)
Lidia:           Ahhhh...
Marcos :      . . . .
Lidia:           iUuuuhl (Habla Marcos) Yo no sabía... (Habla Marcos) ¡Cómo meti la pata...! (Se acerca Raúl) Pestalozzi... hemos tenido una lamentable equivocación. Una confusión por culpa de mi ignorancia... Espero me disculpe y se vaya a su casa, que su mami ya estará preocupada por su tardanza...
Raúl:           (Se levanta compungido) ¿Y no va a haber romance?
Lidia:           Este... por el momento... no...
Raul:           (Casi lloroso) ¡Me siento la dama de las Camelìas! Adios, malo... (Mutis en lat. izq.)
D Carlos:     (Entra por lat. der.) ¿Y el Pestalozzi ése?
Marcos:       ¡No sirve! ¡Acaba de irse!
D Carlos:     ¡Cómo que no sirve? ¿Por qué? (Marcos le hace un movimiento de caderas bien expresivo) ¿De modo que...? (Repite el gesto)
Marcos:       ¡Ni más ni menos!
D Carlos:     (A Lidia) ¿Y dónde fuiste a buscar candidatos vos? ¿a la Plaza Uruguaya?
Lidia:           Papá, yo ignoro ciertas cosas...
D Carlos:     En fin... no sirve. (A Marcos) Ud. tampoco. (Le toma del brazo y lo lleva hacia la puerta. Le  muestra) ¿Lo ve? es una puerta, buena madera, bisagra alemana. ¿Sabe para que sirve? Mire qué lindo. (La abre) ¿Se abre, ve?
Marcos:       Sin un ruidito. ¡Asombroso!
D Carlos:     Gracias. Yo soy un gran elegidor de puertas. Ya que está abierta... ¿Qué hacemos?
Marcos:       ¿La volvemos a cerrar? Si queda abierta puede haber una corriente de aire y por ahí Ud. se agarra un resfrío... je, je, je...
D Carlos:     Eso mismo, la volvemos a cerrar. Pero después...
Marcos:       ¿Después de qué...?
D Carlos:     ¡De que Ud. se vaya inmediatamente de esta casa!
Marcos:       (Digno) A buen entendedor, pocas palabras. ¡Permiso! (Sale. Don Carlos cierra la puerta)
D Carlos:     iUfff! (La puerta vuelve a abrirse, re asoma Marcos)
Marcos:       ¡No sabe Ud. lo que se pierde! (Cierra la puerta en lat. izq.)
D Carlos:     (Suena timbre de calle) ¿Quién demonios será...? (Se sienta a leer. Lidia abre la puerta y sale afuera. Después de unos instantes vuelve.) ¿Quién era?
Lidia:           Un vendedor de corbatas...
D Carlos      ¿Lo despediste?
Lidia:           No. Todavía no. Quiero que pase. Se da la casualidad de que es un hombre joven y sano. ¡Tiene unos lindos dientes!
D Carlos:     ¿Y eso que?
Lidia:           Será mi venganza, papá, sobre tus caprichos infantiles. Ahí tenés a un hombre joven y sano, ¿no? Anda a hablar con él. Vas a ver, será igual a todos los pobretones: calculador, interesado, egoísta, ansioso de salir de la miseria... ¿Sabés para qué quiero que pase? Para que te cures de tu infantil manía de ver ángeles en el pobrerio y aprendices de demonios en las clases sociales verdaderamente interesantes. Ahí tenés un perfecto ejemplar de hombre pobre, ¿qué esperas?
D Carlos:     ¿Me desafías? Está bien. ¡Vamos a mirar al bicho ese...! ¿Quién te dice que no es el que confirme mi teoría? ¡Que pase!
Lidia:           (Abre la puerta y dice) Adelante... adelante, señor... (Entra de lat. izq. Armando, con una gastada valija y no muy bien vestido)
D Carlos:     ¿Joven...?
Armando:    Buenas tardes, señor. Si Ud. me permite, yo le voy a mostrar una colección de corbatas...
Lidia:           Siéntese... Las corbatas son de contrabando, ¿no?
Armando:    Oh, no, señorita. Entraron legítimamente. Mire... (Ruido de papeles) Acá tengo los recibos de la sección pacotilla. ¡Mire...! Yo no sería capaz de vender nada ilegal... Las leyes están para cumplirlas, ¿no?
D Carlos:     (Risa irónica a su hija) Eh, ¿que me decís, Lidia? ¡Te tapó la boca! !
Armando:    Mire esta, señor. Tres Colores bien combinados: colorado, azul y verde... iAh, si yo pudiera usarla! ¡Es la corbata de la hermandad nacional! iLos tres colores unidos en uno! Oh, disculpen, de repente me siento un poco patriota y digo cosas...
D Carlos:     ¿Viste, Lidia? ¡Aquí lo tenés, honesto y patriota! ¿Qué me decís?
Lidia:           No sé... ¡está por ver...! Este... joven... (Se sienta)
Armando:    ¿Sí...?
Lidia:           ¿Me permite una pregunta personal...?
Armando:    Yo sólo vine a vender corbatas, señorita. Pero... bueno, nunca me niego a una dama. Eso me enseñó siempre mi papá, ¿sabe...?
D Carlos:     (Para si) ¡Es una joya?
Lidia:           Este... ¿tiene nov¡a...?
Armando:    ¿Yo...? Ohh, disculpe que me ruborìce así... je, ie, je. No. No tengo novia...
Lidia:           ¿Por qué no? ¡Buen mozo es...!
Armando:    Gracias... Pero en mi situación no sería correcto tener novia. Tengo que mantener a mi mamá... y pagar los estudios de medicina de mi hermano menor... ¿Qué porvenir le puedo ofrecer a una chica? Y hacerle perder tiempo a una pobre niña...
Lidia:           ¡Sería un crimen! ¡Un crimen! Papá... es increíble... Tipos así no existen... ¡Ah! iPicarón! ¡Vos le contrataste para darme una lección!
D Carlos:     Te juro que es la primera vez que le veo en mi vida! ¿Viste? ¿Viste? Debajo de un pobre saco de brin pilar... ¡puede haber una joya!- ¡Una joya!... .
Armando:    Mire, señor, esta corbata con listitas azules...
D Carlos:     No, no, dejémonos de corbatas, amigo. Dígame... si Ud. tuviera novia, ¿cómo la preferiria...? ¿Rica o pobre...? ¡Suponiendo, nada más que suponiendo!
Armando:    ¡Pero qué preguntas hace Ud., señor! Cuando hay amor, ¿qué importa el vil dinero...?
D. Carlos:    (Contentísimo) ¡Cómo! ¿A Ud. no le interesa el dinero...?
Armando:    ¡Cómo no que si! ¡Me interesa! ¡Pero sólo por el bien que puede hacer! Yo, por ejemplo, trabajo para mantener a mi mamá y para pagar los estudios de mi hermano menor, que estudia derecho...
Lidia:           ¡Medicina!
Armando:    iClaro!... Medicina... ¡tengo tantas preocupaciones en la cabeza, que confundo las facultades!
D. Carlos:    ¿Y tiene vicios...? ¿Fuma...?
Armando:    Oh, no, señor...
D. Carlos:    Y... ¿toma...?
Armando:    ¿Yo, señor...? Oh... no...
D. Carlos:    ¿Nada?... ¿nada? ¿Ni siquiera una cañita de vez en cuando, eh?
Armando:    No, señor. Como practico natación, remo y fútbol, el alcohol me puede hacer daño...
D. Carlos:    De modo que es deportista profesional...
Armando:    No, señor. Practicar el deporte por el dinero, es malo. Practico sólo para mantenerme sano...
Lidia:           Pero tendrá alguna diversión... ¡Por lo menos los domingos!
Armando:    Si, después de ir a la misa, arreglo el jardín de mi mamá... Después leo un poco, alguna cosa livianita, para refrescar la mente...
D. Carlos:    Claro, claro... je, je, je... Dinamita, el Pingüino, Beldades de Paris...
Armando:    Oh, no, señor. Ahora estoy leyendo “La característica sociológica de los pueblos a la luz de las realidades económicas del siglo XX".
D. Carlos:    ¡Madre mía! ¿Y Ud. lee eso para refrescar la cabeza?
Armando:    Y... es una lectura livianita, señor. Espero terminarla esta noche si después de comprar el pan, el azúcar y el fideo, me sobra algo para el kerosén de la lámpara... ¿Por qué me mira así, señor?
D. Carlos:    ¡Hijo mío, me siento emocionado! (Emocionado)
Armando:    ¿Vio una corbata que le gustó?
D. Carlos:    iNo, hijo mio, veo un hombre!
Armando:    ¿Dónde está?
D. Carlos:    iUd., hijo mio...! iUd.! ¡Un alma salvada de esta inundación de barro moral que ensucia la humanidad actual! ¡Una mente ¡impida! ¡Un hombre hecho de la pasta de los santos y de los héroes! (Transición) Lidia, veni acá. Y Ud., ¡espere un momento!
Lidia:           ¿Si, papá:..?
D. Carlos:    ¿Te fijaste? ¿eh? ¿te fijaste? ¡Es una joya...! ¡Es lo que te decia! ¿Te gusta...?
Lidia:           (Escandalizada) ¡Pero papá...!
D Carlos:     (Terminante) Dejate de vueltas, ¿querés? ¡A este tipo le hacés morder el anzuelo, o te dejo sin herencia! ¡Este merece ser el papá de mi hijo, digo, de mi nieto!
Lidia:           Bueno... Feo no es... ¿Y te fijaste qué alto y musculoso? Bueno... voy a hacer el sacrificio... je, je, je... Pero solo por darte el gusto, ¿eh? ¡por darte el gusto...!
D Carlos:     Vení conmigo... Ejem... Joven... ¿Cómo se llama Ud.?
Armando:    Armando Corrales, señor.
D Carlos:     (Se sienta) Armando. Esta es mi hija... Mi hija única. Hija única de padre viudo, ¿sabe? Cuando yo me muera, va a heredar una estancia y una cuenta corriente de 300 millones de guaraníes, más esta casa, y el coche... y todo eso... je, je, je. ¿No dice nada?
Armando:    Y qué puedo decir, que la señorita tiene mucha suerte de tener semejante papá...
D Carlos:     ¡Es soltera!
Armando:    ¿Quién?
D Carlos:     ¡Ella! ¿Qué me dice...? ¿Se imagina Ud. la cantidad de tiburones que le rondan...? ¡Pero alguna vez, ella tendrá que elegir a un buen muchacho!
Armando:    Sí. Y si me permite, señor. Y con el debido respeto a la señorita... ¡Envidio al elegido!
D Carlos:     ¿De veras? Je, je, je... ¿Oiste, Lidia...? ¡Envidia al elegido! ¡Esto marcha! Este... Armando... ejem... supóngase que el elegido... ¡sea Ud.!
Armando:    (Asombrado) ¿Yo? ¡No me tome del pelo, señor!
Lidia:           ¿Pero por qué no? iUd. tiene todo para ser un buen marido!
Armando:    Si, ya sé que tengo todo... pero...
D Carlos:     Nada de peros, hijo... ¡Venga un abrazo! ¡Mi futuro yerno! ¡El papá de mi nieto!
Armando:    Un momento. Un momento, señor. No se apure, señor. Ud. ya me hace yerno y papá demasiado pronto. ¡Pero hay una dificultad, terrible dificultad!
Lidia:           ¿Es casado...?
Armando:    No. No es eso...
D Carlos:     ¿No le gustan las... digo, el matrimonio?
Armando:    Si, me gusta, señor.
D Carlos:     ¿Y entonces...?
Armando:    No sería moralmente correcto, señor. ¡Entre la señorita y yo, no hay amor! ¡Sería una traición al santo sacramento del matrimonio!
D Carlos:     ¿Oiste, Lidia? ¿Oíste eso? ¡En el Siglo XX! Es un santo varón, hija mia. El marido perfecto. ¡Ei maravilloso papá de mi nieto!
Lidia:           Armando tiene razon, papá. Un matrimonio sin amor...
D. Carlos:    El amor vendrá solo, Armando, yo le autorizo a visitar a mi hija, los martes, jueves y sábados. Y enamórense, ¡se los suplico! Mire a mi hija, mírela... ¿eh? ¿Que le falta para enamorar a un hombre...?
Armando:    Realmente... ¡tiene todo...! Pero si la señorita opinara algo. No es correcto que las decisiones del corazón las tome otra persona.
D Carlos:     ¿Y que dice la interesada?
Lidia:           (Modesta) Y... yo no me opongo. Como dijiste, papá, el joven puede visitarme los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado...
D Carlos:     Yo dije martes, jueves y sábados... A ver... si. Ud. la visita durante tres meses, o sea: mayo, junio, julio... Sí, Se casan en los primeros dias de agosto... y a ver... septiembre, octubre, noviembre... Sí, ¡en mayo del 87 ya puedo ser abuelo!
Lidia:           (Modesta y ruborosa) ¡Pero papá...!
D Carlos:     ¡Nada de delicadezas! lDejá que le dé un abrazo a tu novio, digo, a tu amigo! je, je, je... (Lo abraza) Y ahora, les dejo solos...! Pero pórtense bien, ¿eh? iPórtense bien! Yo me voy. (Mutis en lat, der.)
Lidia:           (Cuando sale don Carlos lo abraza a Armando) Armando, querido, iel viejo se tragó el cuento de punta a punta! ¡Dios mio, Armandol... ¡Qué actor se perdió el teatro contigo! iHombre correcto! ¡Si hasta se te veían las alas de ángel...! (Ríe)
Armando:    ¡Y eso que casi meti la pata con la Facultad de mi hermanito! iUfff! ¡Pero el asunto me puso nervioso! ¿Un cigarrillo, querida...? (Le ofrece la cigarrera)
Lidia:           No, gracias, pero... ¡Esa es la cigarrillera de oro de papá!...
Armando:    ¿Y qué le vamos a hacer...? Cuando el viejo me abrazó, no pude vencer la costumbre y se la saqué del bolsillo...
Lidia:           Pero Armando...
Armando:    ¿Y qué...? ¿Y qué...? ¿No voy a ser su yerno y heredero...? Pues, digamos... entonces... que esta cigarrera... ¡Es a cuenta de mayor cantidad!
TELON

FIN
MARIO HALLEY MORA – MHM
(Del libro “Para el pequeño tinglado” – teatro breve – Imprenta Salesiana 1987)

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