miércoles, 10 de abril de 2013

Comentario i: Un amigo deprimente



Yo no sé si este amigo nuestro nos tomo del pelo o qué. Lo cierto es que quiso contribuir, con “su” historia, a nuestra serie de “historias anodinas”. Le grabamos y reproducimos (por razones de espacio)  con nuestras propias palabras, lo que nos, contó de sí mismo. "Mi nacimiento mismo - dice- no fue la culminación de una “dulce espera”, sino de un soberano sobresalto, porque yo estaba viniendo a contramano del orden y legalidad matrimonial, y según dicen, mi madre fue al altar luciendo inocultable panza. No tengo ningún lírico recuerdo de mí primer día de escuela, porque mi mamá estaba enferma y me llevó un tio solterón que me señaló el portón de la escuela y me dijo bueno anda a buscarle a tu maestra y me dejó solo y desamparado. Soñé con ser un buen soldado y cuando me tocó el cuartel me pusieron en un oficina, donde copiaba a maquina interminables listas de galletas, yerba, locro, reyunos, porotos, etc, y en dos años no vi un fusil. En el glorioso día de mi colación como bachiller, no fue mi familia, ni yo tampoco, porque a duras penas pase a Febrero, salve con una cuatro, y mi diploma me entregó una malhumorada empleada del Ministerio de Educación. No sólo las chicas sueñan con un esplendoroso casamiento en la Catedral, con muchísimos invitados y el Ave María y la Marcha Nupcial y todos los aditamentos sociales del caso. También soñamos los muchachos, pero en mí historia no hubo caso. Mi casamiento fue en la intimidad "por el luto que guarda la novia" (murió su papá), y la concurrencia de parientes se mostraba en el punto neutro en que no sabían si llorar por el pobre ausente o reír con los nuevos, desposados. No recuerdo tampoco con especial cariño mi Luna de Miel, modesto, en el Hotel del Lago, en San Bernardino. Los tres días llovió torrencialmente, y si hay algo mas aburrido que aburrirse solo, es aburrirse entre dos. No tuvimos la soñada casita de toda pareja joven con flores en el jardín yt pajaritos cantando en la arboleda, porque fuimos a vivir en el piso alto, de la casa de mi suegra, alajado (es un decir) con los muebles de fúnebre recuerdo de mi finado suegro. Esperábamos como primer hijo un varón, y nació una nena, y seguimos  “buscando  el varón" hasta que dijimos basta con la cuarta nena. Bien, querido amigo, así es mi “historia anodina” “Te parece que sirve?”. Pusimos el stop del grabador, pensando que si era cachada, valía la pena reproducirla, mas no sea que para dar un toque humorístico a nuestra columna.-
Mario Halley Mora - MHM

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