viernes, 11 de noviembre de 2011

Comentario i: Cuartito azul


Confesamos que somos viciosos de la nostalgia, y cumpliendo como semejante adicción, nos proveemos de viejos discos de música y de cantantes que fueron de otra época. Así, solemos escuchar, con mucho reposo para el espíritu y la mente, y recreando viejos tiempos, a Tito Guizar, Ortiz Tirado, Juan Arvizu, Gardel, Magaldi y otras voces y otros versos ya perdidos en el olvido. Y fue así que últimamente pusimos un disco, y aquella que una vez fue rival de la eterna Libertad Lamarque, Azucena Maizani, cantaba para nosotros "Cuartito azul dulce morada de mi vida y el destino de mi tierna juventud ... " y después decía: "Ya no soy más aquel muchacho obscuro, todo un señor que en esta tarde soy ... ".  Corrompimos entonces el dulce sentido de la nostalgia y caímos en la a veces cínica reflexión periodística. En la vida de todo hombre que va escalando hacia la vejez, siempre hay un "cuartito azul", tal vez la modesta habitación de la humilde casa paterna, con su cama desvencijada, sus libros, y quizás la foto de Betty Grable en traje de baño o el impersonal, frío cuartito de la pensión de estudiante campesino y pobre, que trabaja de día y estudia de noche en el Colegio. Nosotros hemos conocido y aún conocemos, a muchos hombres que en su juventud refugiaban su pobreza y sudaban por la realización de sus sueños, viviendo en un humilde "cuartito azul". Y muchos de ellos, también hoy tienen la suerte de decir que "ya no soy más aquel muchacho obscuro", porque la fortuna les ha sonreído o quizás la que les sonrió fue "la relación" e hicieron carrera y llegaron muy alto, dejando atrás aquel "cuartito azul" para vivir hoy en la suntuosa mansión sobre la autopista con jardín y jardinero, y tal vez, o sin tal vez, un Mercedes Benz en el garaje. Y es allí donde la letra de la canción peca de demasiado lirismo, porque dice: "Sin embargo cuartito te lo juro, nunca estuve tan triste como hoy". Quizás la tristeza que dice, sea la inevitable tristeza de haber perdido la juventud, maravilla de vida que ningún dinero devuelve, pero lo irracional es que esté triste porque ya sea "todo un señor", y de paso, a lo mejor, zar de las importaciones de whisky y con el modesto lujo de pasar tres meses de vacaciones anuales en Miami. De todas maneras, sin entrar ya en detalles particulares, el tránsito desde el pobre y feliz "cuartito azul" de la juventud romántica hasta "el señor” que se es hoy, quizás rico, quizás habitante de otro cuartito mísero pero no azul, es la síntesis misma de la vida del ser humano.
Mario Halley Mora - MHM

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