viernes, 11 de noviembre de 2011

Comentario i: En pie cuando le han quitado todo


Escuchamos, días atrás, el discurso de un dirigente estudiantil, en la apertura de los Juegos Universitarios. Substancioso, pensado y, bien dicho. Pero una frase nos llamó la atención, cuando el orador, al referirse tangencialmente al hecho de que el hombre es un ser social, comunitario, o hasta gregario, señaló que el ejemplo de Robinson Crusoe no tiene validez. Lo que nos parece algo discutible. Robinson Crusoe, es el personaje, como todos saben, de la novela de Daniel Defoe. Tripulante de un barco ingles, es abandonado por sus compañeros en una isla desierta, y allí él se da mañas para sobrevivir por mucho tiempo, hasta que lo rescatan. Para empezar, Robinson no es el hombre que se aísla voluntariamente, es decir, que renuncia a la vida social, sino el hombre a quienes las circunstancias aíslan contra su voluntad. A partir de ese ejemplo, no es difícil captar el simbolismo de la novela, porque en este mundo, un hombre puede ser condenado al aislamiento no sólo en una isla desierta, sino también en la ciudad más grande y poblada del planeta. De esta manera, la saga de Robinson, leída con cierta profundidad, no es la lucha por la supervivencia, sino la lucha CONTRA la soledad, que se puede dar en una isla o en una ciudad. En fin, si la novela y el personaje tienen una moraleja, es que el espíritu humano es superior a todo, incluso da para que el hombre se mantenga en pie cuando le han quitado todo, hasta su elemental necesidad de tener compañía humana. Aceptan su condena a la soledad y de esa propia soledad extraen los elementos para construir su destino. Edgar AlIan Poe no es Robinson Crusoe, pero vivió en una sociedad que lo rechazaba por alcohólico, y .. de su soledad sacó la materia prima para sus poemas geniales y sus cuentos de tremenda fuerza; lo mismo puede decirse de Lovecraft, en cierto sentido su maestro; de Oscar Wilde, sancionado moralmente y exiliado de la Sociedad de su tiempo, y ni que decir de Milton, el poeta inglés ciego, es decir, víctima del más cruel de los exilios, el de la luz, que escribió aquel poema incomparable sobre El Paraíso Perdido. Como Crusoe que sobrevivió en su isla, otros grandes solitarios no sólo sobrevivieron a la soledad, sino la amasaron para hacer de ella una obra de arte, y no les interfirió el camino ni les apago la luz, el hecho de habérseles arrebatado su condición de seres sociales, comunitarios o gregarios.
Mario Halley Mora - MHM

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