domingo, 11 de diciembre de 2011

Comentario i: Coleccionista de llaves


Cierta naturaleza  de profilaxis mental suele  darse a la afición de la gente a dedicarse, por pasión y por gusto, al trabajo de coleccionista. El interés que esa gente pone en su afición, el buen uso que hace de su ocio, el placer que deriva de la contemplación de sus tesoros, y el placer mayor aún de enriquecerlos, constituyen satisfacciones inapreciables, y, según se dice, un sólido respaldo a la salud mental, a la paz del espíritu, a la tranquilidad, al sosiego. Personas existen que coleccionan, desde luego, estampillas, afición ésta que conlleva, aparte de su carácter placentero, un costado financiero importante, porque las colecciones de estampillas son valiosas y rentables en la medida de su riqueza, y especialmente, cuando contienen especímenes raros. Pero otros coleccionistas no piensan en el aspecto material, como los que coleccionan mariposas, marquillas de cigarrillos cajas y sobrecitos de fósforos, que son cosas comunes. Tampoco piensan en lo material, los que tienen gustos más raros de coleccionistas, como un amigo que colecciona naipes, de todos los tipos y para todos los juegos, y otro que colecciona raíces y ramitas de formas extrañas, más valiosas cuanto más reproducen casualmente siluetas y actitudes humanas o de animales, y un tercero que según nos cuentan, con una pincita, hace y colecciona "mini esculturas" usando como único material, el vulgar clip sujetapapeles que se encuentra sobre cualquier escritorio. Este tema de los coleccionistas, viene a cuento al referimos a la invitación que hemos recibido de conocer una colección de llaves, perteneciente a una dama de edad, que nos mostró orgullosamente cerca de 700 ejemplares distintos de este sugerente adminiculo, guardián de secretos, centinela de cautivos, responsable de tesoros, de joyas, de Íntimas riquezas. La colección que vimos, incluye desde pesadas y herrumbrosas llaves de hierro de elaborado diseño medieval hasta delicadas llavecitas de plata de joyeros forrados de terciopelo o de "diarios Íntimos" de pudoroso contenido. En fin, todo un muestrario del arte del cerrajero, artesano o artista, destinado a guardar intimidades, sea la del formidable castillo o del perfumado cofrecito donde envejecen y amarillean antiguas cartas de amor
MHM – Mario Halley Mora

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