domingo, 11 de diciembre de 2011

Comentario i: Oveja negra


Como hoy es domingo, nuestro compromiso con el lector es presentar en estas columnas otra de nuestras "historias anodinas", y nada mejor para ello, que referimos a Carmelo, un hombre ya maduro. Ya de adolescente, su madrina le había dado la calificación que no le abandonaría ya más desde entonces: "Ovechá Jhú", o la oveja negra de la familia. Miembro de una familia de ~ hermanos, resultó el único que no mostró ambición, o mejor, mostró tantas ambiciones al mismo tiempo, que nunca se decidió por nada, y terminó en "personaje anodino". Los otros cuatro hermanos estudiaron y alcanzaron "el titulo", ese totem de la vida moderna, prenda del éxito en la existencia. Pero Carmelo no terminó ni siquiera el bachillerato. Con la pena de la familia abandonó esos estudios, Y probó de todo. Primero le entusiasmaron los motores y entró de aprendiz en un taller mecánico. No duro mucho. Después buscó por allí una obscura academia de dibujo y pretendió estudiar dibujo de historietas, pero no aprendió nada, y se inscribió en un curso de correspondencia, con el que tampoco fue adelante. Quiso aprender también radio y televisión, se inscribió y apenas concurrió 6 meses. Menos duró el curso de inglés que tomo, y tampoco le dio resultado un curso por correspondencia de jardinería y de árboles enanos. En cierto momento descubrió que podía ser poeta, y hasta llegó a llenar un cuaderno con su producción, pero en esto también todo quedó en la nada. Como al dejar sus estudios de bachillerato se cortó la ayuda financiera paterna, trabajo de todo, vendió loterias, fue corredor de empresas loteadoras, dependiente de tienda, y trató de aprender fotografía pero jamás logró revelar una mala foto. Pasó el tiempo, sus hermanos fueron adelante y él se quedaba estancado, pasando grandes apuros económicos de los que la madre, madre al fin, lo salvaba a escondidas de su padre. Hoy ha llegado a la madurez y todavía sigue su trayectoria errátil de "bala perdida". Su madre, ya viejecita, le transfiere con santo amor maternal el dinerito que le dan sus otros hijos más exitosos, y la última vez que lo vimos, estaba tratando de entrar en la profesión de "modelo masculino" y simultáneamente era rechazado por viejo y poco fotogénico. Vive a expensas de la madre, y su porvenir es obscuro, pero él seguirá probando de todo sin acertar en nada. Es su destino de "ovecha jhú", la negación del linaje intelectual de la familia de doctores e ingenieros. La imagen del fracaso por el fracaso mismo
Mario Halley Mora - MHM

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