domingo, 11 de diciembre de 2011

Comentario i: Los niños y la lectura


Cuando estuvimos en Buenos Aires (otra vez!!!) tuvimos oportunidad de ver que por medio de la televisión y de la prensa, un organismo cultural del Estado argentino, estaba realizando una intensa campaña para interesar a los niños por la lectura. El texto de la instancia, destinada a los padres, no hacía una mención expresa, pero se notaba que la preocupación era de que la facilidad mental, y la pereza mental, que provoca en el chico "ver" Televisión, le estaba alejando de la "tarea", del "trabajo" o de la "gimnasia" mental, de leer un libro. En aquella oportunidad, recordamos haber pensado que una campaña así es oportuna. La lectura, en el chico, es un ejercicio activo, un estímulo para el conocimiento y para el despertar de la inteligencia. "Ver" televisión, es un ejercicio pasivo, apenas roza el cerebro y se dirige directamente a la emocionalidad, porque la imagen y el sonido lo ponen todo bien servido, sin que medie ningún o poco esfuerzo del televidentito. Olvidamos aquella experiencia que tuvimos en el país vecino, hasta que hace poco, un nieto nuestro, de siete años, cumplió uno más y tuvimos que elegirle un regalo. Por norma, siempre que debemos hacer un regalo, sea a niño o a adulto, regalamos un libro, porque así el regalador nunca queda mal. De modo que fuimos a la librería y buscamos algo de literatura infantil, y encontramos material en abundancia, Y bien ilustrado. Cuentos de Grimm, de Andersen, las fábulas de Esopo, de Lafontaine, Y también de escritores modernos como Maria Elena Walsh, que también escriben para niños. Al fin, adquirimos un libro español, primorosamente ilustrado y escrito con gracia y con gran atractivo para una mente de ocho años, y fuimos a entregar nuestro regalito. Abrió el  chico el paquete, miró la tapa, hizo un gesto de indiferencia y fue a sentarse nuevamente frente al Televisor, donde justamente estaba pasando una serie de dibujos animados de aventuras espaciales. Estamos seguros de que nunca, nuestro nieto leyó el libro que le obsequiamos, y él, desde luego, no tiene la culpa, porque los adultos no hemos tomado conciencia de la enorme pérdida que significa alejar al niño de la lectura y darle en cambio emociones más elementales y casi pre digeridas. De ahí que volvimos a pensar en lo que hacen en la Argentina: pedir a los padres que impongan un tiempo para ver TV a sus hijos, y exigir el mismo tiempo de lectura. Es una campaña sabia
Mario Halley Mora - MHM

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